La Cooperativa Agraria Limitada de Maldonado (Calima) brinda servicios al pequeño y mediano productor rural y cuenta con 380 socios activos y alrededor de 200 clientes que operan en su sede. Su historia tiene forma de montaña rusa. Fundada en 1954, se despegó en la década de 1970 y vivió su peor crisis en los 90, cuando tuvo que vender gran parte de su patrimonio. No obstante, sobrevivieron dos muebles que sus actuales integrantes conservan, entre ellos una mesa de madera labrada que ahora utilizan como escritorio en la sala donde la diaria conversó con Inés Moreira, encargada de Comunicación, y Victoria Larrosa, secretaria de la Comisión Directiva.
Calima logró recuperarse ya entrado el nuevo milenio y desde entonces no ha parado de crecer. Para hacerlo tuvo que adaptarse a las nuevas formas de producción en el departamento. Lo que al inicio funcionaba como un mercado agrícola se transformó en una cooperativa dedicada a la actividad agropecuaria en general. El aumento de socios y la construcción del local, ubicado en un extenso terreno sobre la ruta 39 km 19, son algunas de las pruebas de su resurgimiento.
Para poner en contexto, la producción en Maldonado se basa mayoritariamente en los servicios y la actividad turística. Apenas 3,1% de la población maldonadense es rural, según datos del Observatorio del Territorio de Uruguay de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. El sector primario representa apenas 2,8% del valor agregado bruto de Maldonado y se relaciona principalmente con la producción de carne bovina.
“Luego de la crisis se fue recuperando la confianza de los socios en la cooperativa, pero también en el cooperativismo. Realmente Calima es de los socios y se mantiene porque ellos son activos. El espíritu es trabajar juntos, de incentivar la producción conjunta y la cohesión social”, expresó Moreira.
La presencia cada vez mayor de productores de vegetales orgánicos en el departamento hizo que la agricultura volviera a entrar en la órbita de la cooperativa. Los pequeños productores orgánicos buscan comercializar su producción y “ven en el cooperativismo un lugar donde pueden apoyarse, y Calima está abierta a ellos”, dijo Moreira.
A su vez, la cooperativa busca promover la producción y comercialización de carne ovina, que es una minoría dentro de la actividad ganadera. En 2018, de las 387.000 hectáreas de uso agropecuario, 308.000 se destinaban a la producción de carne bovina, señaló la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones (Uruguay XXI).
La marca Cordero Esteño se estrenó a finales de 2020 y pretende transformarse en un canal para que los productores ovinos puedan vender su carne a los restaurantes. La Corporación Gastronómica de Punta del Este, la Sociedad de Fomento Rural e Industrial de Maldonado y las cooperativas Calima y Calai fueron las instituciones que crearon la marca.
El impacto medioambiental de la actividad ganadera también es una preocupación de los cooperativistas. Por eso, Calima contrató a una ingeniera química que analiza el suelo y el agua de la zona de la cuenca de la Laguna del Sauce y busca estrategias para evitar el contacto de los animales con su agua.
Servicios al socio
Los pilares de Calima son la comercialización de insumos agropecuarios, veterinarios y de barracas y el asesoramiento a productores ganaderos en la comercialización de hacienda, que lleva a cabo en conjunto con el escritorio Berruti. Además, desde 2012 cuenta con una balanza electrónica para el pesaje de cargas de ganado, forestales y de leña, que representa una garantía de transparencia en las negociaciones.
“Más que competir con los grandes productores, competimos con las grandes empresas privadas. En Maldonado también tenemos barracas y veterinarias. Pero creo que el socio se siente partícipe y dueño de la cooperativa. Eso es lo que nos hace diferentes de las demás empresas”, afirmó Larrosa.
Por otra parte, ofrece asesoramiento técnico a sus socios por medio de un equipo técnico compuesto por agrónomos y veterinarios. El departamento agronómico, a cargo del ingeniero agrónomo Javier Barrios, responde consultas sobre la implantación y la protección de pasturas y cultivos, además de coordinar la siembra y cosecha de sorgo. Los veterinarios Gabriel Barrios y Daniela Silva se encargan de aconsejar sobre el suministro de medicamentos y de hacer diagnósticos de gestación por ecografía.
Calima trabaja articuladamente con las Cooperativas Agrarias Federadas, las sociedades de fomento rural (SFR) de la zona, la Central Lanera Uruguaya, la Comisión de Sanidad Animal y el Secretariado Uruguayo de la Lana. También junto a instituciones educativas como la Escuela Agraria de San Carlos, la escuela técnica de UTU y las escuelas rurales del departamento, impartiendo charlas de educación ambiental.