Cientos de mandatarios y líderes de distintos países del mundo fueron los invitados al funeral de Estado de la reina Isabel II, de Reino Unido. La monarca falleció el 8 de setiembre a los 96 años y desde ese día se aplicó un extenso protocolo, definido hace años, que culmina este lunes, con el entierro en la capilla de San Jorge, donde también están los restos de sus padres y su esposo, el duque de Edimburgo.

Junto al actual rey, Carlos III, estuvo el resto de la familia real, incluida su esposa, la reina consorte Camila, los otros hijos de la reina, Ana, Eduardo y Andrés, los ocho nietos de la reina con sus parejas y dos de sus bisnietos. Entre las figuras políticas invitadas estaban el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el de Francia, Emmanuel Macron; la primera ministra británica, Liz Truss, y todos los ex primeros ministros vivos: Boris Johnson, Theresa May, David Cameron, Gordon Brown, Tony Blair y John Major.

En representación de Uruguay viajó el canciller, Francisco Bustillo, y también asistió el embajador César Rodríguez Zavalla. Argentina estuvo representada por el embajador en Londres, Javier Figueroa, mientras que desde Brasil viajó el presidente Jair Bolsonaro.

Distintos monarcas del mundo también estuvieron presentes, como el rey Felipe VI y la reina Letizia de España; el emperador Naruhito y la emperatriz Masako de Japón, el rey Guillermo Alejandro de Países Bajos junto con la reina Máxima y la princesa Beatriz; el rey Felipe de Bélgica, el rey Harald V de Noruega, el príncipe Alberto II de Mónaco y la reina Margarita de Dinamarca, prima lejana de Isabel II.

Además, acudieron varios líderes de países en los que Isabel II era la reina. Representantes de la mancomunidad de países, la Commonwealth, estuvieron en la abadía, como el primer ministro canadiense Justin Trudeau, el australiano Anthony Albanese y la neozelandesa Jacinda Ardern.

No estuvieron invitadas las autoridades de Rusia ni las de Bielorrusia, tras la invasión a Ucrania, algo que el presidente ruso, Vladimir Putin, consideró “blasfemo” e “inmoral”. Tampoco recibieron invitación Afganistán, Siria y Venezuela, mientras que a Nicaragua sólo la dejaron concurrir representada por el embajador, al igual que a Corea del Norte e Irán.

Fuera de la abadía se concentraron miles de personas que siguieron el recorrido del féretro, que estuvo encabezado por la Policía Montada. La ceremonia comenzó temprano en la mañana, cuando se cerró la capilla ardiente de Isabel II en Westminster Hall, donde las filas para presentar los respetos llegaron a ser kilométricas, con esperas de más de 12 horas. El funeral fue en la Abadía de Westminster, donde se ofició un servicio fúnebre a cargo del arzobispo de Canterbury y líder de la iglesia anglicana, Justin Welby. Desde allí, un coche fúnebre la trasladará al castillo de Windsor y otro cortejo seguirá el camino hasta la capilla.