La narrativa del expresidente Mauricio Macri dice que uno de los pocos errores de su mandato presidencial fue no haber contado “la verdad a los argentinos” sobre la situación heredada en diciembre de 2015, con el supuesto fin de no amargar a la población.

Una lectura de los discursos del expresidente el día de su toma de posesión o el de apertura de sesiones del Congreso en marzo de 2016, a tres meses de iniciada su presidencia, o el creativo compendio "El estado del Estado" o la constatación del contenido de los poderosos medios que acompañaron a su coalición Cambiemos desmiente la afirmación.

Por el contrario, el macrismo se dio vía libre para dar una versión a su antojo sobre el balance de los gobiernos kirchneristas.

Macri aconsejó a Milei que no ahorrara datos sobre la realidad recibida. Era un secreto a voces que el nuevo presidente le haría caso para describir “la peor herencia de la historia”.

Los problemas de Argentina son múltiples: sociales, económicos, de funcionamiento del Estado, educativos.

No es objeto de este artículo abordarlos, sino repasar el cúmulo de datos falsos, exagerados o tergiversados presentes en el discurso de la toma de posesión del presidente ultraderechista.

“Hoy comienza una nueva era en Argentina”, dijo Milei. “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros”.

Déficit fiscal

En su discurso, Milei aseguró: “El kirchnerismo, que en sus inicios se jactaba de tener superávit gemelo, esto es, superávit fiscal y externo, hoy nos deja déficit gemelo por 17% del PBI.

A su vez, de esos 17 puntos del PBI, 15 corresponden al déficit consolidado entre el Tesoro y el Banco Central. Por lo tanto, no existe solución viable en la que se evite atacar al déficit fiscal.

Al mismo tiempo, de esos 15 puntos de déficit fiscal, 5 corresponden al Tesoro Nacional y 10 al Banco Central, por lo que la solución implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional de cinco puntos del PBI, que, a diferencia del pasado, caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado”.

El déficit fiscal primario estipulado en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para 2023 era 1,9%.

Los desequilibrios instrumentados por el exministro de Economía Sergio Massa este año, al calor de su campaña presidencial, dispararon el porcentaje a entre 2,8% y 4%, según estimaciones privadas de diverso origen. Algunos suman otros renglones y elevan la estimación algún punto más.

Para escalar al 15% denunciado, Milei mezcla linealmente el gasto estatal con la posición de Leliqs y otros pasivos del Banco Central.

Las Leliqs, que son letras de respaldo a los depósitos bancarios en pesos, son un problema grave para algunos economistas, o secundario para otros, más allá de abordajes ideológicos.

Lo que está claro es que ninguna estimación seria permite sumarlos en un discurso de apertura de un gobierno con el fin subalterno de justificar ajustes draconianos por venir.

“Inflación plantada”

El presidente puso en la batidora antecedentes del “Rodrigazo” (el plan de ajuste presentado por el ministro de Economía Celestino Rodrigo) de 1975, el pico de precios actual y los pasivos remunerados del Banco Central para llegar a una novedosa categoría: la “inflación plantada”.

“Esta es la herencia que nos deja, una inflación plantada del 15.000% anual, [contra] la cual vamos a luchar con uñas y dientes para erradicarla”, dijo Milei este domingo.

La altísima inflación argentina de 2023 será del orden de 150% a 180%, habida cuenta de la aceleración en curso.

No tiene sentido analizar el porcentaje que imaginó Milei, ni mucho menos considerar que eso es una “herencia”.

Acaso crea que es una forma de convencer a su base electoral de que la disparada inflacionaria producto de la inminente devaluación y aumento de tarifas no será tan difícil de sobrellevar.

La devaluación y la corrección de precios relativos estaban en la agenda de 2024 cualquiera fuera el ganador de las elecciones presidenciales, pero es responsabilidad de Milei elegir el camino de llevarlas a cabo.

Como intento de crear un fantasma para amortiguar los efectos de sus decisiones, suena burdo.

Cuenta de la deuda

Alguien le acercó a Milei una cuenta de la deuda de 30.000 millones de dólares por pago de importaciones, giro de utilidades pendientes por 10.000 millones de dólares, las Leliqs del Banco Central, el juicio del fondo Burford por la estatización de YPF y los bonos del Tesoro en pesos, y llegó a otra cifra de impacto: 100.000 millones de dólares a ser pagados en 2024.

Si Milei decide saldar todas esas cuentas, será su voluntad. Algunas son deudas amenazantes para la estabilidad del país mientras otras son refinanciables.

También hay obligaciones habituales del Estado y algunas que forman parte de decisiones políticas. Una vez más, una mezcolanza que malversa la situación real.

Muertes por Covid

Milei también faltó a la verdad a la hora de evaluar las muertes por coronavirus. Dijo: “Durante la pandemia, si los argentinos hubieran hecho lo que hizo la media de los países del mundo, hubiéramos tenido 30.000 muertos. Pero gracias al 'Estado que nos cuida' y a su ineficiencia, 130.000 argentinos perdieron la vida”.

A septiembre de 2022, Argentina tenía menos fallecidos cada 100.000 habitantes que países vecinos como Perú, México, Chile y Brasil.

Medida por exceso sobre las muertes habituales entre enero de 2020 y marzo de 2021, Argentina se ubica en la base de la pirámide de América Latina.

“Empleo estancado”

Milei habló de empleo. Dijo que los puestos en el sector privado se mantienen estancados en seis millones. Falso.

El gobierno de Alberto Fernández tiene muchas cifras negativas para exhibir en cuanto al valor del salario, sobre todo de los trabajadores en negro, inflación y pobreza.

En empleo, se registran alzas en los segmentos de asalariados inscriptos, registrados e informales.

Entre diciembre de 2019 e igual mes de 2023, los puestos de asalariados formales crecieron en más de 300.000, cifra no desdeñable si se tiene en cuenta el derrumbe de Macri, quien felicitó a Milei por su discurso inaugural.

“Baño de sangre”

El nuevo presidente aludió a la inseguridad, tema omnipresente en los medios y factor primordial de preocupación de muchos argentinos.

“Nuestros desafíos no terminan solamente en el plano económico. El nivel de deterioro de nuestro país es tal que abarca todas las esferas de la vida en comunidad. En materia de seguridad, Argentina se ha convertido en un baño de sangre”, dijo Milei.

Aunque el robo es una realidad acuciante en barrios de las grandes ciudades, la alusión de Milei lució una vez más exagerada a la luz de los datos reales.

La Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Delito dio datos de 2022 que indican que en Argentina ocurrieron 4,3 homicidios cada 100.000 habitantes, una cifra muy inferior a la mayoría de los países de América Latina. Por ejemplo, la ratio llega a 21,3 en Brasil, 6,7 en Chile y 11,2 en Uruguay.

“Los delincuentes caminan libres, mientras los argentinos de bien se encierran tras las rejas. El narcotráfico se apoderó lentamente de nuestras calles, a punto tal que una de las ciudades más importantes de nuestro país ha sido secuestrada por los narcos y la violencia”, dijo en referencia a Rosario, urbe del noreste argentino que multiplica varias veces el promedio de asesinatos nacional. La cantidad de encarcelados, muy superior a la de décadas atrás, demuestra otra afirmación liviana del ultraderechista.

Los niños que no terminan la escuela

Milei reservó unas líneas a la educación. “Para que tengan en cuenta el deterioro que vivimos, sólo el 16% de los chicos se reciben [se gradúan] en tiempo y forma en la escuela, sólo 16 de cada 100, el 84% no termina la escuela en tiempo y forma”.

La misma nota de la que Milei probablemente leyó el título, pero no el contenido, desmenuza la estadística elaborada por la organización Observatorio de Argentinos por la Educación. Quienes terminan la escuela primaria y secundaria en 12 años, tiempo estipulado en el calendario, son 52% de los alumnos, en un país con una tasa de escolaridad primaria entre las más altas del mundo. Del resto, la mitad (cerca de 25% del total) completa la secundaria más tarde, según el cómputo de 2020.

Para reducir el 52% al 16% la porción de quienes “terminan la escuela en tiempo y forma”, tal como Milei se permitió decir frente a sus votantes, las cámaras legislativas y mandatarios extranjeros, mezcló un análisis sobre los conocimientos mínimos de comprensión de textos y matemáticas que esa ONG consideró mensurables, entre muchas metodologías que arrojan otros resultados.

Es decir, el economista combinó un dato duro, como la matrícula escolar, con una evaluación de conocimiento que podrá o no ser respetable, pero se refiere a otra cosa. Peras, manzanas y el valor de la palabra pública de quien acaba de llegar a la presidencia.

Nota publicada originalmente en eldiarioar.com.