Según la Comisión Australiana de Derechos Humanos, los aborígenes y los habitantes de las islas del estrecho de Torres, situadas en el extremo norte del país, al sur de la isla de Nueva Guinea, representan aproximadamente el 3% de la población australiana.
Estas comunidades enfrentan una grave disparidad en la calidad de vida en comparación con el resto de la población. Sufren desventajas financieras, educativas, sus viviendas son de menor calidad, y además padecen aislamiento social debido, en gran parte, al racismo. En estas comunidades, de acuerdo a estudios oficiales, se experimentan niveles más altos de angustia psicológica y desempleo que en el resto de la sociedad australiana.
El 20% de los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres viven en zonas remotas o muy remotas y tienen una esperanza de vida aproximadamente diez años menor que el resto de la población del país. Además, la violencia física y sexual hacia las mujeres está más extendida que en las comunidades no indígenas, y los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres tienen muchas más probabilidades de ser encarcelados. Paralelamente, aproximadamente una duodécima parte de los adultos aborígenes y los isleños del estrecho de Torres forman parte de las denominadas generaciones robadas, niños que fueron separados de sus familias naturales de manera forzada cuando eran niños.
En un intento de abordar esta desigualdad, los australianos tendrán la oportunidad de votar si la Constitución debería modificarse “para reconocer a los primeros pueblos de Australia mediante el establecimiento de una voz aborigen e isleña del estrecho de Torres”.
Según el gobierno australiano, que encabeza el primer ministro laborista Anthony Albanese, “La Voz” -que es el nombre con el que se conoce coloquialmente a la consulta- será elegida por los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres y “dará consejo independiente al Parlamento y al gobierno”. Además, “trabajará junto con las organizaciones y estructuras tradicionales existentes”.
El referéndum se realizará el 14 de octubre y es apoyado por Albanese, primer ministro desde mayo del año pasado, quien manifestó que la aprobación de la modificación constitucional sería “una oportunidad única en su generación de unir a nuestro país y cambiarlo para mejor”.
Según un sondeo publicado por Radio Francia Internacional, 60% de los australianos están en contra de la reforma, aunque el año pasado la mayoría de la población estaba a favor del cambio. La votación comenzó en lugares remotos del país el lunes, y las autoridades están utilizando helicópteros, barcos y aviones para llegar a 750 puestos de votación antes del 14 de octubre.
La proposición generó protestas, tanto a favor como en contra de la posible modificación constitucional. El sábado cientos de manifestantes se reunieron en Canberra, la capital australiana. Una manifestante, Faye Beva, dijo a la agencia de noticias AFP que “La Voz” causará más división en el país. Activistas llevaban pancartas con mensajes parecidos, como “Voten no a la voz de la división”. Esta protesta no estuvo asociada con el principal grupo que se opone a la reforma, Fair Australia, que está vinculado a Simeon Boikov, un conocido militante antivacunas, partidario del presidente ruso, Vladimir Putin.
También decenas de miles de personas se manifestaron en ciudades australianas a favor de la reforma. En un discurso en Melbourne, la ministra para los Indígenas Australianos, Linda Burney, declaró: “Durante 65.000 años los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres han hablado 363 idiomas, pero no tienen voz”. Miles de personas también se reunieron en Canberra, Brisbane y Sídney. Además, hubo protestas a favor de “La Voz” en Nueva York, donde cientos de personas marcharon a través del puente de Brooklyn, según informó el periódico británico The Guardian.
La agencia de noticias australiana ABC visitó comunidades aborígenes e isleñas del estrecho de Torres para pedirles su opinión sobre el referéndum. Aunque algunos indígenas reconocen los beneficios potenciales de colaborar con el gobierno y expresar sus opiniones, otros no tienen conocimiento del referéndum y la falta de información transparente generó incertidumbre.
Al respecto, la senadora Jacinta Nampijinpa Price, cuya madre es warlpiri, uno de los pueblos originarios del país, declaró: “El primer ministro le debe al pueblo australiano una demostración clara, concisa y realista de cómo su Voz logrará los resultados que todos los buenos australianos quieren para nuestros marginados”.