Uno de los temas centrales de la campaña electoral estadounidense fue colocado en la agenda por el candidato republicano, Donald Trump, con un fuerte discurso antiimigración.

El expresidente responsabilizó a los extranjeros indocumentados por los problemas de seguridad pública y el aumento del delito, y prometió deportaciones masivas así como la eliminación de derechos que las leyes les reconocen a los migrantes. Reiteró además su voluntad de terminar de construir un muro que separe Estados Unidos de México.

A su vez, Kamala Harris, que como vicepresidenta integró un gobierno que no logró solucionar el problema de la migración y que fue duro con las personas que llegaron indocumentadas (por ejemplo mediante restricciones al derecho de asilo), se vio arrastrada hacia la retórica de Trump. Sin embargo, se diferenció con promesas como la de impulsar una reforma que habilite un “camino hacia la ciudadanía” para los migrantes que ya viven en el país.

La candidata demócrata, por otra parte, puso énfasis en el acceso a la salud, mediante una profundización del Obamacare y, en particular, con el restablecimiento del derecho al aborto.

Después de que la Corte Suprema dejara sin efecto un fallo que permitía interrumpir voluntariamente el embarazo en todo Estados Unidos, Harris defendió buscar ese mismo efecto mediante una ley nacional. Trump, en cambio, argumentó que la legislación sobre aborto debe quedar en manos de los estados, muchos de los cuales lo prohibieron casi en la totalidad de los casos.

En materia económica, en las propuestas de los candidatos se cruzaron otros temas que los distancian, entre ellos el del medioambiente. Harris defendió las energías renovables y los vehículos eléctricos, mientras que Trump, que niega el cambio climático, celebró los vehículos eléctricos que fabrica su aliado Elon Musk, pero defendió también los combustibles fósiles. Prometió a sus votantes que Estados Unidos volverá a fabricar los dos tipos de vehículos, y que su industria recuperará el lugar que China le quitó.

Entre sus propuestas, incluyó aranceles de entre 10% y 20% a todos los productos importados, y algunos más altos para los provenientes de China. También Harris defendió los aranceles a algunas importaciones chinas en aquellas industrias que busca promover en su país, como la de los autos eléctricos, pero aclaró que no los aplicaría a todos los productos de ese origen, porque esto podría encarecer los precios para los consumidores estadounidenses.

Mientras Trump prometió recortar impuestos a las grandes empresas, como hizo en su gobierno, Harris abogó por gravar las ganancias de las grandes empresas y aplicar deducciones fiscales para pequeños comercios.

Los dos candidatos prometieron beneficios para los trabajadores, ya sea mediante programas de reducción de impuestos, capacitación, préstamos o planes de acceso a la vivienda.

Fuera de los discursos de campaña, varios colaboradores de Trump trabajaron en el llamado Proyecto 2025 de la Fundación Heritage, que incluye desde medidas contra los migrantes hasta el combate a la diversidad sexual, la igualdad de género y los derechos reproductivos. Esa agenda, que Trump se negó a asumir como propia, se opone al cambio climático con la misma convicción con la que promueve la expulsión de empleados estatales para reemplazarlos por funcionarios leales al presidente.