Al igual que hace cuatro años, el 5 de noviembre el actual presidente, el demócrata Joe Biden, y el exmandatario republicano Donald Trump pugnarán por permanecer, el primero, y por retornar a la Casa Blanca, el segundo.

Este nuevo mano a mano entre los dos indiscutibles líderes políticos estadounidenses refleja una evidente falta de renovación –Biden tiene 81 años y Trump 77–, basada quizá en un clima de época marcado profundamente por las incertidumbres que vienen cuestionando el liderazgo de Washington a nivel mundial.

En este marco de polarización total en el ambiente político interno y cuando falta mucho para las elecciones, el discurso sobre el estado de la Unión que brindó Biden, este jueves por la noche en la sede del Congreso, en Washington, tuvo una importancia particular.

Como era de esperar, el mandatario convirtió su mensaje ante los legisladores, que fue seguido, además, por millones de personas en directo, en el lanzamiento de su campaña, y si bien nunca nombró a Trump, lo invocó en repetidas ocasiones enfatizando el peligro para la democracia que significaría el retorno del magnate neoyorquino a la presidencia.

Biden, a su vez, tenía el desafío de demostrar ante quienes lo estaban escuchando que su condición física e intelectual es buena, un punto que le ha jugado particularmente en contra, incluso desde antes de llegar a ser electo presidente en 2020.

De buen humor, pero enfático y hablando en un tono alto durante algo más de una hora, el líder de los demócratas de entrada planteó tres temas: la guerra en Ucrania, el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020 y los derechos reproductivos, cuyo enfoque cambiaría por completo si el republicano lograra vencerlo en las elecciones.

Lejos de mostrar un tono conciliador, Biden, aun reconociendo los problemas que existen, se mostró como el único capaz de conducir al país frente al extremismo de su oponente. “Como lo he hecho desde que fui elegido para el cargo, les pido a todos, sin importar el partido, que se unan y defiendan nuestra democracia”, dijo Biden a los legisladores reunidos, exponiendo claramente lo que está en juego en la contienda de noviembre. “Mi predecesor y algunos de ustedes [haciendo alusión a los más fieles aliados de Trump dentro de las filas republicanas] intentan enterrar la verdad del 6 de enero. Yo no lo haré”, dijo.

“Este es el momento de decir la verdad y sepultar las mentiras. Los insurrectos asaltaron este mismo Capitolio y pusieron una daga en la garganta de la democracia estadounidense. Muchos de ustedes estaban aquí en ese día tan oscuro. Esos insurrectos no eran patriotas. El 6 de enero y las mentiras sobre las elecciones de 2020, y los complots para robar las elecciones, supusieron la amenaza más grave para nuestra democracia desde Lincoln y la guerra civil. Fracasaron. La democracia prevaleció. Pero la amenaza persiste; la democracia debe ser defendida”, insistió Biden, de acuerdo a lo que consignó el portal Político.

El tono general del discurso cayó muy bien y significó un alivio en filas demócratas, porque las dudas sobre la salud del presidente eran también un motivo de inquietud en el partido de gobierno.

“Nadie va a hablar ahora sobre deterioro cognitivo”, expresó el representante demócrata por el estado de Nueva York, Jerry Nadler, después de las palabras del mandatario.

También fue celebrada por los demócratas la manera en la que el presidente confrontó con algunos legisladores republicanos que interrumpieron su discurso, algo que suele ser frecuente en estas instancias, en las que suele haber pequeños debates no exentos de agresividad.

Remarcando el tema de su edad, Biden se describió a sí mismo como una mano experimentada y firme, incluso si se estaba volviendo viejo, pero hábilmente el presidente empleó su alocución para demostrar que la vejez también puede ser un signo de sabiduría.

En un momento de su discurso, Biden señaló que nació durante la Segunda Guerra Mundial y recordó cómo Franklin Delano Roosevelt en 1941 instó al Congreso, que en un primer momento tenía una tendencia aislacionista, a ayudar a un mundo en peligro por la guerra. El actual presidente estadounidense trazó un paralelismo entre ese momento y las amenazas actuales de la nación, tanto en lo interno como en lo internacional –en particular, seguir presionando a los republicanos para que sigan apoyando el financiamiento de la lucha de Ucrania contra la invasión de Rusia– y anticipó repetidamente lo que creía que estaba en juego en su inminente revancha con Trump.

“Ahora somos nosotros quienes enfrentamos un momento sin precedentes en la historia de la Unión”, dijo Biden. “Y mi propósito esta noche es despertar a este Congreso y alertar al pueblo estadounidense de que este tampoco es un momento cualquiera”. De inmediato, y colocando a Trump dentro de su misma escala generacional, agregó: “Otras personas de mi edad ven una historia diferente. Una historia estadounidense de resentimiento, venganza y retribución. Ese no soy yo”.

Analistas políticos estadounidenses recordaron que el discurso sobre el estado de la Unión fue utilizado de manera beneficiosa por Biden durante su presidencia.

El año pasado, ganó un intercambio improvisado con republicanos que lo abucheaban mientras hablaba sobre el futuro de la seguridad social y los planes de salud. Pero si bien las encuestas internas de la Casa Blanca de hace un año revelaron que el discurso del presidente alivió las dudas de algunos votantes sobre la edad de Biden, los asesores del mandatario reconocieron que el discurso de este jueves era una instancia mucho más importante por tratarse de un año electoral.

En la próxima semana ya comenzarán a conocerse nuevas encuestas, en las que se tendrá en cuenta el impacto que tuvo esta nueva intervención pública de Biden.

Este jueves el presidente nuevamente chocó con los republicanos en algunos temas. En una parte de su discurso, el líder demócrata destacó las mejoras económicas que está teniendo el país. Biden, quien asumió la presidencia durante la pandemia de coronavirus, que conllevó una crisis económica e inflacionaria en el país, destacó que la inflación pasó del 9% al 3% y que seguirá descendiendo en los próximos meses.

El mandatario, además, destacó que en los últimos tres años de su administración se generaron 15 millones de nuevos puestos de trabajo y remarcó que el actual índice de desempleo es el más bajo en el país en los últimos 50 años.

Por otra parte, y abordando otro de los grandes problemas que afronta Estados Unidos, la crisis migratoria en la frontera sur, Biden les reclamó a los republicanos que acepten un acuerdo bipartidista para solucionar la situación, recordando que hace pocas semanas, a instancias de Trump, el bloque de la oposición se opuso a aprobarlo. Uno de los temas por los que más viene siendo cuestionando Biden en los últimos meses es su posición en la guerra entre Israel y Hamas, tema sobre el cual el mandatario no se había pronunciado en un discurso importante desde los días posteriores a los ataques del 7 de octubre que dieron inicio al conflicto.

De hecho, la manera en que su administración viene manejando el tema ha repercutido negativamente en su imagen en las encuestas y directamente en un resquebrajamiento en las bases de su partido.

Pero el discurso de la noche de este jueves también le dio a Biden la oportunidad de replantear el conflicto, de articular más claramente por qué Estados Unidos viene respaldando a Israel a pesar de la situación extrema que está padeciendo buena parte de la población de Gaza.

En su discurso, Biden hizo equilibrio, reconociendo, por un lado, el derecho de Israel a defenderse de las agresiones externas y, por otro, confirmando lo que habían anunciado funcionarios de su gobierno horas antes: que el ejército estadounidense construirá un muelle en el puerto de la Franja de Gaza con la finalidad de hacer llegar ayuda humanitaria al enclave palestino, donde la situación de la población civil es de extrema gravedad luego de más de cinco meses de constantes ataques israelíes.

Biden remarcó en su alocución que “Israel tiene la responsabilidad fundamental de proteger a los civiles inocentes en Gaza” y que él y los más altos funcionarios de su administración “trabajan sin parar” para lograr “un alto el fuego inmediato que duraría al menos seis semanas”.

Trump: “El peor discurso sobre el estado de la Unión de la historia”

Al mismo tiempo que Biden estaba hablando en Washington, Trump estaba mandando mensajes desde su red social, Truth, criticando el discurso de su oponente. El líder republicano dijo que el de su rival “debió ser el más airado, menos compasivo y el peor discurso sobre el estado de la Unión de la historia. Ha sido una vergüenza para nuestro país”.

Trump, a su vez, en tono de sorna, advirtió a quienes leyeron sus mensajes: “No le den la mano [a Biden], que estuvo tosiendo en ella toda la noche”.

El exmandatario también llamó a su sucesor como “Corrupto Joe”. Dijo que “está enojado y loco”, y sobre su cabellera dijo que “tiene mejor pelo adelante que atrás”.

Lecciones del supermartes

Como era previsible, el martes las candidaturas a la presidencia de Biden y Trump quedaron totalmente consolidadas luego de la instancia del denominado “supermartes”. Ese día fue decisivo en las internas partidarias, porque hubo elecciones en 16 estados del país, entre ellos California, Texas, Colorado y Virginia, donde se repartieron un tercio de los delegados totales que votarán en las convenciones nacionales y elegirán al candidato presidencial para noviembre.

En el partido republicano se eligieron en esta instancia un tercio del total de delegados (854 de 2.429) que estarán en la convención nacional.

En tanto, los candidatos demócratas se jugaron 1.420 delegados, prácticamente también un tercio, de cara a la convención de su partido.

Biden no tenía rivales en la interna demócrata, por lo que, pese a las resistencias internas que tiene dentro de su sector, se impuso ampliamente ante las otras candidaturas, que fueron meramente testimoniales.

En el caso de Trump, ganó por amplio margen en California, Texas, Alabama, Colorado, Maine, Oklahoma, Virginia, Carolina del Norte, Tennessee, Arkansas, Minnesota y Massachusetts. La contundencia de los resultados hizo que al día siguiente quien era su contrincante en la interna republicana para llegar a la Casa Blanca, la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, bajara su candidatura, aunque al hacerlo no pidió que sus seguidores votaran a Trump en noviembre.

De todas maneras, la resistencia de Haley, que enfrentó a Trump en más de 20 elecciones internas a lo largo y ancho del territorio estadounidense, les dio a los demócratas algunos datos importantes sobre las debilidades del que será el candidato republicano.

Haley, que durante el gobierno de Trump fue la embajadora estadounidense en la Organización de las Naciones Unidas, derrotó al magnate en Vermont y en el Distrito de Columbia y además consiguió más del 40% de los apoyos en los estados de New Hampshire y Utah.

Y aunque los buenos resultados de Haley en esos lugares apenas afectaron a Trump en el resultado global de las primarias, los números dejaron en claro vulnerabilidades muy específicas para el expresidente en su camino a las elecciones generales.

Ahora la situación quedó totalmente clara y en la Convención Nacional del Partido Republicano que se celebrará del 15 al 18 de julio en la ciudad de Milwaukee, en el estado de Wisconsin, Donald Trump será proclamado candidato presidencial del sector.

Un mes después se celebrará la Convención Nacional del Partido Demócrata en Chicago, la ciudad más importante del estado de Illinois, donde el que será ungido como postulante a la reelección será Biden.

2020 no es igual a 2024

Si bien los candidatos que se enfrentarán en noviembre son los mismos que hace cuatro años, la situación no lo es. En ese momento Trump estaba seriamente desgastado y Biden fue elegido por la mayoría de los estadounidenses.

Pero ahora, si bien la economía está en un momento de solidez y su oponente es sumamente impopular, la situación es otra. De acuerdo a un estudio presentado recientemente por The New York Times en colaboración con el Siena College, las encuestas muestran que Biden está atrás de Trump en estados que aportan por encima de 270 votos en el colegio electoral, y en la última encuesta el republicano está cinco puntos encima del demócrata, 48% contra 43%.

Ante la pregunta de por qué un candidato como Trump supera a Biden, los analistas encuentran varias debilidades en el actual mandatario, como su edad, el manejo de la guerra en la Franja de Gaza, la no resolución de la situación fronteriza y la preocupación de muchos ciudadanos estadounidenses por la inflación, que si bien está bajando, todavía no lo está tanto como para que se sienta en el bolsillo de los estadounidenses de clase media y media baja. Pero los analistas finalmente coincidieron en que, si bien estas razones pesan, hay una más sencilla que explica todo: Biden es muy impopular.

En efecto, es tan impopular que ahora es incluso menos popular que Trump, que sigue siendo tan impopular como lo era hace cuatro años, cuando perdió las elecciones.

La impopularidad de Biden, según The New York Times, trastocó la dinámica esperable las elecciones de noviembre, convirtiendo la que parecía una revancha de final predecible en una carrera que no guarda similitud alguna con las elecciones de 2020, cuando Biden era un candidato atractivo y aceptable entre los ciudadanos ideológicamente diversos que rechazaban de plano a Trump.

Por el contrario, ahora muchos votantes están ante la situación de tener que elegir entre dos candidatos que no les gustan, que es justamente lo que los demócratas quisieron evitar cuando nominaron a Biden en 2020, y es lo que los demócratas lograron mayormente evitar en las elecciones intermedias de 2018 y 2022, al nominar candidatos aceptables o ya en funciones contra adversarios de la marcada derecha republicana.