Con el presidente Anura Kumara Dissanayake, que prestó juramento el lunes, Sri Lanka tiene por primera vez un jefe de Estado fuertemente izquierdista. Debido a que el estado insular todavía está muy endeudado, las señales ahora apuntan a un nuevo comienzo, que Dissanayake, que heredó grandes desafíos, debería lograr.
En su toma de posesión prometió una “era de renacimiento”. El día anterior ya había declarado que el sueño de un nuevo comienzo sólo era posible si incluía a todos los grupos de población: cingaleses, tamiles y musulmanes. Y aunque no hubo grandes celebraciones por la victoria, el lunes fue declarado feriado.
Los círculos empresariales se muestran escépticos ante el nuevo presidente. Temen que el Estado interfiera demasiado en el sector privado. Dissanayake, en tanto, declaró que haría de la estabilidad económica del país su máxima prioridad y buscaría apoyo internacional.
“Dissanayake es el primer presidente de Sri Lanka que es un hombre del pueblo”, elogia Paikiasothy Saravanamuttu, director del Centro de Políticas Alternativas (CPA) de Colombo.
De 3% a 42%
El hecho de que el presidente electo haya obtenido más del 42% de los votos en las elecciones del sábado ya confirma un cambio político: en las presidenciales de 2019 había obtenido apenas el 3%.
Dissanayake, de 55 años, se presentaba ahora como candidato de la alianza de izquierda Poder Popular Nacional (NPP), que incluye al Frente Popular de Liberación (Janathā Vimukthi Peramuna-JVP), tradicionalmente a favor de la intervención estatal y la reducción de impuestos y de políticas económicas de izquierda.
Dissanayake, que ganó con una clara ventaja sobre el anterior líder de la oposición, Sajith Premadasa, prometió durante la campaña electoral aumentos salariales y ayuda para la población. Sin embargo, hay poco margen financiero para eso. Desde marzo de 2023, un paquete de rescate del Fondo Monetario Internacional de 2.900 millones de dólares ayudó a Sri Lanka a mejorar su situación económica y controlar el colapso monetario y la inflación. El acuerdo fue negociado por el presidente interino, Ranil Wickremesinghe, que ahora obtuvo apenas el tercer puesto.
Disculpa por la violencia anterior de su partido
Anura Kumara Dissanayake proviene de un entorno humilde, pero llegó a la universidad y se involucró en la política universitaria. Durante la guerra civil (1983 a 2009) se unió al comunista JVP.
El JVP llevó adelante dos insurrecciones armadas contra el Estado de Sri Lanka, en 1971 y 1987, que provocaron decenas de miles de muertes. La población mayor no lo ha olvidado y el nuevo presidente se disculpó por los hechos.
Al mismo tiempo, encontró seguidores entre la minoría musulmana. Gunavijayah Cassim, de 62 años, no lo votó, pero destaca que “su partido no favorece a ninguna comunidad religiosa”.
Las cuestiones económicas son cruciales para las elecciones
La declaración de Cassim es particularmente importante si se toma en cuenta que el gobierno del ex primer ministro Mahinda Rajapaksa, ganador en las elecciones de hace cinco años, se basó, en gran medida, en el nacionalismo budista.
Ahora las elecciones han sido “decididas principalmente por la narrativa anticorrupción y las cuestiones económicas”, señala Rohan Samarajiva, observador político de Sri Lanka.
El número de personas que viven por debajo del umbral de pobreza se duplicó debido a la pandemia y la crisis económica. Dissanayake es reconocido como un buen organizador, pero ¿también podrá cumplir?
Este artículo fue publicado originalmente en TAZ.