En el primer día del año, Rusia atacó con drones el distrito Pechersk, en Kiev, la capital de Ucrania. El resultado fue de dos personas muertas y siete heridas, entre ellas dos embarazadas, según Efe. Además, el ataque dañó locales del Parlamento ucraniano.
El presidente del Parlamento, Ruslan Stefanchuk, informó a través de Facebook que “la onda expansiva dañó los edificios circundantes, incluso los edificios administrativos del Parlamento ucraniano, donde se encuentran los comités y departamentos de la Rada Suprema de Ucrania.
El edificio está a 50 metros de la oficina del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y a 300 metros del edificio principal del Parlamento, donde los diputados mantienen sesiones ordinarias.
Stefanchuk dijo que aún se evalúa el alcance de los daños causados por el ataque, y que el personal del Parlamento está haciendo lo posible “para eliminar rápidamente las consecuencias del ataque y garantizar el funcionamiento ininterrumpido de la Rada Suprema de Ucrania y sus órganos”.
De acuerdo con Efe, Rusia ya había amenazado en repetidas ocasiones con atacar los “centros de toma de decisiones” de Kiev, y casi a diario se han lanzado drones y misiles sobre la capital y sus alrededores.
Por su parte, Zelenski afirmó tras el ataque que a Rusia “lo único que le importa es hacerle daño a Ucrania”. “Incluso en la víspera de Año Nuevo, Rusia sólo se preocupó por cómo hacerle daño a Ucrania. Ciento once drones de ataque contra nuestras ciudades”, denunció el presidente en un mensaje de Telegram.
A su vez, resaltó que la mayoría de los drones no alcanzaron los objetivos gracias a los sistemas de defensa antiaérea, los grupos de fuego móviles y los sistemas de guerra electrónica.
En ese sentido, según la Fuerza Aérea ucraniana, lograron derribar 63 de los 111 drones lanzados por Rusia, mientras que 46 desaparecieron de los radares.
En febrero, la guerra entre Rusia y Ucrania cumplirá tres años. El mismo miércoles, Ucrania dejó de ser país de tránsito de gas natural ruso hacia Europa, tras negarse a prorrogar un contrato con Moscú que vencía el martes 31. La medida no sólo perjudica a Moscú, sino también a países que compraban el producto, como Austria, Hungría, Eslovaquia y Moldavia.