Voy a referirme a un hallazgo, no menor, contenido en la información enviada desde el Poder Ejecutivo al Parlamento como parte del proyecto de ley de Presupuesto.

Junto con el texto del proyecto de ley, el Poder Ejecutivo siempre envía los tomos con los cuadros que desglosan los importes destinados a cada inciso, programa u objeto del gasto, y todo esto es acompañado por el “Mensaje del Poder Ejecutivo”, que sería la redacción argumental política de lo que son los planes de gobierno plasmados en el proyecto de Presupuesto.

Justamente es en ese mensaje que se cita como fuente un instituto privado, un think tank, como suele llamarse: el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) al que se menciona al menos en dos tramos del mensaje: en una ocasión en relación a un Índice de Vulnerabilidad Comercial, y luego en relación a las características nocivas de la política fiscal uruguaya. Si las opiniones de este centro llegan al Parlamento a tratar de influir en la discusión de los legisladores, amparados institucionalmente por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), creo que es de recibo enterarnos de quiénes nos asesoran y qué vínculos tienen.

El Consejo Ejecutivo del CED está conformado por jóvenes y conocidos militantes del Partido Nacional y Colorado.

El director ejecutivo es Agustín Iturralde, economista, ex integrante de la CGU en su época de estudiante universitario, e hijo del presidente del Directorio del Partido Nacional, Pablo Iturralde. También es profesor en la ORT y columnista del diario El País.

El subdirector es Diego Murara, quien fuera candidato a alcalde por el Partido de la Concertación, pero es originalmente del Partido Colorado. Completan el equipo de dirección otros dos profesionales, el doctor en derecho Martín Míguez, de filiación colorada, y el doctor en medicina Felipe Paullier, actual director del Instituto Nacional de la Juventud y de filiación blanca. Todos ellos son profesionales sub 35. Cuentan con un Consejo Académico Nacional donde encontramos reconocidos académicos de derecha, como Mercedes Benavente, Adolfo Garcé e Ignacio Munyo.

Hasta aquí, sólo cabe preguntarse por qué el MEF no pudo construir su argumentación a partir de la información generada en la Universidad de la República, o los organismos internacionales de los cuales el país es miembro. O podríamos hacer el ejercicio intelectual de imaginar cuál habría sido la reacción de los partidos tradicionales si en gobiernos del Frente Amplio el MEF hubiera apoyado su ley de Presupuesto en informes producidos por el Centro Artiguista por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Fundación Rodney Arismendi o la Vivian Trías.

Pero en realidad la relación entre el CED y dos de los partidos que integran la coalición no es lo que nos preocupó más, sino su relación con una red internacional de think tanks, según consta en su página en internet. Bajo el título “Alianzas estratégicas”, allí figuran Atlas Network, Konrad Adenauer y Property Right Alliance, entre otras.

Me pregunto si todos los miembros de la coalición serán absolutamente conscientes de hasta dónde se extienden los límites de su alianza multicolor. Si no es así, están a tiempo de reaccionar.

Por otra parte, el Consejo Académico Internacional se integra por varios profesionales con estrechos vínculos con la Sociedad Mont Pelerin, que fue formada en 1947 como una reacción al New Deal (la versión estadounidense del Estado de bienestar), fundada por el economista Friedrich Hayek (conocido entre los historiadores económicos como el padre del neoliberalismo). Tuvo como uno de sus referentes a nuestro muy conocido Milton Friedman. La Sociedad Mont Pelerin fue la usina de ideas para regímenes tan nefastos como los encabezados por Margaret Thatcher, Ronald Reagan y el propio Augusto Pinochet.

Para hacernos una idea de la ideología que ampara esta sociedad, podemos mencionar que en 1981 el economista Hayek, de visita a la dictadura de Pinochet en Chile, declaraba para el diario El Mercurio: “La democracia tiene una tarea que yo llamo de higiene y que es el de asegurar que los procesos políticos sean conducidos de manera saludable. La democracia no es un fin en sí mismo, es una regla procedimental para asegurar la libertad... Pero [en determinadas circunstancias] preferiría sacrificar temporariamente a la democracia cuando no pudiera garantizar la libertad”. Y en otro tramo: “Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente”. Agregó, además, que “una dictadura puede ser un sistema necesario para un período de transición. A veces es necesario que un país tenga, por un tiempo, una u otra forma de poder dictatorial. Como usted comprenderá, es posible que un dictador pueda gobernar de manera liberal”.

Por último, y para tratar de redondear la caracterización del CED, voy a referirme sólo a una de las organizaciones que aparecen en su página web bajo el título “Aliados estratégicos”: la Atlas Network. Fundada en 1981, ha multiplicado su apoyo e influencia a nivel global mediante el financiamiento a cientos de usinas de ideas, como el CED de nuestro mensaje presupuestal. Sólo en 2016, y de acuerdo a la información brindada por la propia Red Atlas, distribuyeron cinco millones de dólares en apoyos a estos centros que promueven las ideas libremercadistas en todo el mundo.

¿De dónde provienen los fondos que la Red Atlas distribuye? De compañías como Pfizer, Procter and Gamble, y Shell, pero también obtuvieron fondos de las arcas de la NED (National Endowment for Democracy), una organización sin ánimo de lucro fundada en 1983, financiada en gran parte por el Departamento de Estado de Estados Unidos, y por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (más conocida por su sigla en inglés: la USAID).

En palabras de uno de los referentes de un think tank brasileño, Hélio Beltrão, que dirige el Instituto Mises, también beneficiario de los apoyos de la Red Atlas, y activo promotor del impeachment contra Dilma Rousseff: “Es como un cuadro de fútbol. La defensa son los académicos. Los delanteros son los políticos. Ya hicimos varios goles”, en referencia al impeachment contra Dilma. El mediocampo, agrega, son los “muchachos de la cultura” que “forman la opinión pública”.

El CED es la referencia académica elegida por el MEF para inspirar el mensaje del Poder Ejecutivo. Me pregunto si todos los miembros de la coalición serán absolutamente conscientes de hasta dónde se extienden los límites de su alianza multicolor. Si no es así, están a tiempo de reaccionar. Si lo saben y están de acuerdo, tenemos problemas más graves de lo que creíamos.

Lilián Galán es diputada del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio.