Dentro de la academia hay consenso a la hora de describir a los políticos demagogos. Se podría decir que estos “se dirigen a la ‘panza’ de las personas, levantando las pulsiones y los deseos elementales, mientras que el buen político produce argumentaciones, basándose en la razón de sus interlocutores”.1
Un cambio en el comportamiento de los demagogos se produjo en 2013, cuando la empresa Cambridge Analytica instauró una nueva forma de hacer política. El uso de análisis de big data determinó el fin de los discursos genéricos y masivos. Esta nueva tecnología, cuyo costo es extremadamente alto, permite hipersegmentar la publicidad, de manera de lograr enviar anuncios diferentes y eficaces según las características y los intereses que tenga la población, dando mayor margen a los demagogos para poder persuadir a los ciudadanos.
Este conjunto de técnicas llegó al Río de la Plata en 2015, durante la campaña presidencial de Mauricio Macri. Aquella campaña se basó en promesas que iban desde generar un millón de créditos hipotecarios a 30 años hasta bajar la inflación a un dígito. En cambio, sólo 10% de las propuestas fueron cumplidas, otro 45% fueron incumplidas totalmente, mientras que el 45% restante fueron incumplidas pero hubo algún avance.2
Cuatro años después, del otro lado del Río de la Plata, de cara a la segunda vuelta de las elecciones nacionales, la coalición de derecha encabezada por Luis Lacalle Pou lanzó una campaña estratégica en redes sociales en la que el foco estuvo en lo que la ciudadanía quería escuchar: baja de impuestos, baja de tarifas, mayor seguridad, cese del supuesto despilfarro generado por la administración anterior y generación de fuentes de empleo, entre otras. Esta coalición firmó, incluso, un documento llamado “Compromiso por el país” en el que se comprometió a llevar adelante un conjunto de políticas para atender las demandas de la ciudadanía. Su contenido era variado y diverso, destacándose: la eficiencia del sector público mediante la reducción de tarifas, prioritariamente las de combustibles y electricidad; el impulso y fomento a la incorporación de I+D; el desarrollo de una policía de cercanía, no sólo orientada a prevenir, disuadir y reprimir el delito, sino también a solucionar problemas de convivencia en sentido amplio; la defensa del poder de compra del salario y, en particular, de los salarios más sumergidos, además del reconocimiento de los Consejos de Salarios como pieza clave del sistema uruguayo de relaciones laborales.
Hoy, a ocho meses del cambio de gobierno, podríamos notar una semejanza entre la gestión de Lacalle Pou y aquel spot publicitario del Profesor Paradoja interpretado por el Corto Buscaglia.
El 1º de marzo asumió el gobierno encabezado por el presidente Lacalle Pou y al día siguiente, la principal noticia era una “adecuación de las tarifas” que se llevaría adelante debido a que los predecesores habrían dejado el precio de las tarifas demasiado bajo. ¡Paradoja! El primer acto demagógico del presidente de la República, que comenzó su gestión a contramano de lo prometido en la campaña.
Hoy, a ocho meses del cambio de gobierno, podríamos notar una semejanza entre la gestión de Lacalle Pou y aquel spot publicitario del Profesor Paradoja interpretado por el Corto Buscaglia. Al parecer, a todas las propuestas de campaña se las llevó el viento, puesto que hubo aumento de impuestos y tarifas, la seguridad ha empeorado (¡19 homicidios en los primeros 12 días de octubre!), tampoco se ha dotado de recursos al Ministerio del Interior para la construcción de los cuatro centros penitenciarios prometidos en la campaña, se le ha planteado un recorte presupuestal de 1.101 millones de pesos a la Universidad de la República, principal fuente de I+D que tiene el país y que tanto nos ha apoyado en la pandemia de covid-19, mientras que el salario real de los trabajadores cae debido al aumento sucesivo en el índice de precios al consumo (que golpea a los que menos tienen) y se prioriza la recaudación por sobre el consumo.
El alumno Paradoja ha salvado todas las pruebas para ser un gran demagogo: al igual que su hermano mayor en Argentina, les mintió en la cara a millones de compatriotas que quieren progresar, hundiéndoles sus salarios, mientras crea cientos de cargos de confianza y les aumenta el sueldo a los suyos.
José Gutiérrez es estudiante de Ciencia Política en la Universidad de la República.