“Somos una tremenda fuerza política. Vivimos siempre mirando el mañana, trazando nuestro futuro. Somos así en el Frente Amplio, y eso es lo que nos distingue”, señalaba el general Liber Seregni el 24 de noviembre de 1984, al cerrar la campaña electoral de entonces. Aquel día estaba soleado en Trinidad. El silencio sepulcral del interior, acompañado del ritual de un mate y la radio que sonaba de fondo con el discurso de Seregni, representa la realidad de muchas compañeras y compañeros que somos parte de esta fuerza política desde el interior del país. Que siempre estuvimos ahí, pero que construimos Frente Amplio desde un lugar distinto a la capital, con otros saberes y pareceres. Hoy las palabras de Seregni vuelven una vez más a llamarnos a la reflexión y la acción. Hablo desde ese territorio que muchas veces no se identifica como tradicionalmente frenteamplista, pero que tiene militantes que en todos los tiempos han estado para aportar y que hoy alzan su voz en el proceso de autocrítica de nuestra fuerza política.
El Frente Amplio se ha llamado a una reflexión. Tiene que ser esta una oportunidad para que la fuerza política salga aún más de la zona de confort metropolitana e integre, pensando en el futuro, de una nueva manera a las múltiples voces que desde el interior de nuestro país nos levantamos día a día a pensar y hacer izquierda desde otras realidades. Agradecemos la Ley de Trabajadores Rurales, así como el proceso de descentralización territorial, la llegada de la Universidad de la República a varias partes del territorio, entre otros logros. Pero también tenemos otras miradas sobre lo que faltó.
El proceso de autocrítica y reflexión del Frente Amplio sigue reproduciendo las lógicas metropolitanas que absorbieron a la fuerza política de gobierno en los últimos 15 años. El proceso de acumulación y construcción del Frente Amplio tiene una oportunidad histórica: integrar realmente a las y los compañeros del interior del país en un proyecto nacional progresista.
Esto requiere una nueva mirada programática, organizacional y social del Frente Amplio. Estas miradas integradas son la oportunidad para nuevos espacios de acumulación política que permitan a la fuerza política no sólo volver al gobierno, sino sobre todo plantear un auténtico modelo de desarrollo nacional integral.
Sobre nuestra mirada programática, el Frente Amplio debe convertirse –por excelencia– en la fuerza política que plantea el mayor alcance descentralizador de la gestión de gobierno y del modelo de desarrollo. Es necesario reivindicar desde nuestra fuerza política que la gestión desde los gobiernos locales, ya no sólo desde las intendencias, sino sobre todo desde los municipios, es la vía uruguaya hacia un nuevo modelo progresista. La devolución del poder a quienes realmente les pertenece, a vecinas y a vecinos que conocen genuinamente qué sucede en su territorio, qué pasa con las necesidades de obra pública y de servicios, es un camino revolucionario de ida (sin vueltas) que el Frente Amplio debe abrazar. ¿Qué nos quedó pendiente en el camino? Mayores esfuerzos de descentralización que den más vida aún a los espacios colectivos locales.
Este camino requiere otra manera de comprender cómo se consideran las necesidades locales, tanto en la gestión de gobierno como en el modelo de desarrollo país. Si el Frente Amplio realmente considerase las múltiples miradas desde el interior, otro hubiese sido el camino en materia de políticas ambientales. Para quienes vivimos cerca de lo que algunos montevideanos llaman el “interior” existe una serie de preocupaciones vinculadas a cómo convivimos con nuestros recursos naturales, que no necesariamente han sido comprendidos por la fuerza política a nivel nacional.
El proceso de autocrítica y reflexión del Frente Amplio sigue reproduciendo las lógicas metropolitanas que absorbieron a la fuerza política de gobierno en los últimos 15 años.
Respecto de la bajada programática que muchas de las políticas tuvieron desde el gobierno nacional hacia lo departamental y municipal, el saldo es negativo. Las políticas públicas pensadas, con la mejor de las intenciones, desde Montevideo no siempre recogieron las voces y miradas múltiples desde distintas partes del territorio. Más que bajada desde el nivel nacional hacia lo local, planteamos un proceso de formulación de políticas que suba desde lo local hacia lo nacional o que, en el mejor de los casos, sea directamente resuelto en lo local. El Frente Amplio es la fuerza política de la diversidad por excelencia, ese es nuestro capital de futuro y muchas veces las miradas desde el interior no fueron consideradas o quedaron perdidas en promesas en alguna visita a nuestros departamentos de algún jerarca que no volvió más. Se requiere que la fuerza política priorice la mirada desde el territorio de manera equitativa. Vale tanto la palabra de un compañero de Montevideo como la palabra de una compañera de Flores.
¿Cómo se traducen estas demandas de manera organizacional en la fuerza política? La canalización de la descentralización programática requiere acciones concretas en la organización del Frente Amplio que se nos viene. El proceso de acumulación política que nos permitió ganar ocho intendencias en 2005, cinco intendencias en 2010 y seis en 2015 fue de diálogo y alianzas con diversas miradas locales. ¿Por qué se fue perdiendo eso? Entre otros motivos, por los problemas de desgaste naturales por ser una fuerza de gobierno, los escándalos vinculados al manejo de ciertos recursos públicos, pero también por la ausencia de una comprensión de temas asociados a lo territorial.
Ciertos jerarcas compañeros del Frente Amplio prometieron venir más de una vez a estar presentes en el territorio, por ejemplo, de Flores, y nunca más en los cinco años de gobierno se los vio por acá. ¿De qué manera comprendían las preocupaciones en materia de seguridad que tenía la ciudadanía en el interior del país? ¿Qué tanto recibían las opiniones y pareceres de lo que se dice en los medios locales sobre las políticas nacionales? ¿Qué costaba poner uno o dos días a la semana para estar presente realmente en los territorios fuera de la capital? ¿Qué tanto costaba que desde la presidencia del Frente Amplio se tuviese una real presencia en todo el territorio? Estas piedritas en el zapato que acumuló el progresismo en Uruguay, especialmente en los últimos cinco años, fueron las que dieron cabida al crecimiento de sectores, caudillos, por fuera del Frente Amplio, que la ciudadanía sintió más cercanos a otros liderazgos. Quienes vivimos la política día a día desde el territorio, y sobre todo quienes damos batalla cotidiana para abrir caminos progresistas en territorios históricamente identificados con los partidos tradicionales, nos sentimos lejos de la gestión cotidiana del gobierno nacional y de ciertas decisiones de la fuerza política. En el próximo camino que se avecina en las elecciones presidenciales de nuestra fuerza política, el camino de autocrítica del Frente Amplio tiene que integrar necesariamente la mirada desde el interior del país.
Nos han quedado deudas pendientes no sólo en la orgánica partidaria, sino también en el diálogo con los movimientos sociales. Como fuerza política con vocación de gobierno, hay que andar de nuevo el camino desandado, conversar y sobre todo escuchar a asociaciones de mujeres rurales, de jóvenes del interior, de trabajadores rurales, de productores. La acumulación política requiere hacer más ruta, tomarse más ómnibus, bajarse del auto oficial (que va a venir muy bien) y trillar el territorio completo. Tenemos tiempo para hacerlo. Hoy hay muchas voces de compañeras y compañeros que desde el interior del territorio estamos pensando en la construcción de la mañana siguiente, pero con un Frente más Amplio aún, que permita interpretar las múltiples miradas que vienen desde las venas del interior de nuestro país. Colocados en una oportunidad histórica, es ahora que debemos trabajar por volver nuestra mirada más allá de lo metropolitano y dar un impulso a la fuerza progresista desde nuestro interior más profundo. Pensar en la mañana siguiente desde el territorio.
Federico Ruiz es diputado del Frente Amplio.