Llamo al 121 por problemas con mi servicio de internet y me atiende la voz grabada de una operadora que me va guiando amablemente en los pasos a seguir a medida que escucho: “podés comunicarte, digitá 1, digitá 2, digitá 3, ingresá tu número telefónico asociado al servicio, si tenés dificultades con tu servicio..., apagá tu módem, esperá un segundo, prendé el módem”. Si el lector alguna vez tuvo que realizar este procedimiento bastante habitual (y más aún en estas épocas, donde la conexión lo ha sido todo), habrá notado que el tono de la funcionaria de Antel nos parece amigable, es decir, se comunica de una manera que nos resulta “canchera” en estas situaciones de infortunio momentáneo. La operadora está de nuestro lado para ayudarnos en nuestra dificultad, es decir, se coloca a nuestra altura en la comunicación para animarnos a solucionar el problema, y este hecho se puede interpretar por el uso compartido del voseo, usado por casi todos los uruguayos en situaciones de confianza.
Es muy probable que muchos lectores estén sensibilizados con esto del tuteo y del voseo, que desde lo lingüístico se define como las formas de tratamiento de la segunda persona del singular que utilizamos los hablantes para dirigirnos a otra persona. Si bien es un nombre un poco extenso, resulta ser un tema muy interesante, ya que en Uruguay y en algunas zonas de Latinoamérica las formas se encuentran en variación y/o competencia, provocando incluso ciertas incertidumbres a la hora de utilizarlas: ¿debería tutearlo? ¿le caerá mal si lo trato de vos y no lo conozco tanto? Codificamos con estas formas la cercanía, la solidaridad, la intimidad y el respeto hacia los demás, y en nuestro país contamos con las siguientes posibilidades: U-U (usted tiene), T-V (tú tenés), V-V (vos tenés) y T-T (tú tienes).
Virginia Bertolotti1, entre otros, describe que las tres primeras posibilidades se definen de acuerdo con la reverencia o deferencia, refiriéndose a las normas sociales de cortesía; la cuarta está determinada por otras posibles variables, como el origen geográfico de los hablantes, la situación magisterial (actitud de enseñanza) o la acomodación lingüística frente a hablantes extranjeros. En cuestiones de valoraciones no podemos olvidar que el ámbito educativo, desde sus orígenes, ha promocionado el uso del tuteo y aún lo sigue haciendo; aunque el voseo ha ganado terreno en cuestiones de oralidad y en la lectura de literatura infantil nacional contemporánea, que es preferentemente voseante, no así en el empleo de las consignas escritas, que son estrictamente tuteantes.
También en la publicidad de los medios se puede observar que la forma preferente es el voseo (salvo en Rocha y parcialmente en Maldonado), ya que este paradigma se ha extendido por todo el país. Se puede asociar esta selección con otro elemento sintomático de la extensión de su uso, como lo es su empleo en expresiones generalizadoras, como lo señala Bertolotti. El mensaje que se desea transmitir tiene como objetivo que se generalicen las acciones que tendrían que realizar los consumidores: “podés pagar la cuenta x”, “descargá la app”, “hacelo todo más simple”, “recargá 60 gigas en Carnaval”, etcétera, desde la búsqueda de confianza también hacia el posible interlocutor.
¿El estado usa diferentes formas, es decir, tuteo o voseo, según el organismo o según las diferentes acciones que se desean generalizar en la población?
Hasta ahí vamos bien y podemos relacionar que las formas utilizadas por los operadores de Antel se pueden asemejar a estos usos del voseo, donde se pretende que llevemos a cabo ciertas acciones, en mi caso del módem, de tipo técnicas. Pero luego, lo que sí me llama la atención en otro momento del día, son otro tipo de mensajes oficiales o auspiciados por el Estado en la radio: una serie de recomendaciones para casos de emergencia. Sin lugar a dudas, esta comunicación me suena mucho más formal y un poco distante con respecto a la recibida en mi llamada a Antel. Esto se debe a que la información brindada se realiza a través de oraciones imperativas dentro del paradigma tuteante: “Cómo actuar en caso de emergencia. Notifica sobre lo que está ocurriendo, aportando la mayor cantidad de datos. Mientras esperas la ayuda especializada, intenta mantener la calma para poder tomar decisiones oportunas evaluando tus posibilidades. Sigue las instrucciones de quienes asisten durante la emergencia y presta atención a los avisos de las autoridades”.
Por suerte, gracias a la amable operadora de Antel que me asesoró en la solución del tema de conexión, puedo buscar más información en la página web del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) para empaparme del tema en cuestión. Encuentro que este organismo está realizando una campaña llamada “Prepararse hace la diferencia” que tiene como objetivo promover un cambio cultural en la sociedad, para instalar la idea de que hay riesgos y que estos son naturales y producto de una construcción social. La campaña pretende brindar consejos para prevenirlos y brindar herramientas en relación a cómo actuar para cuidarnos, cuidar a los demás y cuidar el entorno. Se puede leer en la página que el proyecto, si bien es liderado por Uruguay a través del Sinae, contó con el apoyo de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (AGESIC) y la Fundación Ricaldoni, e integró contrapartes de Argentina, Chile, Colombia y México. Durante el proceso de trabajo se consensuaron las temáticas, la estética y los guiones, se grabaron locuciones en español neutro y en español rioplatense y se fueron validando los avances hasta llegar a un producto final que incluyó también lengua de señas, audios y videos.
Luego de esta lectura del proceso de elaboración del material, los invito a preguntarse el porqué de ciertas elecciones lingüísticas, como en este caso lo es el tuteo: si el lenguaje también es una construcción social, ¿podemos suponer que en situaciones de emergencia nos ponemos más formales? ¿Es que sobresale en este tipo de fomento de acciones en torno al “riesgo” el cambio hacia el tuteo magisterial propio de la escuela, donde prevalece “el enseñar”? ¿Es que tenemos que hablar en español neutro y no en español rioplatense para “promover una cultura preventiva que redunde en comunidades mejor preparadas y más resilientes”, como lo expresa el documento del Sinae?
El tuteo y el voseo están en competencia en nuestro país y las valoraciones tanto explícitas como implícitas de los hablantes fomentan o no su preferencia de uso.
Entonces, ¿qué otras cuestiones podemos leer a través de la comparación de estos ejemplos en la comunicación? ¿El Estado usa diferentes formas, es decir, tuteo o voseo, según el organismo o según las diferentes acciones que se desean generalizar en la población? O, ¿estas preferencias irán cambiando según las políticas quinquenales que pretendan incluir temas de índole lingüística?
En mi próxima llamada (que espero no sea pronto) voy a ponerme a escuchar atentamente al posible cambio para “apaga y prende tu módem”. ¿O no se habrán dado cuenta aún?
Johanna Holt es magíster en Gramática del Español.
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Bertolotti, Virginia (2015), A mí de vos no me trata ni usted ni nadie”. Sistemas e historia de las formas de tratamiento en la lengua española en América. México: UNAM, UdelaR. ↩