El 18 de setiembre de 2020, la presidenta de facto de Bolivia, Janine Áñez, renunció a su candidatura, señalando que no quiere que el partido Movimiento al Socialismo (MAS) del ex presidente Evo Morales gane las elecciones del 18 de octubre de 2020.

Las últimas encuestas dan que el candidato del MAS, Luis Arce, tiene una intención de voto de 29,2%, seguido del ex presidente Carlos Mesa, con 19%, Luis Eduardo Camacho con 10% y Janine Áñez con 7,7%.

El fundamento que manejó la presidenta de facto para bajar su candidatura es la defensa de la democracia. Áñez señaló: “Hoy dejo de lado mi candidatura a la presidencia de Bolivia para cuidar la democracia. No es un sacrificio, es un honor, porque lo hago ante el riesgo de que se divida el voto democrático entre varios candidatos, y a consecuencia de esa división, el MAS acabe ganando la elección. Lo hago por la unidad de los que amamos la democracia, lo hago para ayudar a la victoria de los que no queremos la dictadura, lo hago en homenaje a la lucha que ha sostenido el pueblo boliviano para que se vaya por siempre la dictadura; si no nos unimos, vuelve Morales; si no nos unimos, la democracia pierde; si no nos unimos, la dictadura gana. En suma, hoy dejo mi candidatura en homenaje a la libertad y a la democracia”.

Analicemos estas falacias. La presidenta de facto Áñez accedió al poder de Bolivia luego de la renuncia del presidente democrático Morales y de su vicepresidente Álvaro García Linera, el día 10 de noviembre de 2019, por presiones de los militares y la Policía. Horas antes que renunciaran el presidente y vicepresidente de Bolivia, el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y el comandante de la Policía habían solicitado la renuncia de Morales. El mandato constitucional de Morales finalizaba el 22 de enero de 2020.

El fundamento de la crisis política que desembocó en la renuncia del presidente de Bolivia fue que hubo fraude electoral por parte del Tribunal Supremo Electoral cuando dio como ganador al MAS en primera vuelta en las elecciones del 20 de octubre de 2019. Un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) había señalado que existieron irregularidades en el conteo de votos y manifestó que debían anularse las elecciones y repetirse los comicios cuando hubiera garantías, y para ello era necesario que el Tribunal Supremo Electoral tuviera otra composición. Ante ese informe, el presidente Morales anuló las elecciones y señaló que la supervisión de las elecciones la iba a realizar el Tribunal Supremo Electoral con una composición renovada.1 Pero como ya se mencionó, las presiones de los militares y la Policía, y además, la violencia que estaban sufriendo integrantes del MAS por parte de la oposición, obligaron al presidente a renunciar.

La falacia de la presidenta dictatorial de Bolivia, Janine Áñez, de dar un paso al costado para defender la democracia es en realidad una estrategia electoral para que el MAS no gane las elecciones.

Con posterioridad, el diario estadounidense The Washington Post publicó un informe que señalaba que las elecciones bolivianas celebradas en octubre, en las que fue electo el candidato oficialista Evo Morales y que posteriormente fueron anuladas bajo el argumento de fraude, en realidad fueron legítimas. Señalaba la nota: “No parece haber una diferencia estadísticamente significativa en el margen de votos antes y después de la interrupción del conteo preliminar. Al contrario, es altamente probable que Morales haya pasado el margen de diez puntos porcentuales en la primera vuelta”.2 Esto prueba que el fraude que denunciaron la oposición de Bolivia, la OEA encabezada por Almagro ‒que declaró que en Bolivia existió un golpe de estado en las Elecciones de 20 de octubre de 2020‒ y los grandes medios de comunicación de América Latina era una falacia.

En Sudamérica ya habían existido métodos presuntamente constitucionales para derrocar gobiernos de izquierda: en Brasil a la presidenta Dilma Rousseff, y en Paraguay al presidente Fernando Lugo.

¿Por qué renuncia la presidenta de facto Áñez a su candidatura? Áñez sabe que no va a ganar las elecciones, de acuerdo a las últimas encuestas, que le dan 7,7% de intención de voto, y quiere que los votos de la oposición de derecha de Bolivia se unan para tratar de evitar que el MAS gane las elecciones.

Ya habían logrado que Morales no pudiera ser candidato a senador en las elecciones, porque la Justicia boliviana lo inhabilitó. Obviamente, que un líder carismático en su país como Morales no participe en las elecciones reduce las posibilidades del MAS. La misma estrategia utilizaron con Lula en Brasil.

En definitiva, la falacia de la presidenta dictatorial de Bolivia, Áñez, de dar un paso al costado para defender la democracia es en realidad una estrategia electoral para que el MAS no gane las elecciones.

Pablo Rodríguez Almada es doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Tiene un posgrado de especialización en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. Es docente universitario.


  1. la diaria de fecha 11/11/2019. 

  2. la diaria de fecha 27/02/2020.