En 1933 el físico húngaro Leo Szilard, amigo de Einstein, había concebido la idea de que era posible crear una reacción nuclear en cadena. Le advirtió a Einstein sobre la posibilidad de elaborar bombas atómicas y este respondió: “Ni siquiera había pensado sobre esto”. Este es un ejemplo más en la historia, pero bien significativo de cómo la ciencia avanza en un sentido pero puede ser utilizado en otro. Albert Einstein, un pacifista declarado, fue quien desarrolló la fórmula E=mc2, principio fundamental para el funcionamiento de la bomba atómica. Antes de morir, declaró que había cometido un gran error en su vida.
Salvando las distancias de la analogía, hoy el mundo es víctima de una pandemia. El Uruguay no escapa a ella, y si bien al principio atravesó la situación con excelentes indicadores, hoy se encuentra en una situación de crisis y falta de conducción para enfrentar la pandemia de covid-19.
Cuando asumió el gobierno de derecha, el Frente Amplio dio tregua y apoyo para enfrentar la crisis. Pero el gobierno rechazó la propuesta de la oposición de organizar una concertación junto a los frentes sociales para enfrentar la pandemia, con medidas sanitarias, económicas y sociales. Como los números eran favorables, fruto también, sin dudas, de las políticas de salud del gobierno anterior, el presidente y su equipo desestimaron la propuesta y llamaron a conformar el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), pretendiendo mostrar que sus decisiones se apoyaban en los mejores científicos de nuestro país. El GACH tenía el objetivo de dar pautas de cómo enfrentar la crisis sanitaria y depende directamente del presidente.
Todo esto es muy loable; los mejores científicos de la Universidad de la República de todos los partidos (a nadie se le preguntaba a cuál pertenecía) trabajando por el bien del país y para enfrentar la pandemia. Dando criterios, sugiriendo medidas y haciendo investigaciones, lecturas de otras experiencias, todo para elaborar protocolos para que el gobierno tuviese base científica en la toma de decisiones. Esto sin dudas nos dio esperanza, le generó un buen marketing al gobierno y nos hizo pensar que se iba a anteponer la salud al capital, aunque la prescindencia de la oposición y de los frentes sociales no auguraba un buen final. Poco duró el romance.
Pero el tema central es qué pasó con esa relación gobierno-ciencia. Si bien desde el inicio quedó claro con aquel ejemplo de las perillas que el gobierno tenía la última palabra, últimamente este parece actuar prescindiendo de la ciencia.
Por eso sostenemos que al igual que en 1933, hoy el gobierno, en nombre de la ciencia, hace lo que la ciencia no quiere.
El silencio del GACH sin dudas sorprende, pero sabemos de la disconformidad de muchos de sus integrantes, a tal extremo que se acaba de concretar la renuncia de uno de sus miembros. En su carta de renuncia menciona que hace semanas que no son consultados, sin dudas en un momento crítico de la pandemia en nuestro país.
Si esta realidad se mantiene y la única perilla que hace funcionar el gobierno es la que cuida al capital en detrimento de la salud de la población, es más que seguro que continuarán las renuncias.
¿Es bueno que pase esto? No, por supuesto que no. Pero es la constatación de que el surfista perdió la ola y el gobierno, el rumbo.
Esta es una situación mala para todos. Si bien estoy convencido de que las políticas de Estado no existen ni pueden existir en una sociedad de clases, sí creo en las concertaciones de todos los uruguayos para enfrentar una crisis.
Es muy positivo que el expresidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, Marcos Carámbula, haya dialogado con el presidente de la República y le presentara un acuerdo estratégico, concertado, para salir todos juntos de esta situación, y es buena y digna la renuncia de Daniel Borbonet, que dejó de sentir que las definiciones científicas eran tomadas en cuenta para la toma de decisiones políticas. No se puede admitir que se siga diciendo que se actúa de acuerdo a la ciencia cuando se definen pautas contrarias a sus recomendaciones.
Si esta realidad se mantiene y la única perilla que hace funcionar el gobierno es la que cuida al capital en detrimento de la salud de la población, es más que seguro que continuarán las renuncias, porque conocemos la ética de nuestros científicos y porque continuarán las muertes evitables. Esto no es deseable, porque de esta crisis debemos salir todos juntos, protegiendo a toda la población y comenzando por los más desamparados.
Nadie le pide al gobierno ni que se vaya, ni que renuncie ningún ministro, sólo le pedimos que tenga la humildad de escuchar y de cambiar el rumbo pensando en la salud y no en el capital. Nosotros somos garantes de esta democracia y lucharemos dando todo para que sea fuerte y estable.
La preocupación mayor es la salud de los uruguayos. O salimos juntos, o sólo quedarán escombros.
Daniel Parada es médico y fue profesor agregado de Medicina de la Universidad de la República.