Aunque parezca reiterativo, es importante tener claro que la situación política después del 8 de julio cambió rotundamente. La quijotada realizada por el movimiento popular uruguayo al recolectar 800.000 firmas para anular 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC) transformó la arrogancia de los representantes de la oligarquía en mal humor, preocupación y contrariedad.

La semana posterior a que se entregaran las firmas, todavía quedaban algunos en el oficialismo que titubeaban sobre cuál sería la forma de enfrentar esa nueva situación política, es decir, todavía no podían creer que se hubiese llegado a recolectar la cantidad de firmas necesarias para realizar el referéndum.

Otros fueron más rápidos y comenzaron una serie de críticas al riñón del gobierno. De allí fue donde se ignoró con más fuerza la campaña de recolección de firmas, no dando espacio para ningún comentario, cerrando los espacios posibles de debate en medios de comunicación. Jorge Gandini fue uno de los primeros en reaccionar contra el riñón y salió decidido a dar batalla. Lo mismo hizo el partido cabildante, que rápidamente comenzó sus recorridas por todos los departamentos para dar su parecer al respecto de esta encrucijada. Estos defensores de la LUC rápidamente comenzaron a golpear en los distintos medios –sin argumentos– a los impulsores de la recolección de firmas.

Más lentamente, desde el partido de gobierno finalmente se anunció que si se anulan los 135 artículos de la LUC, se volvería a los tiempos de Eduardo Bonomi –en seguridad– y de Fenapes dirigiendo la educación. Hoy esta astucia menor parece no tener potencia frente a una realidad que día a día la sobrepasa.

El oficialismo pasó de negar el impulso popular a buscar criticarlo y denigrarlo en cualquier circunstancia. Hoy, pasado más de un mes de la reunión que mantuvieron en Suárez y Reyes los partidos de la coalición gobernante, se puede decir que la estrategia es clara y parte de la base de denostar a los impulsores del referéndum. Pero lo más claro es que se despertaron con una pesadilla luego de ver la contundencia de la recolección de firmas. Por este motivo, hasta dejaron de lado el aumento de los combustibles que venía siendo sistemático e incluso llegaron al absurdo de bajarlo unos centavos y hacer propaganda en todos los medios.

Grandes medios aliados

No solamente los representantes políticos profesionales comenzaron la campaña en defensa de la LUC. Los grandes medios se sumaron de manera rabiosa a defender el proyecto político que encierran estos 135 artículos. Los distintos programas televisivos (aunque parezca que no se ve la televisión abierta por estar obsoleta, sí se mira y tiene repercusiones sociales en variados ámbitos) y de radio comenzaron a llamar a los impulsores del referéndum (a los cuales le habían negado la palabra durante seis meses). Pero lejos de escuchar o preguntar con apertura para que la ciudadanía pueda informarse, las preguntas no son tales, pues vienen con argumentos y acotaciones que defienden al gobierno y a la LUC.

Cualquier motivo permite defender el artefacto jurídico que asegura el poder a las clases dominantes. Un invitado en esos programas pasa a ser un objetivo para cuestionar los motivos que llevan a querer anular los 135 artículos. Los medios hegemónicos están siendo y serán piezas claves para dilucidar la contienda electoral del año próximo. Pero si una lección dio el primer semestre de este año, es que los medios pueden tener sus intereses, pero la población no cae en ellos fácilmente si hay una organización capaz de superar su silenciamiento. En esta nueva etapa no será lo mismo, pues se deberá confrontar no al silencio de los medios sino a sus intereses de clase.

El oficialismo pasó de negar el impulso popular a buscar criticarlo y denigrarlo en cualquier circunstancia.

Por las encuestas que se han divulgado se puede avizorar un escenario de paridad en cuanto al resultado final. Claro que faltan muchos meses y la realidad puede dar vuelcos inesperados. Quizá estas encuestas hayan llevado a los sectores dominantes a remojar sus barbas. Por eso están siendo cada vez más firmes en sus exposiciones públicas y cada vez se percibe con mayor claridad el malhumor y disgusto en algunos asuntos. El intentar tensar situaciones es una estrategia que está utilizando la derecha hoy en todo el mundo. En la región lo podemos observar de forma evidente en Brasil, con un presidente que hace y dice lo que se le ocurre para posicionarse en el centro de la escena. En Argentina está entre otros el caso que describe y analiza Stefanoni (2021: 97-130)1 sobre Javier Milei y por qué los libertarios giraron a la extrema derecha.

Quizá lo planteado por Odisio (2021) nos da una pista para pensar cómo afrontar esta realidad: “Es hora de que la izquierda reaprenda lo que la derecha aprendió de ella hace décadas y se reapropie de la utopía y del imaginario del futuro”.2 En ese punto es que deberíamos pararnos para repensar el futuro. Y en esta misma línea, los que defendemos los intereses de las grandes mayorías debemos desarrollar la democracia, yendo a escuchar y discutir con toda la población, debemos organizarnos cada vez más y mejor para lograr ser certeros en nuestras acciones.

Golpecitos a la democracia

El lunes 6 de setiembre, el diario El País expresó explícitamente que los sectores dominantes ven la quijotada del movimiento popular como un freno. Así lo expresan: “La probable concreción de la iniciativa de referéndum contra 135 artículos de la LUC en el primer semestre de 2022 aparece como freno para el impulso reformista del gobierno”.

La recolección de firmas significó un freno, pero no a los cambios que impulsan los conservadores (allí está la asociación de Ancap con privados, el “negocio” de la portabilidad numérica, el no tocar las riquezas de los sectores que han ganado como nunca en esta pandemia frente a miles que comen en ollas sustentadas con el esfuerzo del pueblo). El freno fue a la arrogancia de un oficialismo que pensaba que tenía todo a su favor. Y esto es lo que más les molesta. Y les molesta porque están acostumbrados a mandar sin que nadie les discuta, se sienten los dueños del Uruguay. En su imaginario (que es el que impusieron al resto de la sociedad) fueron ellos los fundadores del Uruguay.

Y ese editorial no debería ser olvidado o ignorado. Porque allí se puede ver crudamente la falta de apego que tienen el elenco que rodea al gobierno (y más precisamente a su riñón) a la democracia. O mejor dicho, cómo esta categoría está en continua disputa y no es algo estático. Su propuesta radica en eliminar la posibilidad de la recolección de firmas para anular una ley. Se eliminaría la “vía larga”, dejando solamente la conocida como “vía corta”.

Es decir que la intención es disminuir los procesos de participación, los procesos de democracia que llevan a la población a ser parte directamente de los procesos políticos que la incumben. Con esta idea que lanza el medio conservador demuestra cuánto le incomoda la organización de miles de personas que se ponen a pensar en la política que los está gobernando día a día.

Como vemos, la lupa está puesta en la capacidad de profundizar la democracia, de profundizar en definitiva los procesos políticos. Para los sectores dominantes, la democracia debería terminar cuando se elige el gobierno y el parlamento. Después los ciudadanos deberían obedecer a los “notables” que fueron votados.

Sin dudas que el editorial del diario aliado al gobierno conservador de nuestro país demuestra que nada le importa buscar soluciones para los miles de uruguayos que cayeron en la pobreza, para los miles que comen en las ollas populares, los miles que quedaron sin empleo ni vivienda; tampoco le interesa lo que sucede día a día a los trabajadores rurales y a los pequeños propietarios que ven cómo su situación empeora.

Es por eso que defienden a capa y espada el proyecto que representa la LUC. Proyecto que no tiene en cuenta ninguna de las consecuencias que está dejando la pandemia (es más, en algunos casos las empeora). Es por este motivo también que la ciudadanía no se dejará enredar en falsas promesas y finalmente, como cumplió la quijotada de la recolección de firmas, llegará con su voto a la derogación de los 135 artículos que contiene esta ley. Es por eso que los sectores dominantes pasaron de la arrogancia al desvelo de defender la LUC.


  1. Stefanoni, P (2021), ¿La rebeldía se volvió de derecha?, Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina. 

  2. Odisio, Juan (2021), El remedo de la copia, o la originalidad de los libertarios argentinos en Hemisferio Izquierdo, Nº 39, agosto 2021.