La ley de urgente consideración (LUC) es expresión de la ideología que promueve el modelo social de la coalición de derecha que gobierna Uruguay actualmente. Desde una óptica política, analizaremos cómo impacta esta norma en la sociedad.
Las leyes de urgente consideración fueron utilizadas por todos los gobiernos del país desde la recuperación democrática hasta la fecha. En un período de 35 años se enviaron 12 proyectos de urgente consideración y se aprobaron ocho. En total, si sumamos todos los artículos de las 12 leyes presentadas, totalizan 389 artículos para todo el período mencionado. La LUC fue presentada con 502 artículos y se aprobaron 476. Por lo tanto, durante 35 años se discutieron 389 artículos, y en 90 días se tuvieron que discutir 502 artículos, más las entrevistas con todas las organizaciones involucradas en la toma de decisiones.
Si sacamos una cuenta elemental veremos que para discutir y aprobar en la cámara cada artículo de la LUC cada legislador contó con cuatro horas y media por artículo, sin contar reuniones con involucrados en comisión y búsqueda de información, y siempre y cuando los legisladores hubiesen trabajado sin parar ni dormir por 90 días de corrido.
Creo que no sólo es poco serio aprobar una ley en estas condiciones, sino que además es atentatorio contra el sistema democrático republicano, es antidemocrático, porque todos sabemos que si las cámaras no toman posición sobre una ley de urgente consideración, esta queda aprobada automáticamente y eso favorece al Ejecutivo, por encima del Legislativo, donde está recogida toda la opinión del pueblo uruguayo.
Sin dudas, esta ley es regresiva y se impone con un objetivo claro, que es comenzar a destruir todos los logros obtenidos en estos 15 años de gobierno progresista.
Pero, ¿cuál es la razón de este intento de retroceso? ¿Caprichos, mala voluntad o incomprensión?
Sin dudas, esas no son las verdaderas causas; estas tienen origen en la concepción de sociedad que tiene la derecha. Esta concepción se asienta en la necesidad de la clase dominante de proteger sus bienes, y todas las leyes que se aprueban van en ese sentido. Al decir del presidente, proteger al “malla oro”; ese concepto que es parte del discurso que nos habla de hacer crecer la torta para que derrame luego sobre los pobres, es una máxima del capitalismo y del neoliberalismo que defiende e impulsa este gobierno y que es un fracaso absoluto para los pueblos y los países.
Veamos que esta coincidencia no es una simple coincidencia, sino que responde a un proceso histórico y, como tal, se comporta en la teoría de la espiral de la historia.
Durante el proyecto batllista, período de grandes avances sociales en Uruguay, sobre todo en la agenda de derechos, en las leyes de protección a los más vulnerables y en el fortalecimiento del Estado, en 1916-1917 se produjo un quiebre dentro del Partido Colorado, con Feliciano Viera (Partido Colorado radical, antibatllista) por un lado y por otro lado el riverismo representado por Carlos Manini Ríos. En el Partido Nacional, el Herrerismo. Ambas corrientes estaban aliadas a los latifundistas y a los sectores del comercio y la importación, respaldados por el imperio británico; esta alianza sólo buscaba derrotar a José Batlle y Ordóñez para no sólo frenar sino desandar el camino logrado.
Sin dudas, esta ley es regresiva y se impone con un objetivo claro, que es comenzar a destruir todos los logros obtenidos en estos 15 años de gobierno progresista.
Hoy la misma alianza, los mismos nombres tratan por todos los medios de desandar el camino realizado para proteger sus intereses. Su consigna es que los pobres sean más pobres para que los ricos sean más ricos, y la LUC es su barco insignia.
Es su barco insignia porque sólo con la ley de presupuesto no era suficiente para retroceder con los logros sociales del gobierno progresista, entonces se debía recurrir a una ley que permitiese la deconstrucción legal de lo logrado.
A esa alianza se suman los grandes medios de comunicación, que con el poder que tienen en sus manos construyen permanentemente un determinado relato que define cómo ver e interpretar al país.
No nos llama la atención de quienes componen esa alianza, dado que históricamente se han enfrentado dos fuerzas antagónicas: la del cambio y la de la reacción. Las mismas familias que ostentan el poder a lo largo de la historia uruguaya siguen defendiendo sus intereses y no quieren perder sus privilegios. Son los que claman por reducir el costo del Estado, que debemos traducir como disminuir el control del Estado y dar paso al libre mercado sin control, al neoliberalismo; los mismos que se opusieron a los monopolios del Estado gritando “libertad”, cuando la única libertad que buscaban era la de engordar a sus empresas y vender la riqueza de la patria igual que lo hacen hoy impulsando la LUC.
Pero esto no es todo. Hoy el señor presidente nos habla de proteger e impulsar al “malla oro”, que según él es quien genera las riquezas, y de agrandar la torta para que por derrame llegue a los más humildes. Más allá de que ese discurso es de 1960, lo cierto es que los “malla oro” cuando agrandan la torta agrandan la asadera, y no derrama nada. Hasta ahora no conocemos una sociedad que, regida por las leyes del mercado, regale nada. Cuando sobreproduce, se tira el exceso para que no caigan los precios, como lo han hecho con café, azúcar y otros, generando miseria y hambruna en los pueblos.
Como vemos, si seguimos el espiral de la historia pasamos varias veces por los mismos intentos y ejecuciones de las políticas de la clase dominante.
En 1916 se aliaron contra el batllismo Viera, Manini Ríos y el Herrerismo; en 1933 se produjo el golpe de Estado de Gabriel Terra, apoyado por Luis Alberto de Herrera. En 1961, más exactamente el 17 de agosto, el dirigente ruralista Benito Nardone decía: “Los militares deben hacerse cargo del gobierno”. Más tarde, hubo medidas prontas de seguridad y terrorismo de Estado, dictadura desde 1968/1973, con participación notoria de civiles. En 1990 tenemos la política de venta de las empresas estatales impulsada por Luis Lacalle Herrera, quien además llegó a afirmar que “en Uruguay no hay más que media docena o una docena de desaparecidos”. Hoy la LUC la impulsa su hijo Luis Lacalle Pou, actual presidente de la República, que habla de la LUC como defensa de la libertad. Pero se trata de un nuevo gobierno para los mismos ricos de siempre.
Sólo despertando de este engaño es que podremos rechazar los 135 artículos y, de esa forma, derrotar la estrategia de destrucción del Estado que tiene la coalición de gobierno.
Daniel Parada es médico y fue profesor agregado en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.