Corría marzo de 2017 y en una de mis visitas a la Unidad 6 de Punta de Rieles conocí al doctor Mario Juliano, juez de Ejecución Penal en Argentina, director de la Asociación Pensamiento Penal y director de Víctimas por la Paz. En esa recorrida juntos, le pareció bárbaro que en esa “cárcel pueblo” existieran tan buenos emprendimientos, en especial la herrería. El herrero tenía una tablet con la que vendía en línea. Era una herrería igual a cualquiera de nuestra ciudad, salvo que uno tenía que ir a retirar los trabajos con una boleta que le daban. En ese mismo lugar habían instalado una máquina para hacer bloques que varias barracas adquirieron. El herrero –un interno de aquel establecimiento penitenciario– salió en libertad y me consta que sigue trabajando. No me lo contaron, lo vi y es verdadero. La vida pasa, las autoridades cambiaron y quizás no se siguió el emprendimiento... Por eso de reinventar la rueda.
Ningunear las cosas que se hicieron bien no le sirve a una sociedad ávida de hechos que nos transporten a una buena convivencia. Decir que “se reactivó un proyecto o emprendimiento” sería mucho más productivo que negar su existencia, o arrogarse su autoría.
Una fábrica de oportunidades
El Polo Industrial del ex Comcar es un ejemplo de convivencia, de trabajo, de solidaridad. En 2014, la Asociación de Familiares y Víctimas de la Delincuencia (Asfavide) y Mujeres de Negro no tenían local. El Ministerio del Interior y el Banco de Previsión Social cedieron en comodato un antiguo local en General Flores 2419, que estaba en ese momento sin mantenimiento. Allí vinieron a trabajar personas privadas de libertad junto a policías y operadores penitenciarios, y acondicionaron todo. La herrería, la carpintería, todo lo que insumió aquella obra de remodelación, fueron realizadas en el Polo Industrial; la pintura también provino del Polo, allí la fabricaron.
Trabajaban ellos y nosotros, víctimas y familiares, limpiábamos aquel local juntos para llegar al 28 de agosto de aquel 2014 y poder inaugurarlo, también juntos.
Hoy ese local –en el piso superior– aún tiene esa pintura y la planta baja es compartida con el Centro de Atención a las Víctimas de la Violencia y el Delito (Cavid) del Ministerio del Interior. Ese 28 de agosto fue una muestra de verdadera convivencia. Personas privadas de libertad, víctimas y familiares, junto a diferentes autoridades especialmente invitadas, acompañaron al entonces ministro del Interior, Eduardo Bonomi.
Y puedo seguir.
Personas privadas de libertad junto a policías y operadores penitenciarios trabajaron en el Espacio de Coordinación y Atención en Discapacidad (Espacio Candi) y allí, al igual que en General Flores, todo provino del Polo Industrial de Santiago Vázquez. Lo más lindo de ver fueron las caritas felices de los hijos de policías con discapacidad que lograban la transformación de sus vidas.
Todo eso es tangible, se puede ver.
En 2015, en una carpa instalada en la plaza Libertad se realizó una exposición de artículos realizados en el Polo y se donó a Asfavide lo producido en las ventas. En ese momento, el director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) era Luis Mendoza. Hay fotos y videos que muestran todo lo que se realizaba y la calidad de los productos.
Convivencia, hermosa palabra
Trabajando en unidad, venciendo a la desigualdad, con amor al prójimo, no diciendo siempre “el mal que nos dejaste” o “la culpa es de quien me antecedió”.
Chacras, cosechas de papas, recolección de uvas, todo se ha hecho, nada está inventado ahora. Claro que lo que hay que hacer es mejorar, trabajar mucho para que todo prospere y sea aún mejor que antes. ¡Por supuesto! Todo se puede mejorar, pero no es nada nuevo.
Trabajo, salud y educación en los centros penitenciarios deberían tener prioridad, y no el encierro. Lamentablemente no es lo que se aprecia en la corta gestión, y la Unidad 6 de Punta de Rieles es un claro ejemplo.
En reversa
Algo más.
En el artículo 53 de la Rendición de Cuentas dice que se faculta a crear hasta 107 cargos de oficial ayudante grado 5 y que se financiará con la supresión de hasta 150 cargos de operadores penitenciarios.
Al revés del mundo, girando la rueda en el sentido contrario. Mientras en Latinoamérica se profesionalizan más y más los operadores penitenciarios, aquí se suprimen y se crean cargos de policías.
Increíble, pero tristemente cierto. Se olvidaron de que a las personas privadas de libertad hay que reeducarlas, socializarlas, mostrarles que no todo vale por la violencia. Construir nuevos caminos, trabajar con ellas y con sus familias, mostrarles que vale la pena vivir.
Muchos de nuestros jóvenes privados de libertad vienen de estar institucionalizados toda la vida, tanto les da la vida o la muerte, y eso es lo que debemos cambiar, mostrarles que la vida es linda para vivir y disfrutarla.
¡Hay tanto para hacer y continuar! Trabajar en salud mental, en bajar el hacinamiento, mejorar la alimentación, la educación; poner fin a las muertes dudosas en las cárceles. En suma, pensar en sólidas medidas alternativas, en justicia restaurativa, en justicia terapéutica. Eso es pensar en el futuro; no es golpeando una mesa, echando la culpa de todo lo que sucede al antecesor.
En cárceles se hizo mucho arrancando de un punto de quiebre que nos avergonzó mundialmente. Aquel informe de Manfred Nowak marcó una hoja de ruta que se comenzó a transitar no sin contratiempos, pero sí con el compromiso de muchos. No todos se sumaron, es cierto, pero tanto dentro como fuera de las cárceles hay quienes apoyan y están convencidos de que es posible un cambio, así como hay quienes hacen de eso una causa para sumar votos, mostrando lo peor. Aquello de mostrar la parte por el todo no siempre dio en la tecla; ni todo estaba bien ni todo estaba espantoso. El camino era largo y se sabía, pero hay un recorrido virtuoso construido que dejó una huella sobre la cual transita la nueva administración. Nada es espontáneo ni originalmente propio de quienes, en tan sólo un año y poco, se arropan con vestuario heredado.
Miles de nuevas plazas carcelarias permitieron ponerle fin al hacinamiento y así se entregó la gestión, hoy esa cualidad está en serio riesgo y se torna en un eje de preocupación que debería atenderse de forma urgente. Trabajo, salud y educación en los centros penitenciarios deberían tener prioridad, y no el encierro. Lamentablemente, no es lo que se aprecia en esta corta gestión, y la Unidad 6 de Punta de Rieles es un claro ejemplo: aquella experiencia que despertó el interés internacional ya es historia, primando “la tranca” antes que la convivencia.
Construyendo con amor al prójimo, buscando sacar adelante lo bueno, dejando de lado lo malo y así girando la rueda para una mejor convivencia y una mejor sociedad, será posible el cambio que todos queremos. No son palos para esta rueda que hoy muestran, son tristes realidades que nadie me contó... yo las vi.
La rueda seguirá girando, sin necesidad de ser reinventada. Le podrán dar aire, balancearla y cambiarle la cubierta, pero seguirá siendo circular.
Y por supuesto, cuenten con nosotros para que siga rodando.
Graciela Barrera es senadora del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio.