No es sólo un problema monetario. La remoción del titular del Ministerio de Turismo cuesta en muchos aspectos, en momentos en que el sector está devastado y procurando tener las mejores condiciones para lo que podría ser la “reapertura de fronteras” y eventualmente encaminar una temporada estival.

En este último año y medio, con discursos de política de Estado se arrasó con años de trabajo por una gobernanza del sector, se desarticuló el proceso de gestión territorializada del turismo a través de regionalización con profesionales del turismo, se cortó con un proceso de décadas de metodología y prácticas profesionales para el levantamiento y procesamiento de información estadística, de conformación de equipos para implementar los acuerdos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), desarticulando el grupo de gestión del turismo social.

En la presentación realizada en la Cámara de Diputados cuando se trató la Rendición de Cuentas 2020, las autoridades se jactaron de haber ahorrado 300 millones de pesos, cuando hay agencias, transportistas, alojamientos, organizadores de eventos que llevan más de 14 meses sin facturar.

En los últimos tiempos se recorría el país hablando de proyectos que no tienen ningún estudio de factibilidad detrás, o se rebajaron montos para otros proyectos que sí lo tenían.

Se desbarató el organigrama y perfiles de cargos, que llevó cuatro años generar, con la participación de los funcionarios, y se puso en función a personas ingresadas como “asesores”, cuya formación profesional es inferior a la que tiene el personal del turismo hoy por hoy. Se estableció una “cadena de mando” sustitutiva de la capacidad de los funcionarios que habían concursado para ocupar sus cargos.

En año y medio, en salarios de ministro, directores generales y asesores, de acuerdo al informe de la Oficina de Servicio Civil, no menos de cuarto millón de dólares es el saldo de llegar a este “punto muerto”, en medio de la pandemia.

El drama de miles de compatriotas que viven del turismo -era la principal actividad económica del país, considerada individualmente- merece otra suerte.

Y este fin de semana, al manejar nombres de posibles sustitutos en la titularidad del ministerio, nos encontramos con que no se procuró ubicar perfiles con experiencia en el sector.

El drama de miles de compatriotas que viven del turismo -era la principal actividad económica del país, considerada individualmente- merece otra suerte, así como talante de otras características para sumar, gestionar, procurar apoyo e ideas de todos.

Hoy se necesita acordar rápidamente la reimplantación de la devolución del IVA a los extranjeros en los servicios turísticos que se paguen por medios electrónicos, así como los puntos que se otorgaban a los nacionales que lo hacían con tarjetas de débito. Máxime tomando en consideración que tenemos un tipo de cambio real 50% desfavorable con Argentina y 30-35% con Brasil. Ambos mercados representan entre el 70% y el 75% de los visitantes externos, junto con los uruguayos residentes en el exterior (10%).

Sería importante ver formas de preventa de paquetes turísticos, que puedan contar, como en España, con apoyo oficial para un cierto porcentaje de valores de los servicios. Anunciar que los beneficios que se otorgaron hasta junio a los operadores del sector se mantienen hasta abril de 2023, para dar un alivio cierto hacia una posible reactivación, con la temporada de verano.

Se debería avanzar en una soberanía del control sanitario e inversiones materiales y de recursos humanos en las fronteras, así como en la trazabilidad de los visitantes. Esto es vital para el posicionamiento del país, así como avanzar en los mensajes promocionales, máxime cuando se anunció que en una semana, el 1° de setiembre, se abrirán las fronteras, con mayor amplitud en noviembre.

Una vez más debemos asumir que el salvataje del sector turismo necesita de una mirada de “causa nacional”.

Benjamín Liberoff fue subsecretario de Turismo (2015-2020).