Pocos uruguayos han tenido una influencia tan significativa en la vida intelectual e institucional del país como Carlos Vaz Ferreira. No sólo sus intervenciones directas en la creación y el estímulo al desarrollo de las instituciones fueron determinantes para nuestra tradición intelectual, sino que también lo fue muy especialmente su contribución singular a la cultura democrática compartida por los uruguayos. En 2022 se cumplen 150 años del nacimiento de Carlos Vaz Ferreira y la diaria le dedicará una serie de notas en el transcurso del año.
Es bastante evidente, al prestar atención a la historia de las ideas, que los desarrollos que se presentan en las diferentes sociedades a lo largo del tiempo no se dan por el surgimiento de individualidades geniales, sino por la paulatina transformación y sedimentación de la forma que tenemos de autocomprendernos. Algunos individuos, sin embargo, tienen la capacidad de sintetizar la herencia cultural de sus sociedades y de proyectarlas al futuro; ese tipo de contribuciones son las que nos permiten identificar a personalidades como José Martí, José Ortega y Gasset, Wilhelm von Humboldt, Henry David Thoreau y Tomás Moro, entre muchos otros. Este tipo de individuos oficia como una bisagra de sus culturas al apropiarse de lo que ya se comparte y colocarlo en su mejor versión, articulando de esa manera lo que esas sociedades entienden que son sus elementos constitutivos. Vaz Ferreira es parte de esa selecta lista y su influencia en nuestra vida social ha quedado objetivada en su obra, especialmente en su obra filosófica.
Para explicar esta singular contribución quiero proponer como hipótesis reconstructiva del pensamiento de Vaz Ferreira un interés en asegurar ciudadanos plenos, competentes, capaces de ser parte activa de la democracia. Es a partir de esto que podría justificarse su aporte, a través de Lógica viva, a desarrollar la capacidad de los ciudadanos para participar en la discusión pública a través de la argumentación, y muy especialmente a que pudiesen evitar ser manipulados e instrumentalizados por recursos retóricos de corte demagógico. A su vez, esa condición de ciudadanía, que se presenta como preocupación básica, requiere contar con mínimos materiales suficientes de ingreso, salud, educación y vivienda, que deben ser asegurados, tal como propone en su obra Sobre los problemas sociales. Dentro de esos mínimos Vaz Ferreira destaca especialmente uno, que es la propiedad de la tierra, que en tanto bien finito debe ser asegurada a toda persona para que pueda habitar. Esta propuesta del derecho a la tierra habitación no solamente mantiene vigencia, sino que es parte de una urgencia social que nos hace volver a lo planteado hace más de un siglo en Sobre la propiedad de la tierra. Las desigualdades que comprometen la democracia y la justicia social lo llevaron no solamente a concentrarse en los mínimos sociales requeridos, sino también a criticar la herencia como institución reproductora de injusticia. A esto cabe agregar que su preocupación por las desigualdades de todo orden que pudiesen socavar la vida democrática lo condujeron a defender en forma pionera el feminismo en América Latina.
En 2022 se cumplen 150 años del nacimiento de Carlos Vaz Ferreira y _la diaria_ le dedicará una serie de notas en el transcurso del año.
Estos elementos de la obra de Vaz Ferreira tienen la particularidad de destacar su rol como intelectual articulador de un sentido compartido por la sociedad uruguaya de lo que una sociedad justa debe ser. Creo que no es para nada excesivo decir que la forma que tenemos los uruguayos de autocomprendernos como una sociedad igualitaria le debe mucho a la sistematización que ha hecho Vaz Ferreira de las creencias que se fueron sedimentando en nuestra conciencia compartida a lo largo de la primera mitad del siglo XX y que configuraron nuestra identidad como democracia.
Sin embargo, la enorme figura intelectual de Vaz Ferreira excede ampliamente la hipótesis reconstructiva que acabo de proponer, lo que puede verse con suma claridad en sus reflexiones sobre música o filosofía teórica. Esto también permite concluir que su trabajo tiene un vasto alcance, que lejos está de algunas tendencias contemporáneas que suelen fragmentar el saber en una especialización que culmina siendo paralizante; Vaz Ferreira se aventura en la reflexión filosófica de todo aquello que represente un problema digno de ser relevado. Y esto último probablemente constituya una de las herencias más importantes que le ha legado a la filosofía uruguaya: el pensar por problemas, eso que él denominaba “ideas a tener en cuenta”, y no por sistematizaciones que culminan siendo esquematizantes y forzando la realidad. Tal vez no sea muy arriesgado decir que la tradición incipiente de la filosofía uruguaya tiene este rasgo heredado como elemento distintivo, que, si bien no la lleva a negar el compromiso con escuelas de pensamiento, tal compromiso surge como respuesta a la pregunta previa por el problema que se pretende atender.
La visión del conocimiento como una tarea dinámica, que no puede estar guiada por nada más que la búsqueda del conocimiento mismo, es lo que subyace a la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias por parte de Vaz Ferreira en el marco institucional de la Universidad de la República. Es imposible pensar en la investigación en Uruguay, tanto en ciencias básicas como en humanidades, sin representarnos su figura. Es por eso que desde el Instituto de Filosofía de esta facultad, de su facultad, queremos rendir homenaje al mejor de nosotros. No hay mejor forma de recordar a un filósofo que tomar sus ideas, sugerencias e intuiciones y proyectarlas en la discusión contemporánea, y eso nos proponemos hacer en esta serie de notas que se irán publicando a lo largo de este año, en las que participarán investigadores que en distintos momentos de sus carreras han tomado y desarrollado aspectos centrales de la filosofía de Vaz Ferreira, siendo algunos verdaderos especialistas. Así, Miguel Andreoli, Yamandú Acosta, Enrique Caorsi, Carlos Pereda, Fernanda Diab y José Seoane, entre muchos otros, nos iluminarán sobre la vigencia de diferentes aspectos de la obra de Vaz Ferreira. Tendremos la oportunidad de recorrer la trayectoria de este verdadero clásico de la filosofía uruguaya, que lo es no solamente porque ocupa un lugar único en nuestra historia del pensamiento, sino muy especialmente porque continúa dialogando con nosotros y respondiendo a nuestros requerimientos.
Gustavo Pereira es coordinador del Instituto de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.