El viernes 14 de octubre se dio a conocer el anuncio de que la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, sería la primera mujer en presidir la red internacional de ciudades y gobiernos locales. Lo curioso es que dicha novedad se registró justo a una semana de que la misma Cosse fuera protagonista de decenas de titulares de prensa, por una insólita decisión de ediles opositores montevideanos de promover un juicio político en su contra. Esa decisión de apelar a un recurso constitucional de excepción se fundaba en la no concurrencia de la intendenta al legislativo departamental. Un peligroso recurso que surgió como algo tan desmedido, absurdo y rebuscado que incluso diversas referencias de las propias cúpulas partidarias de los partidos históricos fueron marcando distancia.

Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) es una alianza internacional con enorme potencial transformador, que se sustenta y proyecta con base en alianzas y redes integradas por gobiernos locales de 140 países. Entonces, la noticia de que Uruguay ejercerá la presidencia debiera ser un aspecto a celebrar fuertemente, en la medida en que nos visibiliza y abre oportunidades. Sin embargo, rápidamente se genera una segunda paradoja, que es una suerte de molestia en algunos de sus colegas respecto de la concurrencia y participación de la jefa comunal.

La elección de Cosse fue realizada en Daejeon (República de Corea), en el marco de una nueva Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, pero para algunos resultó sorpresiva la no presencia in situ de la intendenta. Han criticado ese aspecto, como si eso fuera algo tan decisivo o más importante que la propia nominación. El episodio recuerda a la polémica que ya se había generado en el muy masculino ámbito del Congreso de Intendentes hace un par de meses, cuando se expresaba molestia porque la intendenta delegaba su representación en otros referentes de su gobierno. Algo que también suele realizar en otros ámbitos municipales y deliberativos.

Pero antes de ingresar en algunas hipótesis o interrogantes que surgen en el marco de las diversas reacciones políticas referidas, creo que es sustantivo reforzar la relevancia que tiene esta elección de Cosse al frente de CGLU en términos de oportunidad. La internacionalización de los gobiernos locales y las ciudades hoy es un aspecto determinante para las sociedades y el desarrollo humano. CGLU promueve la internacionalización y colaboración de los gobiernos locales y las ciudades para representar, defender y amplificar su incidencia política. En esa perspectiva se proponen acuerdos de colaboración, cocreación, diálogo, cooperación e intercambio. En esos entramados también hay una participación relevante de la comunidad académica y la sociedad civil. En definitiva, se trata de una organización global que jerarquiza precisamente la relevancia de la dimensión local y urbana como espacio privilegiado de transformación sociopolítica.

Cuesta entonces no interpretar la novedad de la presidencia de Cosse como un gran logro, no del departamento de Montevideo, sino de Uruguay. Un Uruguay que además se encuentra en una suerte de cruz de caminos en relación a profundizar su descentralización política. Ese proceso en el que no se registran avances significativos en las últimas décadas, salvo aquella audaz decisión del expresidente Tabaré Vázquez de crear el tercer nivel de gobierno con el objetivo de acercar el Estado al ciudadano y promover la participación.

En la actualidad no es viable impulsar objetivos globales sin considerar a las ciudades, y la urbanización territorial tiene una estrecha relación con el desarrollo. Entonces las ciudades y gobiernos locales están llamados a actuar y ser protagónicos. Los informes de la mayoría de los organismos internacionales coinciden en que el proceso de urbanización se seguirá incrementando y ello ha mejorado algunos indicadores de desarrollo (por ejemplo, en América Latina y el Caribe). Sin embargo, también los ámbitos urbanos muchas veces son los que expresan y reproducen nítidamente las enormes distancias, segregaciones y desigualdades sociales. En ese contexto es impensable prescindir de la gestión local y el enfoque de cercanía.

Es llamativo cómo el mundo masculino ataca en forma recurrente y virulenta a una persona como Carolina Cosse que, además de mujer, es ejecutiva y ahora resulta reconocida internacionalmente.

Tenemos luces y experiencias que demuestran que el propio gobierno departamental montevideano apuesta fuertemente a la cultura y al deporte para incluir a las personas desde el territorio. Pero también hay otras muy buenas prácticas de gestión local en otros departamentos. También hay un proceso muy robusto de participación y coordinación multinivel en Canelones, sobre el cual valdrá la pena profundizar a futuro. Entonces es una buena cosa salir de las chacras locales para poner en otra sintonía y retroalimentar el potencial de muchas de esas iniciativas que se han sustentado probablemente más en la creatividad y el compromiso que en grandes inversiones económicas. Por cierto, como hemos planteado en otras instancias, no hay posibilidad de avanzar en procesos de política pública local y descentralización sin recursos y capacidades.

Las experiencias de cooperación descentralizada han marcado el rumbo potenciando redes de ciudades y alianzas intermunicipales con acciones relevantes, tanto en términos de innovación como de incidencia política en las agendas. La presidencia de CGLU que desarrollará Cosse también es un hito en la medida en que en general, para América Latina, los procesos de internacionalización han aparecido asociados principalmente a las ciudades más grandes y con alto peso demográfico.

Ojalá este reconocimiento internacional para Uruguay, que además constituye un hito, permita abordar seriamente la discusión no siempre latente y a veces tangencial en relación a lo importante de ampliar los horizontes de la descentralización política y la participación ciudadana para perfeccionar la democracia. Es llamativo cómo el mundo masculino ataca en forma recurrente y virulenta a una persona como Cosse, que, además de mujer, es ejecutiva y ahora resulta reconocida internacionalmente. Lo otro que llama la atención es esa tendencia a indicarle cosas, marcarle errores o incluso decirle dónde debe estar, cuándo y cómo. Esas conductas provienen mayoritariamente del mundo masculino.

Por suerte, todos los estudios recientes en materia de liderazgo subrayan al menos dos elementos fundamentales para un buen líder o, en este caso, lideresa. En primer lugar, se menciona la capacidad de hacer que las cosas pasen y además la cualidad de trabajar en un equipo alineado. Cosse parece estar gestionando sin desconocer esas dos premisas, y aun enfrentando múltiples desafíos, es al menos discutible que los impactos de su trabajo puedan mejorar si ella está en todos lados o, lo que es peor, yendo donde otros (generalmente los varones) le indican que hay que ir.

Martín Pardo es politólogo con especialización en Desarrollo Económico Territorial, maestrando en Desarrollo Local y Regional.