El turismo prepandemia en nuestro país llegó a representar entre 7% y 8% del PIB según la Cuenta Satélite de Turismo (CST) desarrollada con los lineamientos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Más de cuatro millones de visitantes llegaron al país en 2016 y 2017, lo que significó ingresos superiores a los 2.000 millones de dólares.
De acuerdo a la Encuesta Continua de Hogares (ECH) y el Banco de Previsión Social (BPS), el turismo es un sector que involucra más de 100.000 puestos de trabajo en forma directa o indirecta, lo que representa entre 8% y 9% de la mano de obra activa del país.
El turismo interno, según cifras públicas de 2019, registró unos ocho millones de viajes de nuestros conciudadanos, un movimiento económico de más de 1.000 millones de dólares corrientes. Esta información es resultado del procesamiento de datos de cuatro mediciones dentro de la ECH, que se venían realizando desde 2008.
Sin duda, el sector fue afectado dramáticamente –aún lo está– por la pandemia que comenzó el 13 de marzo de 2020. Un fenómeno inédito y de alcance mundial, que trajo aparejado un paro total, al menos hasta noviembre de 2021, de la recepción y emisión de pasajeros en nuestro país.
El turismo interno mitigó la devastación
El turismo interno fue un factor de mitigación para la devastación verificada en la actividad turística, con algunas medidas paliativas, como la ampliación de la flexibilización del seguro de paro y beneficios fiscales. No obstante, ni en el plan quinquenal presupuestal ni en la Rendición de Cuentas 2020 aparecen descritos planes y montos destinados a implementar políticas para promover al máximo los viajes internos, más allá de la tasa cero de IVA en alojamientos aplicada por breves lapsos.
Se argumentó que la inmovilidad consecuencia de la emergencia por covid-19 no permitió concretar viajes. No obstante, existieron períodos en los cuales, con los protocolos establecidos, se habilitaron infraestructuras y condiciones para el restablecimiento de turismo en el territorio nacional; por ende, también podría haber sido para el turismo social. Sin embargo, en los pasados dos años y medio no se implementó un solo programa de esta modalidad.
El Sistema Nacional de Turismo Social (SNTS) alcanzaba a entre 80.000 y 90.000 beneficiarios comprendidos en el BPS, los Servicios de Vacaciones de las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior, planes del Ministerio de Desarrollo Social, la colonias de vacaciones de las estructuras de la Administración Nacional de Educación Pública y sindicales, intendencias, así como los viajes organizados por el Ministerio de Turismo, cuyos servicios eran brindados por el sector privado (hoteles, transportes, guías, actividades culturales y deportivas, recreación, etcétera).
El 27 de junio de 2006 comenzó el proceso hacia un SNTS como parte del turismo interno. En una fecha tan bochornosa para los uruguayos, por el golpe de Estado en 1973, en la sede de Presidencia de la República se presentaron los objetivos de los planes, a quiénes estaban destinados (los sectores más vulnerables de la sociedad), la adjudicación de recursos, dinero y funcionarios para cumplir con la tarea. Se estableció que esa adjudicación sería concretada por la cadena de comercialización formal reconocida en el país a nivel privado (hoteles, transportes, agencias de viajes, recreacionistas, etcétera), no por el ministerio, que tuvo funciones de promocionar, coordinar y facilitar la materialización de los viajes, con los precios más accesibles y negociados con el sector.
Ni en el plan quinquenal presupuestal ni en la Rendición de Cuentas 2020 aparecen descritos planes y montos destinados a implementar políticas para promover al máximo los viajes internos.
Cabe mencionar el caso particular de la colonia Raigón, Martín Machinea, en San José, por la cual anualmente pasan más de 15.000 beneficiarios (en grupos organizados) y en la que desde aquella fecha se instrumentaron mejoras en una piscina cubierta de última generación y en un salón de usos múltiples en el que se celebrarían múltiples actividades.
El actual ministro de Turismo, Tabaré Viera, hizo declaraciones a la prensa el 18 de abril sobre el turismo social. “El programa dará comienzo en mayo y tiene como objetivo desarrollar lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley de Turismo Nº 19.253, para que personas de bajos recursos puedan viajar dentro del país [...] y de esta manera integrar la oferta turística para dinamizar el turismo interno, tan importante en Uruguay”, expresó.1 Esto, más allá del nombre con el cual se implementen las medidas, y aun si se quita del ministerio los aspectos administrativos del programa, pasándolos a la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND).
El 9 de mayo, quien escribe presentó un pedido de informes dirigido al Ministerio de Turismo, en calidad de senador, en relación al SNTS. Consultó qué planes tiene establecido el ministerio para cumplir con tales declaraciones, qué montos estarán destinados al apoyo de esos planes y programas, qué equipo de funcionarios está previsto que lleven adelante la tarea, cómo se acordó la forma de participación de los actores privados para esos programas, si fueron renovados los acuerdos y convenios vigentes con instituciones y organizaciones, entre otras consultas.
Llegamos a finales de junio y aún no ha sido materializado un solo grupo de turismo bajo esta modalidad. Implementar estos grupos sería motivo de satisfacción para todos, por cumplir con algo que está establecido por ley, como prácticamente no tiene ningún otro país, y por mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos y seguir mitigando el tremendo impacto que vive el sector turismo.
Veremos si finalmente se otorgan recursos para este programa en la próxima Rendición de Cuentas.
Benjamín Liberoff fue subsecretario del Ministerio de Turismo y es senador suplente de Fuerza Renovadora.