A diferencia de lo que sucede en Los Simpson con los peces mutantes de tres ojos que viven en los ríos donde la industria tóxica vierte sus desechos, en Uruguay la celulósica UPM 2 derramó la suficiente soda cáustica como para no dejar ni un solo pez vivo: mataron toda la fauna del arroyo Sauce y afectaron además el río Negro. Un desastre que no dejó rastro de vida animal y destruyó el ecosistema.

El dolor y la indignación calan hondo. Nosotros, como parte de la izquierda, debemos asumir la responsabilidad. Si no se asumen los errores no hay perspectiva de futuro. Si no se procesan las equivocaciones, seguramente se repitan. El hecho en sí es grave, pero más complicado es lo que se nos viene si no tenemos la capacidad de asumir que hay cosas que están mal, que hicimos mal, que son nuestra responsabilidad y que hay que cambiarlas. ¿Hay otra forma de construir confianza que no sea diciendo la verdad y asumiendo los errores?

Este episodio también es resultado de una pésima gestión ambiental del gobierno nacional actual. Estas son las consecuencias de reducir los presupuestos de ministerios clave, de reducir las capacidades estatales de controlar y fiscalizar y de asfixiar la inversión pública, entre otras cosas, para la gestión y observación de los sistemas industriales. Las políticas de achique del Estado aumentan el margen de negligencia e irresponsabilidad empresarial. Vale la pena tener presente que fue la empresa la que comunicó el hecho a las autoridades competentes ya que estas nunca se enteraron por sus propios medios.

Las generaciones que nos vamos incorporando a la política con una visión de cambio y compromiso con el bien común seguramente vamos a cometer nuestros propios errores, pero tenemos la obligación de no repetir los mismos que cometieron las generaciones anteriores.

Uruguay necesita otro modelo de desarrollo basado en la calidad y la sostenibilidad de la producción. Somos un país de vida, de naturaleza; si no cuidamos eso, no va a quedar nada. Para eso, necesitamos un nuevo pacto ambiental que implique no habilitar la instalación de más industria tóxica, generar nuevas leyes con más exigencias y regulaciones, poner plata fuerte para incorporar tecnologías y capacidades humanas de primer nivel para controlar las actividades que generan riesgos ambientales. Además, tenemos que ser promotores de un acuerdo Mercosur de exigencias comunes para las actividades dañinas.

Necesitamos un nuevo pacto ambiental que implica no habilitar la instalación de más industria tóxica, generar nuevas leyes con más exigencias y regulaciones.

Uruguay le va a cobrar a UPM 2 40.000 dólares de multa. No sólo es vergonzante, es una denigración absoluta de nuestros bienes naturales. La primera planta de UPM genera ganancias anuales por 240 millones de dólares. Es urgente ajustar las sanciones para que sean justas y ejemplarizantes, para que garanticen a Uruguay que las empresas no se puedan permitir desastres como al que se hace referencia.

Sólo la política, a través del Estado, puede hacer algo. Podemos construir un futuro diferente. Tenemos que poner la vida por delante y blindar los ecosistemas. Ningún arroyo más debería morir en Uruguay, ningún ecosistema más debería morir en Uruguay. Vale la pena pelearla para cuidar y regenerar la vida y la naturaleza.