Desde que la coalición multicolor asumió la conducción del país, varios de sus actores en cargos de alta responsabilidad institucional han desprestigiado la democracia con sus actuaciones y declaraciones. Con el grado de impunidad de que goza la élite en el poder. Con el comportamiento ilegal de quien ocupa una función en la estructura del Estado al ejercer presión como forma de influir en las decisiones públicas. Con la felonía de un artero espadín contra lo que tanto costó recuperar en la resistencia a la dictadura civil y militar. Democracia plena que durante los 15 años previos distinguió a Uruguay con reconocimiento a nivel internacional. El primero en América y el Caribe. A nivel mundial, en el 15º lugar en un rango democrático de 167 países, según el Índice de Democracia elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist.
En el contexto de varias medidas impopulares adoptadas por el actual gobierno, la corrupción política se instaló en la Torre Ejecutiva. Los hechos denunciados apuntan a la eventual responsabilidad penal del presidente Luis Lacalle Pou, no obstante el blindaje mediático de sus correligionarios y grandes medios de comunicación con el diario El País, vocero incondicional de la dictadura, en primera fila a través de su dicterio editorial.
Ni la cáscara de las virtudes cardinales
Aun valorando que ciertos matices ideológicos los diferencian, hemos sostenido que blancos y colorados fungen como alas de un mismo partido, cuyo recorrido han compartido discrecionalmente en las últimas décadas con el sello de la gobernabilidad. En esta administración se sumaron los partidos Cabildo Abierto, De la Gente e Independiente.
A partir de su asunción, el gobierno presidido por Luis Lacalle Pou nos lleva, inevitablemente, a volver la mirada a la presidencia de su padre, Luis Alberto Lacalle. En aquel entonces, los actos de corrupción fueron denunciados no sólo por la oposición sino también por integrantes de su propio gobierno. Hoy, triste es reconocerlo, vivimos una recidiva aún de mayor gravedad que aquella de la década de los años 90. Sin precedentes. En las portadas de la prensa internacional y en los noticieros informativos, Uruguay es noticia por hechos de corrupción cuya trama recién empieza a develarse.
En el Parlamento, el oficialismo rechazó la moción propuesta por el Frente Amplio (FA) para que el Senado se pronunciara sobre el caso Marset. No puede sorprender que la senadora nacionalista Carmen Asiaín expresara que “la crisis política quedó debidamente resuelta” con la intervención del presidente y es hora de “dar vuelta la página”. ¡Cuanto antes, mejor!, indica sin ambages el lacónico mensaje. Esa posición de complicidad con los escándalos que involucran a su partido político nos recuerda otros vergonzantes y oportunistas llamados a "dar vuelta la página” en temas de especial sensibilidad.
Luis Lacalle Pou: “Pasé a saludar”
En su discurso de asunción el 1º de marzo de 2020, el presidente Luis Lacalle Pou expresó: “Si algo sale mal, la responsabilidad va a ser exclusivamente del presidente de la República” y “si todo sale bien, será gracias al equipo. Si en algún momento las cosas no salen como los uruguayos necesitan y quieren, no miren al costado, la responsabilidad va a ser del presidente de la República”.
“Si hay algún responsable, soy yo”, afirmó en setiembre de 2022 sobre la situación y procesamiento con prisión del jefe de su custodia Alejandro Astesiano, con más de 20 anotaciones por hurto, estafa y apropiación indebida entre 2003 y 2018 que constan en el sistema de Gestión de Seguridad Pública del Ministerio del Interior.
En noviembre de 2023, en una brevísima conferencia de prensa, refiriéndose a la evidencia destruida por su asesor Roberto Lafluf, afirmó que se trataba de “una hoja protocolizada por escribano”. Faltó a la verdad. En realidad, esa evidencia formaba parte del expediente de la cancillería que contenía un sobre de carácter reservado de 12 páginas con los chats entregados por la exsubsecretaria de Relaciones Exteriores Carolina Ache.
Es de rigor que ninguno de los términos del lenguaje político es ideológicamente neutral. Sin embargo, surge con meridiana claridad que el presidente no resiste el archivo. Es más, le han faltado sabiduría y coraje para hacer autocrítica.
Beatriz Argimón: exabruptos
En una sesión parlamentaria en agosto de 2021, la vicepresidenta, Beatriz Argimón, interrumpió a los gritos al senador Óscar Andrade en su exposición. Tras referencias a expresiones del legislador del Frente Amplio (FA) de “secretismo, falta de transparencia, contradicción e inmoralidad” del gobierno multicolor, en forma por demás agresiva le dijo: “Cállese la boca y siga con respeto”. Con la ponderación que no tuvo la vicepresidenta de la República, Andrade agregó: “Se nos trató de todo”.
En junio de 2022, en una de las comparecencias del ministro renunciante Luis Alberto Heber en régimen de comisión general del Senado, cortó en su intervención a la senadora Amanda Della Ventura, también del FA, diciéndole: “Usted es una atrevida, disculpe que se lo diga, no me falte el respeto y respete mi trayectoria”. No le dejó terminar su exposición. Hecho violento e improcedente por el insulto y el tono imperativo empleado. Con altura, respeto y el oficio que le faltó a Argimón, el senador Enrique Rubio puso los puntos sobre las íes y sobre las jotas. Los calificativos y las injurias no destruyen los hechos.
Álvaro Delgado: “Te mandan, eh”
En setiembre de 2022, en una rueda de prensa con motivo de la inauguración del stand del Ministerio de Turismo en la Expo Prado, ante una pregunta de Macarena Vico, de TV Ciudad, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, le respondió: “No provoqués al pedo. Te mandan, eh”, creyendo que micrófonos y cámaras habían sido apagados y que podía actuar con impunidad. La periodista le había preguntado por el decreto que flexibiliza algunos aspectos del aprobado en el gobierno de Tabaré Vázquez en abril de 2019 relativo al empaquetado y etiquetado de todos los productos de tabaco y cigarrillos. Deplorable agresión verbal e intimidatoria. Es cierto, el secretario de la presidencia está acostumbrado a “cierto periodismo complaciente” que confunde entrevistas con relaciones públicas. Después, reconoció el error y pidió disculpas.
Desde que la coalición multicolor asumió la conducción del país, varios de sus actores en cargos de alta responsabilidad institucional han desprestigiado a la democracia con sus actuaciones y declaraciones.
Luis Alberto Heber: “Volvieron las carteras”
El exministro del Interior, tan seguro se sentía en el cargo, que jamás pensó que a él le quitarían la cartera de un plumazo. Parlamentario intrascendente en varios períodos, luego titular de las carteras de Transporte y Obras Públicas e Interior, será recordado por su ineptitud para desempeñar cargos ministeriales. Es corresponsable de la controvertida concesión portuaria a Katoen Natie hasta 2081, que desde la oposición se considera que se trata de un acto de entrega de la soberanía a un monopolio privado.
Francisco Bustillo: audios escandalosos
El excanciller que asumió por la renuncia de Ernesto Talvi quedó muy mal posicionado en la causa por el pasaporte otorgado al narcotraficante Sebastián Marset al difundirse audios que lo comprometen. El 1º de noviembre, ante el escándalo provocado por su actuación en el caso, renunció como ministro de Relaciones Exteriores.
Javier García: Con su propia medicina
“¿El partido de [el exvicepresidente Raúl] Sendic nos quiere dar clase de institucionalidad?”. Tras cartón, el ministro de Defensa Nacional, Javier García, tildó de “desubicados” a dirigentes frenteamplistas por sus críticas en el caso del excanciller Bustillo. Sin embargo, no respondió al senador Guido Manini Ríos, quien expresó que “hay elementos para pensar que Lacalle Pou sí sabía lo que estaba ocurriendo en la Torre Ejecutiva”. No es nuestra posición adjudicarle intenciones, pero el ministro omitió decir, tal vez por ignorarlo, que el 15 de diciembre de 2018 el Plenario Nacional del FA, en conocimiento del informe del Tribunal de Conducta Política, sancionó a Sendic. ¿Qué posición adoptará el Comité de Ética del Honorable Directorio del Partido Nacional en los casos del dimitente excanciller blanco y los otros renunciantes? A falta de argumentos y ante la creciente pérdida de credibilidad popular, todo vale para disparar contra el FA.
El 18 de noviembre de 2016, el entonces senador, que no posee título de pediatra a pesar de que fue presentado reiteradamente como tal, admitió que cursó y ejerció como pediatra. Se lo presentaba con esa especialidad en entrevistas e incluso en su biografía. Su perfil de Wikipedia fue modificado en la madrugada luego de que Brecha publicara un adelanto de los contenidos de su edición del día siguiente. El actual ministro de Defensa fue uno de los más duros atacantes de Sendic cuando la prensa reveló que no poseía la licenciatura.
Jorge Gandini: 22-1, otra derrota por goleada
El senador Jorge Gandini votó a favor del juicio político a Carolina Cosse pedido por ediles de la oposición. Fue el único senador que votó a favor de la separación del cargo a la intendenta de Montevideo. Ante el mayúsculo escándalo de corrupción en la Torre Ejecutiva, ¿acaso lo elevará al Comité de Ética de su partido?
Manini Ríos: “El superior siempre es responsable”
“Me eduqué en una institución donde el superior siempre es responsable, sepa o no sepa, por acción u omisión”, manifestó el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos. Aunque parezca obvio decirlo, se formó en la dictadura. Sin embargo, en el caso que lo involucra y compromete con motivo de las declaraciones de José Nino Gavazzo y Jorge Silveira al Tribunal Militar de Honor, no parece opinar lo mismo. De acuerdo a las declaraciones de los seis generales en actividad que integraron los tribunales, Manini Ríos habría evitado al menos en tres ocasiones efectuar la denuncia inmediatamente de conocido el delito, tal como indica el artículo 77 del reglamento militar y es obligación de todo empleado público hacerlo según lo impone el propio Código Penal. Fue en 2018. En abril en dos oportunidades, y en junio.
A raíz de la documentación reunida y de los testimonios recogidos, la Fiscalía estaría habilitada para imputar a Manini Ríos por un delito de omisión de denuncia que no habría formulado a la Justicia. Con un proceso judicial en marcha y la declaración de seis generales que lo comprometerían, el destituido excomandante en jefe movió sus cartas para conseguir en sala el apoyo de la coalición multicolor que, en definitiva, no votó su desafuero y evitó la sustanciación de un proceso penal en su contra.
Julio María Sanguinetti: “Se habla maliciosamente de corrupción”
El secretario general del Partido Colorado, principalísimo responsable de llevar al despeñadero a su fuerza política desde un tobogán sin retorno, continúa con sus deplorables declaraciones. En el ocaso de su carrera, sufrió un nuevo y severo tropezón en las internas al ser derrotado ampliamente por un outsider de la política. Impulsor principalísimo de la coalición multicolor, consultado por la prensa sobre el caso Marset afirmó que “se habla maliciosamente de corrupción, cuando no hay el menor atisbo de ella”. Los hechos eximen sus palabras de todo comentario.
Voto de abstención en la ONU, condena moral
El desprestigio galopante del gobierno, no obstante el empeño de sus incondicionales voceros y amanuenses por minimizarlo, también cubre de ignominia a Uruguay en política internacional. A contramano de la historia, el voto de abstención en la resolución de “alto el fuego” en la desigual guerra entre Hamas e Israel, es absolutamente condenable. Indigna y causa un visceral rechazo. La muerte de ciudadanos inocentes, palestinos e israelíes, convoca a un digno e impostergable llamamiento a la paz. Con esta posición prescindente e indiferente a la masacre en la guerra de Gaza, cada muerte de civiles indefensos es una condena moral al gobierno de Uruguay, pero no a su pueblo.
“En política se hace lo que se debe”
Cuando en estas horas nos vemos enfrentados a otro cruce de caminos que hace necesaria la búsqueda de la verdad para evitar concesiones a los mercaderes de la mentira, rescatamos el pensamiento de Leandro Alem, protagonista del añejo debate entre radicalismo y posibilismo en el país del libertador José de San Martín. En alguna de sus intervenciones señaló con acierto y nos dejó esta enseñanza: “Nunca he participado de esa idea de que en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Para mí, hay una tercera fórmula, que es la verdadera. En política, como en todo, se hace lo que se debe y cuando lo que se puede hacer es malo, ¡no se hace nada!”.
Las conductas y las decisiones adoptadas por el gobierno que nos prometió los mejores cinco años de nuestras vidas, muy lejos están de la realidad. En las antípodas de la grandeza de Artigas, el jefe de los Orientales y protector de los Pueblos Libres. Pero, también, de espaldas a los ilustres Leandro Gómez, Basilio Muñoz y Aparicio Saravia, del Partido Nacional, y de José Batlle y Ordóñez, Domingo Arena y Julio César Grauert, del Partido Colorado, a quienes dicen honrar y que, no obstante, a través de sus actos evidencian que los prefieren en bronce y no por sus ideales.
Miguel Aguirre Bayley es periodista y escritor.