En este mes de marzo comenzaron las clases, y seguramente la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres dio lugar a muchos intercambios entre niños y niñas, a partir de las reflexiones en los centros educativos y en las familias.

La lucha por los derechos y la “cuestión de género” se han instalado desde hace algunas décadas como parte de una búsqueda permanente por la igualdad entre varones y mujeres. A muchos varones estas nuevas realidades nos desafían y nos permiten darnos cuenta de capacidades y sentimientos que hemos reprimido, ocultado, desvalorizado, frente a las ideologías dominantes. Tengo la percepción de que en las nuevas generaciones se va dando una mayor apertura y corresponsabilidad, que se cuestionan situaciones que antes parecían naturalizadas, y que, si bien se avanza más rápidamente en los discursos que en las prácticas, hay un rumbo esperanzador.

Pero no todos piensan lo mismo...

La nota aparecida en la diaria el 27 de febrero, que da cuenta de la presentación del libro El verdugo de la infancia: la ideología de género, escrito por Marta Varela Gallinal,1 nos muestra la opinión de quienes entienden que niños y niñas son “adoctrinados” desde los tres años para que prescindan de su sexo biológico y se identifiquen con el género que quieran.

Esta nota me estimuló a indagar sobre los fundamentos de la ideología de género de quienes cuestionan la “ideología de género” y, particularmente, de las referencias a la infancia desde esta perspectiva.

Me parece importante recordar algunos conceptos básicos que tienen que ver con la introducción de la categoría “género” y los cambios que ha tenido a lo largo de los años.

Considero el género como una categoría que da cuenta de un conjunto de atribuciones sociales y culturales que se van construyendo históricamente, respecto de lo que significa ser mujer o ser hombre, en una sociedad y en un tiempo determinado.

Mientras que el término sexo hace referencia a las diferencias biológicas entre varones y mujeres (macho y hembra), género produce representaciones de lo masculino y lo femenino en el marco de relaciones sociales atravesadas por relaciones de poder, donde lo masculino es dominante y naturaliza una serie de significados que están presentes en la formación de nuestra subjetividad desde que nacemos.

Las familias son el espacio principal donde vamos aprendiendo estos roles, y las instituciones educativas son claves para la reproducción y/o la problematización de los contenidos que producen desigualdades.

Niños y niñas crecen y se desarrollan construyendo su identidad a partir del reconocimiento de lo propio, la identificación con valores, conductas, ideas transmitidas por la familia y el entorno cultural, así como por el rechazo de otros valores, conductas e ideas coexistentes en la sociedad.

En estos procesos identitarios se va definiendo la identidad sexual y la identidad de género. Si bien mayoritariamente se da una coincidencia entre varón-mujer, masculino-femenino (lo binario), existe una diversidad de procesos que dan lugar a otras subjetividades cada vez más visibles y aceptadas en el entorno social, que podríamos llamar las “construcciones no binarias de género”. Hoy se habla de las disidencias para dar cuenta de un conjunto de identidades diversas como mujeres o varones transexuales, personas de sexo fluido, intersexuales, queer, así como el reconocimiento de las preferencias sexuales disidentes del modelo tradicional: lesbianas, gays, bisexuales.

Los estereotipos de género funcionan como mandatos sociales y culturales que favorecen la apropiación de formas de comportamiento permitidos para cada sexo, y se manifiestan en todos los espacios institucionales (familias, escuelas, lugares de trabajo, clubes deportivos, medios de comunicación, grupos de pares, iglesias, policías, militares, empresas).

En la medida en que las instituciones tienden a reproducir las normas y valores dominantes, se dice que están “generizadas”, es decir, que asignan a los individuos un conjunto de conductas y valores esperados según sean varones o mujeres, niños o niñas. Por lo tanto, la cuestión de género no es cosa de mujeres, sino que abarca esos condicionamientos que todas y todos vivimos desde que nacemos, donde lo dominante está permanentemente cuestionado, tiene contradicciones y da lugar a nuevas transformaciones. Detrás de esto hay una ideología tradicional/patriarcal/dominante sobre las identidades de las personas.

La “ideología de género” y el “adoctrinamiento”

Para quienes se oponen a esta perspectiva de igualdad de oportunidades e igualdad de derechos para todas las personas en su amplia diversidad, estamos viviendo un momento histórico que consideran de ataque a la familia como estructura básica de la sociedad, al matrimonio, a la religión, a la naturaleza de los humanos.

Y para ellos resulta central enfocarse en la infancia ya que, señalan, se busca imponerles “dictatorialmente una serie de valores que alteran su naturaleza y atacan la libertad”.2 Este adoctrinamiento se daría desde los tres y cuatro años, y se basa en que supuestamente pueden elegir su sexo, cuando en realidad esto está dado por la naturaleza: se nace varón o mujer. Consideran que las situaciones de mayor gravedad tienen que ver con la posibilidad de que se favorezca la transexualidad y que se admita el cambio de sexo siendo niñas o niños.

Varela afirma que en el sistema educativo se les imponen ideas y, como muestra de ello, hace referencia a dos casos que conoció a través de los informativos: uno de 2018 en una escuela donde niños de ocho años obligaban a otros más chicos a tener sexo oral, y otro de 2019 cuando estudiantes de UTU filmaron a niños que tenían juegos sexuales. Me resulta sorprendente que la demostración de los efectos perversos en la educación sean dos hechos conocidos a través de la televisión...

Entiende, además, que debería prohibirse el uso de un manual de educación sexual existente en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), que lleva a que los maestros problematicen a los niños y afecten su identidad. La educación sexual la pueden dar los padres, y “dejar que los niños disfruten su infancia”, sostiene. Da la impresión de que la curiosidad y el interés sexual no existirían en la infancia...

Varela hace referencia también a la Ley de Educación de 2008 y al concepto de laicidad, cuestionando que en el perfil del egresado de ANEP se considere que el niño estará en condiciones de reflexionar sobre sus afectos, pensamientos y acciones, para poder conocerse y construir su identidad con los otros. Según la autora, incidir en la identidad de los niños es la base de la ideología de género.

Por último, y para contrarrestarla, hace un llamado a la toma de conciencia de los adultos y a la movilización social para cambiar estos aspectos del sistema educativo, como lo están haciendo la Red de Padres Responsables en Uruguay y la organización Con mis Hijos no te Metas en Perú.

Entre los comentarios aportados por Mercedes Vigil3 en la presentación de Maldonado estuvo la hipersexualidad con la que se educa a los niños, “que se les pone una peluca, y vos sos Daniel y ahora sos Daniela”. La enseñanza de que te podés cambiar de sexo “como quien se cambia el color del pelo”, y la referencia a unos casos en el exterior, de operaciones de cambio de sexo a personas que luego se arrepintieron, estuvieron entre sus fundamentos.

Al igual que la autora del libro, percibo expresiones con mucho contenido ideológico y poca fundamentación científica. De ahí que me gusta considerar esta postura como la verdadera “ideología de género” que trata de desmerecer los avances logrados en torno a los derechos de varones, mujeres y disidencias, y sacar conclusiones generales a partir de algunos hechos particulares.

Desde esta perspectiva, no serían las mujeres en los movimientos feministas las grandes impulsoras de los cambios, sino otros varones, que utilizan fondos billonarios para implementar políticas de bienestar social.

¿Cuáles son las causas por las que se permite esta distorsión en los niños que crea “un ejército de zombis”?, se preguntó Vigil. Su explicación es que detrás de esto hay magnates que financian fundaciones y que manejan los hilos de los organismos internacionales. Si alguien se opusiera, no obtendría préstamos internacionales ni conseguiría financiamiento para sus campañas políticas. Entre ellos, nombró directamente al presidente Luis Lacalle Pou y a los intendentes Yamandú Orsi y Carolina Cosse.

En noviembre de 2022, cuando el libro se presentó en el Parlamento, el diputado colorado Gustavo Zubía planteó que la “ideología de género” tiene un gran poder porque viene de los países centrales y es una manifestación del “marxismo internacional que sigue mutando”. Por eso hay que dar una batalla cultural, que ya no es contra el patriarcado sino contra esta ideología que busca “la abolición de los sexos, destruir la identidad propia de cada sexo”. Y un ámbito propicio es la educación, porque en esas edades quienes se están educando son más sensibles y menos defensivos. Lamentó que a la Casa del Partido Colorado hayan ido a hablar niños trans con sus madres y padres, cuando son edades en las que se puede cambiar y no tener aún esa orientación definida.

Magnates y marxistas parecen coincidir en una agenda común...

El diablo también hace lo suyo

“El diablo está usando toda una maquinaria mundial reflejada en la agenda 2030 liderada por una cábala secreta, la cual tiene el objetivo de imponer la ideología de género en todo el mundo y, de paso, destruir a los cristianos”.4

Rayos García (2021) vuelve sobre la idea de que para la “ideología de género” no existe una diferencia entre hombre y mujer, ya que postula que todo es cultural y, por eso, la identidad sexual depende de la subjetividad, del sentir: por ejemplo, si un hombre adulto “se autopercibe como mujer, perro, mueble es válido, ya que tal autopercepción no está supeditada a los elementos biológicos ni a roles instituidos, bíblicamente hablando”. Por ello, la “ideología de género es una rebelión contra la biología” (Rayos García, p. 2). Algunas de sus explicaciones son coincidentes con lo manifestado anteriormente, ya que sostiene que la génesis de la “ideología de género” está en el marxismo y el liberalismo”, y de ahí surge “la lucha por los derechos LGBT, el aborto, los derechos reproductivos y el feminismo radical” (Rayos García, p. 3).

Pero los principales financiadores no vienen del marxismo sino de “organismos globalistas” que quieren atentar contra el orden establecido por Dios, como la familia, el matrimonio, las iglesias, las instituciones educativas, la infancia, entre otras. Banqueros como Rothschild, los Rockefeller, George Soros, o el Club Bilderberg manipulan el mundo a través de fundaciones y marcan el rumbo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la mismísima Organización de las Naciones Unidas.

Desde esta perspectiva, no serían las mujeres en los movimientos feministas las grandes impulsoras de los cambios, sino otros varones que utilizan fondos billonarios para implementar políticas de bienestar social (la Agenda 2030), obligando a los países a implementar nuevos derechos humanos como el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, la elección del sexo según sus preferencias. También el manejo de las plataformas (Netflix, Amazon Prime, otras) para ejercer el dominio sobre las ideas y el pensamiento de las personas, transmitiendo ideas positivas respecto del aborto, la homosexualidad o el transgénero.

El autor afirma que los matrimonios se están divorciando a causa de la “ideología de género”, y se ha dado lugar al “mal llamado matrimonio igualitario”, que promueve nuevos derechos como la posibilidad de adoptar o de acceder a la seguridad social por parte de la pareja, cuando esto sólo debería ser posible cuando hay un matrimonio entre un hombre y una mujer.

Por qué estos cambios vinculados a la agenda de derechos serían más funcionales a los intereses de los centros de poder económico y financiero es una interrogante que debemos hacernos...

Género, generar, generaciones

En sociedades que cambian tan rápidamente, llenas de contradicciones y conflictos, las nuevas generaciones nacen y crecen en entornos familiares en los que también vivimos esas contradicciones, y que a la vez que promovemos la apertura hacia los cuidados, la corresponsabilidad, los derechos, somos portadores de la violencia, la imposición, los valores consumistas. Todo esto tiene que ver con ideologías; es una trampa pensar que ellas no existen o que están de un solo lado.

Pero niños y niñas no pueden quedar atrapados en esa complejidad ni ser usados por los adultos para justificar visiones que quieren volver a un pasado cada vez más inexistente. No se trata de reprimir o catalogar de anormales o degenerados a quienes viven y sienten de maneras diversas, sino de combatir la violación de derechos, la violencia, la explotación que margina y excluye a millones, tanto por razones económicas como políticas, sociales, culturales, étnicas y también sexuales.

Como adultos tenemos que dar orientaciones, apoyos, impulsos para que lo nuevo y lo diferente se acerquen a la justicia social, la solidaridad, la igualdad de oportunidades, la aceptación de la diversidad. Para que niñas y niños puedan soñar y crear nuevos mundos, en los que puedan elegir y ser felices, puedan pintarse, quererse, desobedecerse, hacer cosas juntos y, si quieren, ser bomberos y bomberas.

Jorge Ferrando es psicólogo y ocupó cargos de dirección en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) entre 2007 y 2020.


  1. El libro fue publicado por la editorial FREE (Federación Rioplatense de Estudios) en 2021. Fue presentado en el Parlamento en noviembre de 2022 en una actividad organizada por el diputado Eduardo Lust, con un panel integrado por él, el diputado Gustavo Zubía y por el abogado Pablo Viana. Según pude leer, la autora es médica cardióloga y tiene otras publicaciones similares relacionadas con el sistema educativo. Tanto una parte de la presentación en el Parlamento como la realizada en Maldonado pueden verse y escucharse en Youtube. 

  2. Marta Varela, en la presentación de Maldonado. A lo largo del artículo aparecen varios entrecomillados que tienen que ver con expresiones de las personas referidas, tomadas de las versiones en Youtube o de los artículos expresamente mencionados. 

  3. Escritora uruguaya con una militancia activa contra la “ideología de género”. 

  4. Gabriel Rayos García, mexicano, licenciado en Historia y en Teología Pastoral, doctorado en Filosofía. Autor del artículo “La ideología de género y la familia”, publicado en setiembre de 2021 en el portal Bioética Web