En el marco de un ansioso y precipitado escenario político, donde las principales discusiones se sitúan en torno a quiénes serán las y los protagonistas en liderar las diferentes alternativas políticas de las futuras campañas electorales, se hace oportuno y relevante establecer un conjunto de interrogantes sobre los diferentes proyectos de transformación y desarrollo social de las distintas corrientes y, en particular, cuestionar si en algunos casos estos modelos-proyectos existen.

Algunas de las características esenciales del modelo democrático uruguayo se encuentran en la importancia central que han ocupado las ideas, las discusiones ideológicas y los programas de los partidos políticos en las diferentes contiendas electorales a lo largo de la historia democrática nacional. A diferencia de otros sistemas democráticos de América Latina, en el uruguayo las ideas, las propuestas políticas y las agendas de gobierno han cumplido un papel relevante en la gestación del pacto entre votantes y gobernantes en el marco del sistema democrático.1

En el caso de las diferentes alternativas políticas de transformación social, siguiendo las iluminadoras ideas de Carlos Real de Azúa, el devenir histórico de la sociedad uruguaya se ha caracterizado por la amortiguación de posiciones sociales extremas y antagónicas, lo que es un aspecto inherente a la conformación histórica del país.2 A lo largo de la historia nacional, sin dejar de reconocer contextos históricos de profunda discordancia y marcados conflictos sociopolíticos, ha primado la permanencia e invariabilidad de posiciones antagónicas de transformación pertenecientes -en palabras de Real de Azúa- a “modalidades políticas dominantes” de cada época y, por otro lado, la preferencia de la sociedad uruguaya por el statu quo por sobre las grandes transformaciones revolucionarias sociales. Asimismo, en el caso de optar por vertientes de transformación “extremas”, la sociedad uruguaya ha presentado preferencia por aquellas de carácter reformista más que por las revolucionarias.

De manera muy esquemática y caricaturesca, con el desarrollo del sistema democrático y, en particular, con la ampliación del sufragio en las primeras décadas del siglo XX en contextos sociohistóricos de competencia política, han sido hegemónicos y dominantes dos grandes proyectos de transformación que han forjado en gran medida el devenir histórico del país. Sin dejar de reconocer la enorme diversidad de vertientes políticas en el sistema político uruguayo, al igual que la enorme variabilidad dentro de cada una de las posturas identificadas, los proyectos de transformación social reformistas y los proyectos de transformación social conservadora han marcado la agenda política de gran parte de la historia política, económica y social del país.

¿Cuáles son las características principales de cada una de estas corrientes? ¿Cuáles son las manifestaciones actuales de estas posturas? En el marco del contexto actual, donde el concepto de polarización es utilizado con elevada frecuencia, es posible destacar que el bloque de transformación social reformista puede vincularse al Frente Amplio como principal fuerza de oposición al actual gobierno de coalición. En el caso de la postura de transformación social conservadora es posible vincularla con el actual gobierno integrado por diferentes corrientes políticas. En esta misma dirección, diferentes figuras políticas vinculadas al Frente Amplio han profundizado sobre las alternativas políticas en la actualidad, a partir de la caracterización de las políticas públicas del actual gobierno y proponiendo medidas alternativas a las llevadas a cabo en los últimos años.

En el caso del modelo de transformación social del actual gobierno de coalición, gran parte de la prédica y orientación de las políticas públicas ha gravitado en torno a la prudencia fiscal, la eficiencia en el gasto público (con especial énfasis en el retroceso del gasto público social), el fomento de la actividad privada empresarial a través del “emprendedurismo innovador”, un retroceso en la participación social y política de las organizaciones sociales y un especial énfasis en la búsqueda y la consagración de mayores grados de libertad para todas y todos los uruguayos. Si bien no existen certezas sobre futuros acuerdos políticos de las diferentes corrientes ideológicas y políticas de los partidos de derecha conservadores que integran la actual coalición de gobierno, es relevante establecer algunas preguntas sobre este modelo de desarrollo y transformación: ¿cuál será la vigencia de este modelo conservador en las próximas elecciones?; ¿quiénes serán los principales socios y de qué manera se reformulará este modelo de transformación en el futuro?; ¿de qué tipo(s) de libertad(es) se habla cuando se habla de libertad(es)?, y, especialmente, ¿de qué manera se vinculan mayores grados de libertad con una pronunciada racionalización del gasto público social? En definitiva, las preguntas centrales que deberíamos hacernos al ocaso de 2024 son las siguientes: ¿realmente la mayoría de nosotros hemos sido “más libres” durante los últimos cinco años?; ¿hemos atravesado los mejores cinco años de nuestras vidas?

Es relevante establecer algunas preguntas sobre cuál será el modelo de desarrollo y transformación de las próximas elecciones: ¿cuáles serán los pilares centrales del nuevo modelo de transformación frenteamplista?

Desde su actual lugar de oposición, en los últimos años el modelo de transformación social impulsado por el Frente Amplio ha consistido en resaltar las discrepancias con gran parte de las reformas establecidas por el gobierno de coalición sobre la base de sus pilares ideológicos históricos. Algunos de estos correspondieron a la reivindicación del rol activo del Estado en la generación de políticas públicas con especial énfasis en las dimensiones económica (estabilidad macroeconómica con un tratamiento específico de la inflación) y social (políticas sociales vinculadas a la reducción de pobreza y desigualdad). Por otra parte, se reivindica a las empresas públicas como eje medular de los procesos productivos y de la soberanía nacional, con especial énfasis en la calidad de los servicios públicos y, por último, la relevancia de la agenda de derechos y la importancia de reconstruir la participación social de las organizaciones sociales.

En un contexto de discusión y fermentación programática, es relevante establecer algunas preguntas sobre cuál será el modelo de desarrollo y transformación de las próximas elecciones: ¿cuáles serán los pilares centrales del nuevo modelo de transformación frenteamplista de los próximos años?; ¿qué rol ocuparán las capacidades estatales y colectivas en el modelo impulsado por el Frente Amplio?; ¿cuáles capacidades estatales y colectivas estarán disponibles y cuáles otras se tendrán que construir?, y, en definitiva, ¿de qué manera se articularán los procesos de reformismo e intervención estatal con el modelo actual de desarrollo económico y productivo?

A finales de 2024, tras cinco años de ausencia en el gobierno nacional, siendo durante 15 años la principal fuerza política del país, una de las principales inquietudes se encuentra en qué consistirá la nueva propuesta de izquierda en términos de transformación social, si existen signos de agotamiento de algunos de los proyectos históricos de transformación y, por último, de qué manera se podrá canalizar la experiencia de una década y media de gobierno y un lustro de oposición en un contexto político de marcado retroceso de las principales banderas políticas de los primeros gobiernos frenteamplistas.

A modo de cierre, en los próximos años, donde transitamos paulatinamente hacia los bicentenarios de Declaratoria de la Independencia y de la Jura de la Constitución, existe la oportunidad única e irrepetible de debatir y discutir cuáles son los modelos de transformación y desarrollo de las principales alternativas políticas. Más allá de los nombres, sus diferentes perfiles, rasgos personales de conducción política y eslóganes políticos, es necesario discutir proyectos y medidas concretas de transformación de cara a un futuro contingente desafiante y motivante. Parte del rico patrimonio y legado histórico de la democracia uruguaya consiste en ello: debatir ideas, proyectos políticos y diferentes alternativas políticas de transformación concretas, además de reflexionar sobre las políticas públicas como principal mecanismo de cambio social diferente al mercado y a las estructuras familiares. En efecto, es importante reflexionar sobre la carreta, las y los bueyes y sobre la dirección que se quiere transitar antes de comenzar el trayecto.

Camilo Martínez Rodríguez es licenciado en Desarrollo y magíster en Historia Económica.


  1. Véase trabajos como: Luna, J (2007), “Frente Amplio and the Crafting of a Social Democratic Alternative in Uruguay”, Latin American Politics & Society, 49 (4), pp 1-30; Garcé, A y Yaffé, J (2004), “De las ideas a las políticas: programas partidarios, agendas de gobierno y políticas públicas en el Uruguay contemporáneo (1985-2005)”, Iberoamericana Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, XXXIV, pp. 91-122; y Chasquetti, D y Garcé, A, (2012), “Futuros posibles de la democracia uruguaya”, en Arocena, R y Caetano, G, La aventura uruguaya, ¿naides más que naides?, Debate, pp. 321-246. 

  2. Real de Azúa, C (1974), Uruguay: ¿una sociedad amortiguadora?, Ediciones de la Banda Oriental.