La honestidad intelectual, profesional y técnica, y la independencia de cualquier ideología dominante, son muy buenas señales de moralidad incuestionable e imprescindible para abordar cualquier tema y querer cambiar las cosas que están mal. Sobre esa base sí que los debates que puedan desarrollarse en nuestra sociedad acerca de asuntos que parecen muy complejos, y que pueden llegar a ser provechosos para la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

Para arrancar, un admirable botón de muestra

Empiezo reconociendo la existencia de los atributos mencionados al principio, en mis excompañeros y compañeras integrantes de la Asesoría General de Seguridad Social del Banco de Previsión Social (BPS), cuando ya en noviembre advirtieron institucionalmente a quien quisiera leer y entender acerca de los alcances de sus proyecciones en caso de que triunfe el plebiscito de la seguridad social: “Dado que la propuesta no incluye aún una reglamentación legal ni detalles de cómo se aplicaría la misma, la estimación realizada está basada en supuestos generales que pueden diferir de la propuesta final a considerar. Se pueden generar infinitos escenarios, pero siempre son necesarias definiciones previas”.

Por lo tanto, en materia de números no hay palabras santas y dependen siempre de los supuestos que se establezcan. Esto viene a colación porque lo que ocurre es que en verdad estamos teniendo diferencias sobre maneras de hacer las cosas que en mi opinión implican una definición ética –y el edificio lógico y verdadero que se construya, si está bien hecho desde sus cimientos, deberá ser un edificio muy sólido y seguro, para poder ser duradero en el tiempo–.

Fuerzas centrífugas y centrípetas

Hace unas semanas irrumpieron en escena algunas caras y voces conocidas por haber integrado los elencos de gobierno del Frente Amplio (FA) o por candidatearse a ocuparlos en un futuro. Seré muy breve al referirme a ellos: si usted ya leyó, escuchó o vio los argumentos del doctor Rodolfo Saldain –verdadero ideólogo de la cruzada antiplebiscito primero y antipapeleta blanca ahora– parta de la base de que en la postura de estas personas se va a encontrar con lo sustancial de las críticas que viene formulando Rodolfo prácticamente desde que se conoció que se iba a iniciar el proceso de recolección de firmas. No hallará usted novedades relevantes (salvo una trasnochada acusación sin fundamentos y, por lo tanto, falsa de que “se convierten en intocables los privilegios de la Caja Militar”).

Tal vez por eso, dos de los efectos que ha provocado la postura de estos frenteamplistas sean, en primer lugar, una fuerte y exponencial corrida de militantes por el Sí entre las bases del FA y, en segundo lugar, la comprobación de que –ante la existencia de tantos dirigentes frenteamplistas en contra del Sí– hay otro número importante de votantes de la coalición de gobierno que ahora se sienten más cómodos para votar la papeleta blanca sin tener que coincidir con adversarios partidarios a la hora de elegir gobierno.

En particular, creo que está apareciendo un nuevo grupo entre las personas encuestadas. Como sabemos, las encuestadoras registran un ítem que indica “tanto % no sabe o no contesta”. Lo que venimos encontrando es que hay muchos y muchas que a estas alturas “sí saben” pero prefieren no contestar para no sufrir presiones (porque piensan votar a Orsi... pero también la papeleta blanca del Sí, o porque piensan votar a Delgado... y también el Sí o –cada vez más– a Manini y el Sí, o a Ojeda y el Sí). Como me vienen diciendo periodistas del llamado interior, creo que este grupo va a terminar mayoritariamente votando “de callado” y es muy probable que sus votos terminen definiendo el plebiscito a nuestro favor.

El Parlamento como resonancia de una sarta de ocultamientos

Como la vida me ha enseñado que lo mejor es acudir a los originales y no a las copias, voy a acercarme a uno de los principales problemas en debate: el “costo” de la reforma.

Desde noviembre hasta ahora hemos visto la puesta en escena de un desagradable drama en el que no parece haber lugar para el amor colectivo ni para el disenso: un enorme pensamiento único planea sobre nuestras cabezas y a quienes no lo tenemos se nos pretende dejar malheridos en una cuneta bajo la acusación de “ultras”.

Utilizando como pantalla una institución tan importante como el BPS, los defensores del statu quo han promovido un escenario en el que se representa una obra catastrófica que tiene como últimas escenas las expresas sugerencias de Saldain y Delgado hablando casi al unísono de la necesidad próxima de un “impuestazo”, y otros dislates parecidos que son dignos de una muy mala película de los hermanos Coen.

Como en realidad la historia con los números en el BPS es muy sencilla de explicar, y de comprobar, conviene ver los pasos dados en el tiempo. En noviembre, la Asesoría General de Seguridad Social hizo su informe de siete páginas, y ya en la tercera advertía lo que señalé al principio y que vale la pena repetir en lo sustancial: “[...] la estimación realizada está basada en supuestos generales, que pueden diferir de la propuesta final a considerar [...]”.

El 7 de febrero, el entonces ministro de Trabajo y Seguridad Social Pablo Mieres, el subsecretario Mario Arizti y el presidente del BPS, Alfredo Cabrera, fueron a la Comisión Permanente del Parlamento y llevaron un documento distinto del original (de diez páginas, la mayor parte de las cuales son gráficas y operaciones matemáticas). Este documento, con el título en pdf “20240207c0005-pptCabrera”, es un material que oculta al Parlamento y a la opinión pública, expresamente, la advertencia muy significativa que antes había hecho la AGSS. A partir de ese 7 de febrero, los opositores al plebiscito lanzaron su primera ofensiva intentando evitar que se llegara a las firmas, sumándose a los pocos días cuanto think thank hace su changa en Uruguay a favor de los centros de poder. En simultáneo, una ensalada de números pasó a ocupar –y se repiten– el tiempo en casi todos los medios de comunicación.

Afortunadamente el director de los empresarios en el BPS, José Pereira, se preocupa y ocupa del problema, preguntando de dónde salieron los números que se manejaban públicamente, y el 13 de mayo a las 18.34 recibió la siguiente respuesta del gerente general del Organismo, Luis Repetto: “Sr. Director, no sabemos a qué refieren los montos que maneja prensa y actores políticos. Los datos oficiales del BPS surgen del informe elaborado por la Asesoría General de la Seguridad Social, que fuera enviado por el presidente el pasado 11 de noviembre de 2023 a todos los directores”. (Con maniobras como esta se han construido enormes mentiras en temas fundamentales).

¿Qué cangrejos debajo de qué piedras?

Como en ningún momento ni en ningún lado se ha dicho o escrito quién hizo “las necesarias definiciones previas”, he consultado a mis excompañeras y compañeros de la Asesoría Jurídica y fueron contundentes en afirmar que “a nosotros no se nos solicitó ningún informe”.

Como el tema “costo” de la reforma es uno de los determinantes de una parte importante de la discusión, desde el poder se indujo vía jerárquica a la AGSS las “definiciones previas” más convenientes para aumentar significativamente el costo y así poder hablar de catástrofes, impuestazos, etcétera.

En los hechos, de no triunfar el Sí, las AFAP seguirán su derrotero de pingües ganancias y promesas incumplidas, y es por demás improbable que un futuro gobierno, cualquiera sea, las elimine.

Con relación a los “costos” del triunfo del Sí, como hemos dicho, si eliminamos las AFAP cae automáticamente el artículo 259 de la Ley 20.130, que por 30 años con opción a diez más transfiere desde Rentas Generales (es decir, desde todo el pueblo), más de 5.430 millones de dólares para financiar el aterrizaje de las AFAP en las cajas paraestatales. Esa plata, que equivale a diez años del aumento de pasividades mínimas que proponemos, vuelve al Estado uruguayo.

Un No que termina siendo Sí y un Sí que establece un tajante No

Digan lo que digan, en los hechos, de no triunfar el Sí las AFAP seguirán su derrotero de pingües ganancias y promesas incumplidas, y es por demás improbable que un futuro gobierno, cualquiera sea, las elimine.1 Tal eliminación sólo es posible alcanzarla con el triunfo popular que, como es archisabido, las destierra de Uruguay.

Así las cosas, conviene ver algunas razones por las cuales moderadamente soy de verdad optimista (como ya es posible ir comprobando en los círculos juveniles que no pueden soportar que se les hable del aumento de la edad a los 65; en los bares de parroquianos en los que el tema se mastica mucho y bien; en unas cuantas peluquerías de varones y de mujeres; en paradas de ómnibus y en distintos lugares de trabajo; en las ferias; en los círculos de familiares y amistades, y en las giras que estamos realizando por todo el país quienes respondemos al comando Afirmá tus Derechos, y nos organizamos dentro del Movimiento en Defensa de la Seguridad Social).

En el llamado interior la avidez por conocer es enorme, la actitud del periodismo realmente dignifica a tan noble profesión, y a medida que podemos desplegar nuestras nueve razones principales para votar el Sí de la papeleta blanca es por demás comprobable cómo se va dando un corrimiento hacia su acompañamiento. (Señoras que empiezan una reunión informativa con muchas dudas y terminan retirándose felices con las papeletas blancas del Sí en sus manos, jóvenes que piden papeletas para repartir entre amigas y amigos, militantes “retirados y decepcionados” que han regresado a la lucha social por esta causa).

Algunas claves que pueden ser definitorias

La verdadera campaña nacional por el Sí recién empezó el 5 de setiembre, mientras ellos hace ya meses que están en pleno ataque. Últimamente, ante la claudicación de algunos dirigentes de la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay (Onajpu), hemos conformado el Grupo de Jubilados, Jubiladas y Pensionistas por el Sí, basados en que el plebiscito cumple con dos reivindicaciones muy importantes y largamente reclamadas: el aumento de las pasividades mínimas y la eliminación de las AFAP (que, por lo menos de boca, algunos dirigentes siguen declarando reivindicar).

El golpe final a las pésimas finanzas del BPS

Como ha sido reconocido por el propio Centro de Investigaciones Económicas (esos “chantas y mercachifles” de los que hablaban Saldain y Mieres hace algunos meses), por lo menos durante unos 15 años no solamente no se avizora una catástrofe, sino que el escenario producto del plebiscito “será mejor” que el que se hubiera producido si seguía vigente la Ley 16.713 o el que ya estamos transitando por la actual Ley 20.130 aprobada en mayo pasado.

Si nos quedáramos sólo con lo anterior, podríamos decir que habrá por lo menos tres períodos de gobierno en los que vaya si podrán encontrarse soluciones realizando cuanto antes una verdadera reforma de la seguridad social en el famoso diálogo social, que de una vez por todas hinque el diente a las injusticias en materia de exoneraciones de aportes patronales y mejore barbaridades y ausencias aún vigentes de la legislación actual en materia de seguridad social, sistemas de cuidados y otras.

Además de todo lo anterior, ya he escrito aquí y quiero reiterarlo que en mi modesta opinión –dado el nuevo escenario que generará el Sí–, desde el campo popular estaremos a tiempo de promover un cambio de paradigmas y refundación del sistema, superando el de reparto y solidaridad intergeneracional “puro” vigente hasta 1995, y dando por muerto y enterrado el régimen de AFAP del período 1995-2024.

Así podrá instaurarse un nuevo sistema de reparto y solidaridad intergeneracional y capitalización colectiva (ambos métodos a la vez) a partir del hecho de que el fideicomiso habrá de devolver al BPS más de 24.000 millones que perfectamente podrían integrar un Fondo de Solidaridad Social que se reinvierta por el propio organismo en inversiones en verdad necesarias socialmente (en vivienda, en préstamos sociales, en industrias como la pesca, etcétera), capitalizando colectivamente cada año una parte importante de los intereses que se generen y destinando el monto restante al pago sin zozobras de las pasividades que estén en curso de pago, blindando así el futuro.

Los números contra la desesperanza y las catástrofes

Teniendo en cuenta los criterios jurídicos del documento del comando Afirmá tus Derechos, los números ahora sí son absolutamente claros e indiscutibles para cualquiera que sepa sumar y restar –a valores de 2023–: 1) al eliminarse las AFAP, al BPS ingresarán 1.468 millones de dólares más por año; 2) la asistencia financiera de Rentas Generales el año pasado fue de 490 millones de dólares; 3) restan 978 millones de dólares; 4) hay que deducir 460 millones de dólares2 del costo del aumento a 308.000 jubilados y pensionistas hasta alcanzar el salario mínimo nacional; 5) quedan 518 millones de dólares que el BPS no necesitará como asistencia financiera.

Con ese dinero se puede redireccionar el gasto público hacia la solución de la mal llamada pobreza infantil. Si sumamos el efecto de aumentar las pasividades mínimas a los 308.000 viejos y viejas más pobres y sus familiares más cercanos, y el efecto de los 518 millones de dólares orientados a los hogares pobres con menores a cargo, en apenas dos años el país estará empezando fuertemente a mejorar el inmoral problema de la pobreza de cientos de miles de compatriotas. ¿Qué partido político lo propone y además dice de dónde sacar los recursos? Ninguno: solamente el triunfo del Sí blanco podrá hacerlo realidad.

Además del blindaje económico y financiero, un cielito como canción triunfante

Para concluir, una vez más puede ser necesaria la poesía para comprender mejor los avatares de la vida. “No tienes nada y me darías un mundo. Te debo un mundo”, escribía Antonio Porchia. Es seguro que hay un mundo, un Uruguay, que les estamos debiendo a todas las personas que habitan nuestra tierra y padecen las pobrezas de las que acabo de escribir.

Ellos y ellas sí que no tienen nada, pero demasiado han dado y nos darán –y nosotros todavía no terminamos de comprender cuánto les estamos debiendo–. ¿No merecerá la pena, entonces, colocar el Sí de la papeleta blanca en la urna el próximo 27 de octubre y que cada uno o cada una vote además el partido político que quiera? ¿No será necesario moralmente ponerles fin a estas pobrezas materiales y simbólicas? ¿No llegaremos así a estar más cerca de un cielo decididamente humano, generoso y solidario, que del infierno con el que otros impostados pregoneros amenazan?

Adolfo Bertoni fue presidente de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social.


  1. Huelga recordar que el FA gobernó durante 15 años con mayoría absoluta y no hubo siquiera “un amague” de querer eliminarlas. 

  2. En realidad será menos, porque hablamos de números de 2023 y la reforma se aplicará en 2025, y una pequeña parte mejoró en 2024.