Cada año, el 24 de abril, cientos de miles de armenios marchan hacia Tsitsernakaberd, la Fortaleza de las Golondrinas, un monumento construido hace más de medio siglo para conmemorar el genocidio armenio, el primer genocidio del siglo XX en el que en el Imperio otomano fueron exterminados 1.500.000 armenios. Las conmemoraciones tienen lugar también en distintas partes del mundo donde residen comunidades armenias, que fueron dispersas por todo el mundo como consecuencia del genocidio y llegaron también a Uruguay.
Esta fecha no fue elegida por casualidad, pues fue este día de 1915 cuando los turcos otomanos arrestaron y decapitaron a cientos de intelectuales y políticos. Comenzaron las deportaciones en masa, miles de mujeres y niños armenios emprendieron las marchas de la muerte hasta el desierto de Siria, mientras los hombres, separados de sus familias, eran fusilados. La mayoría de los deportados morían por inanición, por enfermedades o por ataques.
El hecho del genocidio armenio llevado a cabo por el gobierno otomano fue fundamentado, reconocido y confirmado por testimonios de testigos presenciales, decretos, resoluciones y decisiones de muchos estados y organizaciones internacionales. El conjunto completo de documentos que caracterizan las masacres masivas de la población armenia en el Imperio otomano como un acto genocida planificado previamente y completamente ejecutado es enorme. A pesar de esto, Turquía continúa negando que este crimen sea considerado un genocidio.
El conjunto completo de documentos que caracterizan las masacres masivas de la población armenia en el Imperio Otomano como un acto genocida planificado previamente y completamente ejecutado es enorme.
El genocidio armenio fue reconocido por organizaciones como el Consejo de Europa, el Parlamento Europeo, varias comisiones de la ONU, la Unión Mundial de Iglesias, el Parlamento del Mercosur y otras, así como por más de 40 paises (Estados Unidos, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Suecia, Rusia, Polonia, Lituania, Grecia, Eslovaquia, Chipre, Líbano, Uruguay, Argentina, Venezuela, Chile, Canadá, Ciudad del Vaticano, Australia, Austria, Luxemburgo, Alemania, México, etcétera).
Uruguay fue pionero en este proceso ya que fue el primer país en el mundo en reconocer el genocidio armenio en 1965, a través de la Ley 13.326, por la cual el 24 de abril fue declarado Día de Recordación de los Mártires Armenios, en homenaje a los integrantes de esa nacionalidad asesinados en 1915. Además, esta ley establecía que las emisoras del Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica deberían en esa fecha realizar parte de su programación en homenaje a los armenios, autorizar a los descendientes de armenios que desempeñaran funciones públicas a faltar en dicha fecha a sus oficinas, y designar con el nombre de Armenia la escuela de segundo grado 156, del departamento de Montevideo.
Durante estas décadas los armenios que sobrevivieron el genocidio y sus generaciones vivieron y trabajaron en Uruguay y se convirtieron en ciudadanos plenos de este país. Además, jugaron un destacado rol en el desarrollo de relaciones bilaterales entre Armenia y Uruguay, y si bien estuvieron físicamente a miles de kilómetros de distancia de Armenia, nunca perdieron su identidad y fueron firmes luchadores por los intereses de Armenia. Esto demuestra una vez más que el pueblo armenio nunca se rinde y sabe renacer después de las tragedias.
Lamentablemente, en el siglo XXI las tragedias continúan. En diciembre de 2022 Azerbaiyán cortó la única ruta que conectaba Nagorno Karabaj con Armenia e impidió el abastecimiento de bienes esenciales a la población armenia. Ignorando varias decisiones de la Corte Internacional de Justicia, que ordenaba abrir el corredor, así como resoluciones de los organismos internacionales como, por ejemplo, el Parlamento Europeo, en setiembre de 2023 Azerbaiyán, después de nueve meses de bloqueo inhumano, lanzó una ofensiva militar contra la población armenia de Nagorno Karabaj como consecuencia de la cual 120.000 armenios en unos días fueron obligados a abandonar sus hogares y escapar a Armenia.
Estos trágicos acontecimientos fueron seguidos por un genocidio cultural que Azerbaiyán está llevando a cabo en Nagorno Karabaj hasta el día de hoy, tratando de eliminar la identidad de un pueblo.
El mundo civilizado nunca debe permanecer indiferente ante los crímenes, dondequiera que ocurran. Cuando los crímenes no reciben una respuesta adecuada, se repiten, poniendo cada vez más en peligro la paz universal y la coexistencia pacífica de las naciones.
Mariam Gevorgyan es encargada de negocios de la embajada de Armenia.