Juan Francisco de Larrobla Pereyra fue hijo de Francisco (español) y María Rosa (argentina), el séptimo hijo de un total de diez de este matrimonio. Nació el 9 de enero de 1775 en Montevideo, donde fue bautizado el mismo día, en la iglesia Matriz.

Estudió gramática, luego filosofía y después en el Gran Colegio de Buenos Aires; concluyó sus estudios de teología en la Universidad de Córdoba, donde fue ordenado sacerdote. Fue capellán castrense, manteniéndose fiel al rey, pero según informes ya estaba simpatizando con la revolución rioplatense.

En 1819 se hizo cargo de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe (hoy Canelones) e integró el Consejo Elector durante la Provincia Cisplatina. En mayo de 1825 fue delegado con amplios poderes por Rivera y Lavalleja para tratar asuntos políticos con el general Carlos Federico Lecor.

El 18 y 19 de agosto se realizaron reuniones preparatorias. Y el 25 de agosto, con su presidencia, se tomaron las decisiones que todos conocemos, que fueron leídas por él. Falleció el 5 de julio de 1842.

Deseamos un monumento de cuerpo entero a Juan Francisco Larrobla, que no lo impide su religiosidad, y una pequeña obra que incluya nombres de todos los asambleístas en cristales.

El 6 de diciembre de 2023, en una resolución firmada por la Comisión Nacional del Patrimonio, se indica: 1) que este año se estudiará alguna acción concreta relativa al predio donde se declaró la independencia; 2) que existieron conversaciones con el intendente de Florida relativas a obras en el predio, pero “sin especificar el nombre del mencionado presbítero Larrobla”; 3) que la comunidad de Florida, a través de sus instituciones representativas, busca la apertura de una cápsula sellada con pórtland en Florida, colocada el 25 de agosto de 1975 por el dictador Juan María Bordaberry.

Es de esperar que, como estamos en el inicio de las campañas electorales, no impidan realizar lo que se considere, como para que todo quede pronto para el sesquicentenario.

El pueblo pide: que se abra el cubo y se llame a concurso ya, para que se pueda resolver y construir lo que se resuelva. Por nuestra parte, deseamos: 1) un monumento de cuerpo entero a Juan Francisco Larrobla, que no lo impide su religiosidad (como también hay un monumento al papa o a Dámaso Antonio Larrañaga Pires); 2) una pequeña obra que incluya los nombres de todos los asambleístas en cristales (para evitar robos), y otra pequeña para colocar a la vista del público: una copia de las declaraciones de 1825, como ya existe una en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Porque el original está también en el Palacio, con fuertes medidas de seguridad.

Hay que apurar el llamado a concurso si queremos llegar a tiempo.

Nelson Sica es abogado.