En estos días se ha sabido por la prensa que la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) ha advertido a OSE que presenta importantes desvíos respecto a la planificación financiera de 2024. Efectivamente, si OSE no corrige el rumbo que muestra en los primeros meses, terminará este año con un desvío (en números negativos) de 68 millones de dólares.
Dice el informe de la OPP que el déficit se estaría explicando por una pequeña caída en los ingresos, y fundamentalmente por un crecimiento desmedido de los gastos, aproximadamente de 2.000 millones de pesos.
Todo lo anterior puede resultar impactante para la ciudadanía en general, pero para los trabajadores de OSE no es ninguna sorpresa; hemos denunciado de todas las maneras posibles que OSE está siendo pésimamente administrada, pero a las denuncias se responde con persecución a nuestro sindicato por parte del directorio y sus secuaces. Para decirlo en forma resumida: OSE está siendo un botín para las empresas y para intereses clientelares menores.
La administración de este período de gobierno en OSE se inauguró con recortes salvajes de personal, gastos e inversiones. Sobre el personal, la orden desde el gobierno de coalición fue reponer uno de cada tres cargos que resultaran vacantes (por cualquier motivo, renuncia, jubilación, etcétera). Los restantes dos cargos debían eliminarse de la plantilla. Así las cosas, si renuncia el supervisor de potabilización de la planta de Paso de los Toros, ese cargo se elimina, y seguirá funcionando con el asistente y listo. Obviamente ese compañero o compañera que se hace cargo de la planta no cobra el sueldo de quien reemplaza, sino uno mucho menor. Cero criterio de gestión del personal y de las necesidades de funcionamiento del servicio. Para colmo de males, este 3x1 en la relación egresos/ingresos ni siquiera se cumplió en el organismo.
De la aplicación a rajatabla de una orden absurda no puede salir nada bueno, y así estamos. Los datos sobre personal publicados en el Balance 2023 de OSE se detallan en la tabla que acompaña este artículo.
Evolución del personal de OSE
Año | Funcionarios |
---|---|
2019 | 4.222 |
2020 | 3.819 |
2021 | 3.830 |
2022 | 3.644 |
2023 | 3.504 |
Fuente: Balance 2023 de OSE.
Ya la cantidad de funcionarios en 2019 estaba por debajo (unos 1.000 funcionarios menos) del número requerido la última vez que se realizó un estudio de estructura serio. Hoy los funcionarios presupuestados y con contrato de función pública no llegan a 3.400.
OSE, a diferencia de otras empresas públicas como UTE o Antel, tiene todos sus procesos repetidos en cada localidad que atiende. Si vamos a dar servicio de agua potable en Nueva Helvecia o Cerrillada, hay que encontrar una fuente de agua bruta (ya sea un arroyo, río, acuífero) y montar todo el sistema de potabilización, control de calidad y distribución. En esto somos diferentes a UTE, por ejemplo, que puede tener centralizada la generación de energía eléctrica, y eso permite que un mismo grupo de funcionarios trabaje para varias localidades distantes entre sí, al menos en la primera etapa del servicio.
No se puede hacer milagros, los funcionarios que quedamos apenas somos suficientes para cubrir las urgencias de cada día. Así es difícil hacer una gestión planificada. Esta escasez de personal explica que más del 50% del agua producida se pierda en el proceso de distribución. Y con este escenario, ¿quiénes se benefician? Porque ya vimos que los 2.000 millones de pesos incrementales de gastos no se fueron en sueldos de funcionarios. El informe de la OPP aclara además que tampoco se explica por el gasto en suministros críticos (que es el nombre que reciben a la interna todos los insumos de potabilización).
Para la próxima gestión quedará la caja vacía, una plantilla de funcionarios totalmente diezmada y un nivel de endeudamiento que equivale a casi el 50% más que los ingresos que OSE percibe.
No se precisa ser muy astuto para sospechar que cada vez que el Estado se debilita y deja algo sin solucionar, siempre habrá empresas privadas dispuestas a hacerse cargo de lo que el Estado abandona. Eso sí, cobrando sus buenos precios.
Desde el principio, este directorio demostró no tener iniciativa propia respecto de la gestión de OSE; en la medida en que fueron llegando decenas de iniciativas privadas al amparo de la Ley 17.555, los “no planes” del directorio se fueron adaptando a seguir lo que les planteaban las empresas desde afuera.
Y así aceptaron el proyecto Neptuno, a contrapelo de todos los estudios realizados por los propios funcionarios especializados de OSE, que durante más de 50 años habían indicado que optar por el Río de la Plata como fuente de agua bruta no era buena idea. Y después aceptaron la iniciativa para la “universalización” del saneamiento, tampoco importó que la propuesta caminara en sentido contrario al Plan Nacional de Saneamiento aprobado por el Decreto 14/020. Este plan, como el Neptuno, se aprobó de espaldas a nuestros técnicos, menoscabando sus capacidades y silenciándolos cuando fue necesario. Incluso saliéndonos un poco de las discusiones técnicas, y suponiendo que estas iniciativas fueran acertadas, ¿por qué eligieron la forma más costosa de llevarlas a cabo? ¿Qué buen administrador gastaría más del doble en un emprendimiento teniendo la opción menos costosa a la mano?
En resumen, este directorio hizo caso omiso de años de análisis técnicos, sociales y económicos que indicaban los mejores caminos para seguir brindando sus servicios, y se abrazó a las ideas de empresas privadas del rubro de la construcción, que consorciadas representan casi a todo el sector.
En lo que es la gestión del rumbo macro de OSE, este directorio se dedicó a hacer el seguimiento a las iniciativas de las constructoras privadas. Y para sostener el servicio del día a día con cada vez menos funcionarios, se siguió usando y abusando de la contratación de empresas tercerizadas, o, en algunos casos, de cooperativas sociales. Y con esto se cierra el círculo de omisión-deterioro del servicio-clientelismo, porque, aunque parezca increíble, gestionar mal una institución pública rinde votos.
Las cooperativas sociales pasaron a ser utilizadas para colocar correligionarios en todo el país. El mecanismo fue simple: o se creaban nuevas cooperativas conformadas íntegramente por militantes políticos o afines, o se presionaba a las autoridades de las cooperativas ya existentes, más o menos en estos términos:
“¿Quieren seguir trabajando para OSE? Acá te dejo la lista de a quiénes tenés que contratar y con este sueldo.
–Pero, Guillermo, a esta gente no la conocemos, y nadie cobra ese sueldo en esta cooperativa, nos estás matando…
–¿Necesitás que te lo repita?”.
El diálogo anterior es inventado, claro, pero no se aleja mucho de lo que efectivamente pasó y sigue pasando. Muchos cooperativistas que se mantuvieron firmes y rechazaron estas injerencias casi terminan sin trabajo, y lamentablemente muchas veces ese “casi” se transformó en realidad.
Con este tipo de “gestión” es fácil que se disparen los gastos; de hecho, este año OSE ha solicitado préstamos de corto plazo por 30 millones dólares para poder sostenerse, para poder pagar las cuentas diarias, que si no se pagan, se termina el servicio.
De cualquier modo, no falta la conferencia de prensa para anunciar que inician las obras en 16 localidades del interior de la “universalización” del saneamiento, en setiembre. Justo a un mes de las elecciones.
Para la próxima gestión quedará la caja vacía, una plantilla de funcionarios totalmente diezmada, ningún avance en el aseguramiento real del servicio de agua potable y un nivel de endeudamiento proyectado para el próximo gobierno que equivale a casi un 50% más que los ingresos que OSE percibe.
¿Pero fue solamente la mala gestión de estos últimos años lo que comprometió de tal forma la continuidad del servicio? En gran medida sí, pero algunos problemas vienen de más larga data y no podemos obviarlos. Para que esto mejore, debemos cambiar nuestra concepción de OSE como empresa recaudadora, y que solamente se vale de sus ingresos para subsistir. Tener un servicio de agua potable de excelencia da un valor agregado incalculable a nuestro país.
Se deben hacer las inversiones y las obras necesarias, sin perder más tiempo. No se puede gestionar OSE bajo la presión constante de normas presupuestales y objetivos inalcanzables, perdiendo de vista su objetivo fundamental, que es brindar a todos nuestros compatriotas agua de calidad para asegurar el derecho humano fundamental a una vida digna.
Los trabajadores y trabajadoras de OSE estamos comprometidas con este objetivo, pero la gestión del agua de este país necesita del compromiso de todos para evitar que perdamos el privilegio de ser el país de Latinoamérica con mejor servicio en cobertura y calidad.
Carlos Larrosa es presidente de la Federación de Funcionarios de OSE.