Diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en 2018 (aunque la padecía desde 2016), enfermedad devastadora e incurable, el uruguayo Fernando Sureda rompió el silencio que rodea el final de la vida demandando públicamente la regulación de la eutanasia, proceso que evita un sufrimiento intolerable para la persona que lo padece. Fernando fue un tenaz, sincero, claro y férreo defensor de la eutanasia como libertad de la decisión al final de la vida, y como emancipador de un fin de vida autónomo, sin imposiciones.
Como pionero, Sureda militó por el derecho a la eutanasia legal y lo difundió todo lo que le fue posible. Importantísimo cómo planteó con serenidad, profundidad y claridad, en primera persona, la valoración de la vida cuando se está cercano a la muerte. Hablamos de la muerte sin miedos o enfrentándolos, hablamos como nunca de los cuidados paliativos, y se impulsaron infinita y necesariamente. Se empezó a discutir un tema importante que estaba tapado y la gente empezó a asumirlo como propio, sin hipocresía.
Diversas encuestas han mostrado un apoyo a la eutanasia cercano al 80% de la población. Fue su pedido y su lucha lo que generó que el diputado Ope Pasquet presentara en marzo de 2020 un proyecto de ley, que luego fue reformulado y apoyado por varios sectores y partidos políticos con perspectiva de derechos humanos a la muerte digna, y que fue aprobado por la Cámara de Diputados en octubre de 2022 por 57 votos a 39, pero quedó detenido y nuevamente silenciado en el Senado -a pedido expreso del presidente de la República, Luis Lacalle Pou-.
Fernando Sureda fue un tenaz, sincero, claro y férreo defensor de la eutanasia como libertad de la decisión al final de la vida, y como emancipador de un fin de vida autónomo, sin imposiciones.
Se acerca el final de la legislatura y los senadores no tienen perspectiva de votar. Ni siquiera de hacerse cargo de votarlo negativamente. Como sucedía con el tema antes, ahora se esconde el proyecto de ley. Nuevamente tabú y sin hacerse cargo. Ya postrado en su cama, Sureda mantuvo su deseo y su decisión, pero por tiempos políticos no pudo verlo concretado. Se le impidió morir como quería y sufrir lo que no quería. Luego de años de padecimiento, falleció el 23 de setiembre de 2020.
En el recorrido del proceso de los cuidados paliativos fue ayudado y acompañado virtualmente por el médico paliativista español Enric Benito, que lo asistió hasta el final. Con visiones filosóficas diferentes sobre el final de la vida, la relación de amistad que forjaron durante los últimos meses de vida de Sureda aportó a este a poder transitar el proceso de su muerte de la mejor manera posible, dadas las circunstancias.
El documental Hay una puerta ahí, producido por Juan y Facundo Ponce de León, actualmente en las pantallas cinematográficas locales, debe considerarse un homenaje a quien luchó tanto por un derecho que merece nuestro país: el de que cada persona pueda decidir cómo morir. Seguiremos el camino que marcó Sureda hasta alcanzar su sueño: la consagración de la eutanasia como un derecho humano. Porque el final de la vida es un derecho, no una obligación. Porque vivir es un derecho, no una obligación.
Alicia Fajardo, Clara Fassler, Federico Preve Cocco, Isabel Villar, Ítalo Bove, Margarita Percovich y Ricardo Bernardi integran Muerte Digna en Uruguay.