Hace casi 20 años acordamos una agenda transformadora que incluía la expansión del acceso a la educación superior de calidad, la descentralización, el impulso a la interdisciplina, la curricularización de la extensión y una mayor articulación con el medio, la flexibilidad y movilidad estudiantil, entre muchas otras cosas. Mientras otros en la región se alejaron de las ideas de la Reforma de Córdoba para responder a las necesidades actuales de la sociedad, la Universidad de la República se transformó desde y gracias a la autonomía y el cogobierno, sin traicionar esos principios. Es algo que nos llena de orgullo.
Como resultado de esa agenda, la Universidad ha crecido y se ha complejizado considerablemente: tenemos el doble de estudiantes que hace 20 años, gran desarrollo territorial, aumento de la investigación y la extensión.
El conocimiento es un factor de poder y su democratización es, por tanto, una necesidad nacional. La expansión de la Udelar ha sido un aporte significativo en ese sentido, pero se hizo tensando al máximo sus fuerzas y su estructura. Para que cumpla un rol central en el desarrollo del país, es preciso mantener altos niveles de calidad en lo que hacemos. Lo hemos intentado, pero no siempre lo logramos.
No podemos ser autocomplacientes. Mencionemos algunos de nuestros problemas: poco desarrollo de la investigación en numerosas áreas del conocimiento; tenemos grandes dificultades para asimilar el bienvenido crecimiento de la matrícula estudiantil manteniendo la calidad de la enseñanza y sin generar frustración y desvinculación en un número demasiado grande de jóvenes; la extensión sigue siendo una práctica limitada, y la distancia entre quienes la practican y quienes se centran en investigar nos impide avanzar en la idea de integralidad; nos cuesta trabajo renovar las estructuras académicas; existen espacios de poder académico que limitan el crecimiento de docentes en etapas iniciales de su trayectoria; la gestión de una estructura tan grande y diversa es por momentos muy deficitaria; las desigualdades de género están presentes en todas las dimensiones de la vida universitaria; muchos trabajadores y trabajadoras de la universidad viven en la precariedad laboral y perdemos a gente formada y valiosa; miles de universitarios y universitarias no pueden participar plenamente de la democracia universitaria.
En suma, en este tiempo hemos crecido y diversificado nuestra acción, en línea con las ideas que nos propusimos realizar hace 20 años, pero ello mismo nos enfrenta hoy a nuevos desafíos. La agenda acordada entonces se ha ido agotando.
Hoy es preciso transitar hacia una fase de consolidación crítica, respondiendo a las necesidades del país e impulsando la democratización del conocimiento, lo que implica seguir creciendo. Para hacerlo bien es necesario racionalizar y optimizar recursos y esfuerzos, así como repensar la estructura y adecuar la normativa a la nueva realidad. Consolidación y autocrítica deben ir juntas.
Nos alegra ver en los documentos que circulan en esta elección rectoral muchas propuestas compartibles. Tendremos una discusión fecunda de la que surgirán consensos importantes para trazar una agenda que empujaremos en unidad. Sea quien sea la persona que los órdenes elijan, el día después estaremos todos y todas al servicio de nuestra querida universidad. Proponemos algunas prioridades de una agenda necesaria.
Consolidación crítica para una mejor Udelar
En este momento necesitamos consolidar lo que tenemos más que inaugurar cosas nuevas. No son pocos los lugares donde estamos al límite de lo que podemos hacer. No queremos docentes de grado 1 o 2 a cargo de teóricos, no queremos salones con hacinamiento de estudiantes. No queremos funcionarios docentes y no docentes con multiempleo por necesidad, con bajos salarios y sin oportunidades de progreso. No queremos que la universidad expulse a docentes de valor sin darles la oportunidad de consolidarse.
Algunas acciones para avanzar hacia la Universidad que sí queremos:
Generar mejores condiciones de empleo y no naturalizar la precarización laboral implica poner en marcha el Sistema de Promoción de la Carrera previsto en el Estatuto del Personal Docente (EPD), crear nuevos cargos de grado 2 y 3, en particular en aquellos lugares cuya situación es más crítica y priorizar la recuperación de los salarios con atención especial a los más sumergidos.
Mejorar la gestión requiere más cargos y formación del funcionariado técnico administrativo y de servicio y un Sistema Integrado de Información en apoyo a la gestión y el cogobierno.
Racionalizar y optimizar los recursos disponibles necesita la definición de criterios de asignación de enseñanza mínima por grados y categorías horarias, la promoción del dictado de unidades curriculares comunes para más de una carrera, la optimización del uso del espacio físico (por ejemplo, apelando a las franjas horarias con ocupación muy baja en algunos edificios universitarios), entre otras acciones.
Profundizar y mejorar las funciones sustantivas requiere programas específicos, por ejemplo: i) consolidar un programa de apoyo al ingreso y permanencia en la Universidad con múltiples dimensiones, que minimice la frustración y desvinculación estudiantil; ii) profesionalizar y redimensionar el programa de enseñanza a estudiantes en privación de libertad; iii) lanzar una nueva etapa del programa de fortalecimiento de la investigación de calidad para áreas con dificultades en su desarrollo; y iv) crear un programa similar que apoye a los servicios con dificultades en el desarrollo de la extensión y actividades en el medio.
Una universidad para vivir y crecer
La Universidad tiene que ser un ambiente sano, libre de acoso y de toda forma de violencia o discriminación, que promueva la calidad en todos los planos del quehacer académico junto a la generosidad y la cooperación, en lugar de la competencia individualista y el egoísmo.
Algunas acciones necesarias son:
Culminar la puesta en práctica del EPD y mejorarlo a partir de la experiencia. Los servicios con mayores dificultades deben poder avanzar a ritmos diferenciales de acuerdo con planes estratégicos claros y verificables para llegar a la plena aplicación del espíritu del Estatuto. Aprobar el título II del EPD referido a la Dedicación Total. Crear dedicaciones totales compartidas con la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y formación docente.
Avanzar en la definición de criterios públicos y comunes de evaluación, poniéndolos en práctica en procesos de evaluación transparentes que contribuyan al aprendizaje y la mejora. La evaluación determina en buena medida la universidad que tendremos en el futuro, de aquí la importancia de transformarla en una dirección que estimule más la calidad sustantiva de lo que hacemos que la cantidad y que, a la vez, promueva la diversidad de enfoques y prácticas.
Democratizar requiere también de un conocimiento libre. Ello implica romper muchas fronteras: ampliar el acceso, impulsar la interdisciplina, la ciencia abierta, la extensión. Implica cambiar la forma en que investigamos y nos relacionamos con la sociedad.
Constituir un sistema que articule las becas estudiantiles que otorgan la Udelar y otras instituciones, consolidando los esfuerzos para dar continuidad a las y los beneficiarios de apoyos al finalizar secundaria. Debemos otorgar becas al 100% de los y las estudiantes calificados para obtenerlas.
Fortalecer y extender el sistema de cuidados universitario. Dar soporte a la gestión de los centros de cuidados y evaluarlos con el fin de garantizar la mejor atención. Pensar estrategias para acompañar el cuidado de personas mayores y/o en situación de dependencia.
Crear un sistema de atención a la salud mental de las y los universitarios, potenciando los servicios existentes.
Ampliar y profundizar la lucha contra la violencia, el acoso y la discriminación, fortaleciendo los equipos profesionales de atención y acompañamiento y garantizar el acceso a esta política en todos los rincones de la institución. Reforzar las políticas de prevención.
Avanzar hacia una universidad más igualitaria requiere discusión y acuerdo sobre un código de conducta, que defina reglas claras en nuestra comunidad. Este debe abordar temas relacionados con el acoso y la discriminación, y también los relativos al mal uso del poder académico. Una agenda feminista no puede limitarse a combatir el acoso y fortalecer el sistema de cuidados; implica abordar el tema del poder en la institución. Se deben tomar acciones concretas que impacten en la investigación, la formación y la institucionalización de una perspectiva de género para transformar las relaciones dentro de nuestra comunidad universitaria y aumentar la presencia de las mujeres en cargos de jerarquía.
La Universidad deberá estar presente en las discusiones nacionales, ofreciendo sus capacidades y creando espacios de debate que contribuyan a la generación de políticas públicas.
Una universidad activa ante la vida pública
Comienza un gobierno que ha prometido apoyo para la educación, la ciencia y las políticas sociales. Tenemos esperanzas, aunque sabemos de promesas incumplidas. La Universidad deberá estar presente en las discusiones nacionales, ofreciendo sus capacidades y creando espacios de debate que contribuyan a la generación de políticas públicas, con espíritu crítico y constructivo, desde el pluralismo y el conocimiento.
La consolidación de los procesos en curso en la Udelar debe darse junto con el fortalecimiento general de la educación pública. Una meta deseable para contribuir al desarrollo nacional es que más de la mitad de las y los jóvenes tengan formación superior. Hoy estamos muy lejos.
¿Cómo puede una sociedad pensarse sin una educación superior de calidad al alcance de muchos? Tenemos que construir un verdadero sistema público de educación terciaria: con diversas instituciones públicas, autónomas, cogobernadas, gratuitas y articuladas entre sí. Ello implica debatir y lograr acuerdos con el sistema político en su conjunto.
La Universidad tiene mucho para aportar en el diseño y desarrollo de un verdadero sistema nacional de investigación, formación y vinculación, que construya, retenga y capte capacidades y articule todo lo que el país tiene, permitiendo la planificación estratégica de largo plazo, la generación de conocimiento y su uso socialmente valioso. La opinión de la Udelar debe estar presente en esa discusión.
¿Cómo resistir al avance del extremismo reaccionario? La universidad tiene gran responsabilidad ante este fenómeno global que no nos es ajeno. Para combatirlo debemos democratizar el conocimiento, cultivar el pensamiento crítico y la rebeldía, defender los derechos humanos, incorporar en los planes de estudio asignaturas que aborden el rol social de los y las profesionales, vincularnos más estrechamente con la sociedad. Hay que cumplir plenamente el mandato del artículo 2 de nuestra Ley Orgánica, que nos da como misión, entre otras, contribuir al esclarecimiento y la comprensión pública de temas de interés general y el artículo 3, que defiende a ultranza la libertad de opinión de las y los universitarios. Habremos de decir claramente las cosas, sin rodeos ni medias tintas.
Pensarnos para actuar
Necesitamos habilitar algunas discusiones grandes que nos permitan dibujar un horizonte de futuro compartido, enmarcando la discusión de los problemas más concretos que nos aquejan cada día. El pragmatismo nos ayuda a resolver esos problemas, pero conduce a cambios de fondo, que no podemos aceptar sin una profunda discusión. En los próximos meses lucharemos juntos por el presupuesto que elaboramos colectivamente y aprobamos de forma unánime. Se trata de un presupuesto imprescindible para atender situaciones críticas y empezar a resolver situaciones generadas por años de retaceos y recortes. Luego, deberemos abordar cuatro discusiones fundamentales:
Consensuar un rumbo para nuestra Universidad al 2050;
Definir los criterios y modalidades de la evaluación docente;
Acordar y definir un código de conducta de nuestra comunidad universitaria;
Acordar internamente las modificaciones necesarias a la Ley Orgánica, que nos permitan saldar la deuda que tenemos con las decenas de miles de universitarios y universitarias que ven impedida su participación plena en la democracia universitaria; que nos permitan organizarnos como entendamos adecuado y avanzar hacia una universidad más integrada y mejor gestionada. Esa nueva Ley Orgánica —necesaria para seguir creciendo y cambiando al servicio del país y su gente— deberemos conquistarla. Para ello son fundamentales acuerdos sólidos y convicción, decisión política y movilización. Sólo cuando tengamos un amplio acuerdo interno de lo que queremos, podremos salir a luchar por ello.
¿Vamos a pensar en la ciencia y la educación superior a 20 años o vamos a conformarnos con defender las conquistas del pasado?
Necesitamos programa, objetivos y sentidos. Debemos dar discusiones profundas sobre cómo queremos que la ciencia avance, cómo queremos que sea la universidad del mañana, cómo jugamos en la disputa por el conocimiento. Recordemos la visión que tuvo el batllismo hace 100 años para crear facultades, entes autónomos, industria nacional. La visión que hace 70 años permitió conquistar la autonomía y el cogobierno. La visión que hace 20 años impulsó el desarrollo de la universidad en todo el territorio nacional. Acordemos una visión para este tiempo. Nos comprometemos a impulsar el debate colectivo y a trabajar por un proyecto común. Nos comprometemos a defender la autonomía, el cogobierno, el compromiso social y la gratuidad. Nos comprometemos a impulsar la ciencia y el desarrollo nacional.
Para avanzar y no sólo resistir, no podemos conformarnos con la universidad que nos toca. Tenemos que construir la universidad que queremos.
Gregory Randall es docente de la Facultad de Ingeniería y fue prorrector de Investigación de la Universidad de la República.