No podemos volver a caer en el error de confundir el partido con el gobierno y con el Estado, y menos aún mezclar sus funciones y objetivos. Estas tres organizaciones juegan en la misma cancha, pero diferenciar claramente sus funciones, objetivos y estructuras resulta imprescindible.
Confundir estos tres aspectos llevó a que uno de los dos partidos con más años en nuestro país perdiera elección tras elección y durante mucho tiempo se haya visto reducido a su mínima expresión: un feudo en Rivera.
Estas organizaciones deben desarrollar sus funciones de manera independiente y sincronizada; es decir, todas ellas tratan el mismo tema, pero lo miran desde diferentes ángulos.
El Estado, según la definición convencional, es la porción de territorio, su idioma, su bandera, su himno, su escudo, la gente que lo habita, sus costumbres, su cultura y su gastronomía. Es una definición que no sólo confunde Estado con nación, sino que además le quita el contenido de clase que la historia de la humanidad registra. Para Karl Marx el Estado es el aparato político-militar que permite el sometimiento de una clase social por otra.
Sin dudas que son dos definiciones antagónicas, pero el Estado es algo que da cabida a lo demás en cualquiera de las dos concepciones. De hecho, hay muchos estados que contienen en su interior más de una nación.
El gobierno electo es el gobierno de todos, luego de electo deja de ser el gobierno del partido ganador. Su función es aplicar el programa con el que fue electo, y los conciudadanos que ocupan cargos tienen su línea de mando a partir del presidente, que es una vía político-administrativa. El presidente es del gobierno y los gobernados y no necesariamente del Estado.
La consigna es: el Estado no es el gobierno, el gobierno no es el partido y el partido no es el Estado.
Por otra parte, el partido que llevó al sillón presidencial a su candidato lo pierde como tal dentro de su estructura y pasa a ser, como dijimos, el presidente de todos. No pertenece a ningún partido, aunque fue propuesto por el partido del gobierno.
El partido del gobierno tiene cuatro grandes tareas: controlar que el presidente cumpla con la aplicación del programa y del plan de gobierno; ser un acicate para que el gobierno avance y profundice, si es necesario, el programa y el plan de gobierno; bajo ningún punto de vista debe interferir con la línea político-técnico-administrativa; el partido en su conjunto deberá realizar tareas militantes inserto en organizaciones sociales y barriales de todo tipo, junto con otros vecinos. Nunca debe adjudicarse el rol de gestor o de lobby con el gobierno, no debe ser un nexo entre la sociedad civil y el gobierno. Debemos terminar con el concepto de la maldita gauchada que sabemos dónde empieza, pero no dónde termina.
Este gobierno de izquierda liderado por el Frente Amplio debe seguir cultivando como valor la honestidad intelectual y la transparencia. Ejemplo de ello son las dos compañeras que renunciaron a cargos ejecutivos porque, sin cometer delito alguno, tuvieron actitudes de dudosa ética.
Para finalizar decimos que el fortalecimiento del Estado, elemento que consideramos indispensable para un país como el nuestro, incluye que el gobierno elabore leyes que mejoren la redistribución de la riqueza, que el mecanismo de ingresos a cargos públicos sea por concurso, que existan acciones concretas y educativas y no sólo punitivas ante la infracción, que los cargos de confianza política sean otorgados con el criterio de que los más idóneos se designen en los cargos más complejos.
En 1971, estas eran banderas de la izquierda, y hoy estoy seguro de que más de uno pondrá el grito en el cielo diciendo que somos herejes. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué se iguala para abajo y abandonamos la esencia de nuestras concepciones y valores? Aggiornarse no significa renunciar a los valores y principios, aggiornarse debería ser buscar nuevos caminos para construir entre todos una sociedad más justa, un modelo solidario. Esto implica pegarle al capitalismo y a los capitalistas donde más les duele, en la redistribución de la riqueza, y para esto nuestros tres pilares deben funcionar como decía antes, en forma independiente pero sincrónica.
La consigna es: el Estado no es el gobierno, el gobierno no es el partido y el partido no es el Estado.
Daniel Parada es médico y fue profesor agregado en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.