Cultura
Cuando los intelectuales eran de izquierda, seguían la moda francesa que habían iniciado Hugo, Proust, Zola, France y hasta Dumas: como eran escritores, tenían derecho a decir verdades, y allá iban. No hubo desacomodo parisino que no mereciera la diatriba enfebrecida de un escritor de folletines (de paso, El cementerio de Praga, la más reciente novela de Umberto Eco, pinta bien ese mundo fraudulento de fines del siglo XIX).