A un centenar de días después de la madrugada en la que fuerzas militares hondureñas secuestraron y deportaron al presidente constitucional, Manuel Zelaya, el futuro de Honduras se mantiene en la misma incertidumbre. Pero en las últimas horas se registraron algunos gestos que pueden abrir el camino a una salida a la crisis política que vive el país centroamericano.

Ayer el presidente golpista, Roberto Micheletti, en una reunión que mantuvo con su gabinete, resolvió dejar sin efecto el decreto que regía desde hacía 10 días y que limitaba las libertades civiles en el país. La disposición, que anulaba la libertad de expresión, de asociación y de libre circulación, así como los derechos de los detenidos, fue tomada luego del sorpresivo retorno a Honduras de Zelaya. Su suspensión había sido una de las demandas del mandatario derrocado para iniciar el diálogo. La otra es que cese el cerco que rige sobre la Embajada de Brasil, lugar en el que Zelaya permanece desde el 21 de setiembre.

Así las cosas, el camino parece irse allanando para que la semana que viene, aunque en una fecha aún sin definir, se inicien las conversaciones para buscar una solución a la crisis. Desde ayer está trabajando en Tegucigalpa un grupo de funcionarios de la Organización de Estados Americanos (OEA) con el fin de preparar la llegada de una delegación de cancilleres que acompañarán las conversaciones entre los representantes del gobierno de facto y de quienes reivindican que el presidente constitucional es Zelaya.

Según trascendió el fin de semana y como antesala de esta misión, el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, se reunió en una fecha no precisada con Micheletti en la base militar de Palmerola, situada a 80 kilómetros de la capital hondureña. También los principales candidatos que se presentarán en las elecciones presidenciales hondureñas previstas para el próximo 29 de noviembre se muestran proclives al diálogo.

Desde los sectores afines a Zelaya se aguarda que esta instancia sea la definitiva para encaminar la institucionalidad del país. Es el caso del partido izquierdista Unificación Democrática (UD), sector al que si bien no pertenece el mandatario derrocado (que fue elegido por el Partido Liberal), es el único que le dio su apoyo en todo momento. En en el Parlamento, Marvin Ponce, diputado de UD, afirmó que la llegada de la misión de la OEA puede ser determinante pero que la solución será posible “siempre y cuando todo tenga como punto de partida la restitución del orden democrático, la restitución del presidente Zelaya al poder, tal como lo eligió el pueblo”.

En medio de este clima de relativo optimismo, en una entrevista divulgada ayer por la revista brasileña Veja, Micheletti reconoció que fue un “error” sacar a Zelaya a punta de rifle del país. Según el mandatario golpista, que deslindó cualquier responsabilidad en la acción, “los militares tendrían que haberlo llevado [a Zelaya] ante los tribunales, pero decidieron sacarlo del país para evitar un derramamiento de sangre. Por eso decidieron llevarlo a Costa Rica. No habría una prisión segura para él aquí”. Por otra parte, Micheletti defendió la legalidad de dicho operativo.

Pero en la entrevista no perdió oportunidad de pegarle duro a Zelaya, de quien dijo que no tiene palabra y “es un muñeco de Chávez”. Para Micheletti, lo que precipitó la crisis que vive Honduras fue la intención del mandatario depuesto de perpetuarse en el poder. Y sentenció: “Eso nos motivó para prepararnos para defender al país de ese comunismo versión siglo XXI, invención de un loco de América del Sur”.