“Las buenas ideas están ahí para ser copiadas”. La frase es de un afiche de campaña del Partido Pirata alemán y resume dos de sus reivindicaciones más importantes: el libre flujo de la información en internet y la reforma de las leyes de copyright. Este partido consiguió apenas 2% de los votos (845.904 sufragios) en las elecciones del 27 de setiembre, pero sus seguidores se declaran satisfechos con el resultado de sus primeros comicios a nivel nacional.
El Partido Pirata (PP) alemán no es el único en su tipo. Los hay en España, en Francia, en Reino Unido, en Suiza y un largo etcétera que incluye Brasil y Argentina. El precursor y el primero en conseguir un cargo de gobierno fue el PP sueco, fundado en enero de 2006.
En las elecciones europeas de junio, el PP sueco obtuvo un escaño en el Parlamento Europeo, tras alcanzar el 7,1% de los votos de su país. El líder y fundador del partido, Rick Falkvinge, declaró poco después de las elecciones: “Esta noche los políticos han aprendido que hacer lo que el lobby les pide les costará el empleo. Somos el partido mayoritario entre los menores de 30 años. Esto es construir el futuro de las libertades”. La libertad para compartir información a través de internet y la protección de la privacidad en la red son dos de las principales reivindicaciones de estos partidos. Su plataforma política se reduce a reivindicaciones relacionadas con la reforma de las leyes de copyright, la abolición de las patentes y la protección de la información personal en la red.
Los piratas evitan pronunciarse sobre temas que no estén relacionados directamente con su programa. Este hecho y sus orígenes en movimientos y asociaciones de activistas recuerdan el papel que jugaron los partidos verdes europeos en los años 80. De hecho, los verdes han sido su inspiración y son sus principales aliados en el Parlamento Europeo.
Piratas que niegan serlo
Si los piratas tradicionales son malhechores que toman por asalto los barcos para saquearlos, estos piratas de nuevo cuño prefieren verse como gente que comparte, con el mismo espíritu de quien le presta un libro o un disco a un amigo. “No somos piratas”, dicen los defensores de las redes P2P* y el software libre. Los piratas alemanes aclaran en su página web que la denominación de pirata “es utilizada principalmente por la industria musical y cinematográfica y sus organizaciones de cabildeo para tipificar como delito las prácticas de una proporción significativa de la población”; de este modo, agregan, “gran parte de la sociedad es estigmatizada como criminal”. Por su parte, Christian Engström, el eurodiputado por el PP sueco, explica el nombre diciendo: “Defendemos las nuevas tecnologías, la difusión de la cultura y la privacidad de los ciudadanos. Si eso supone ser un pirata, acepto encantado la etiqueta”. Claro que Engström se parece más a un profesor universitario que a un Barbanegra; es un programador que abandonó la industria para dedicarse al software libre y el activismo.
Una de las actividades más importantes de los PP y probablemente la que ha atraído mayor cantidad de simpatizantes entre los jóvenes es la defensa de las redes P2P de intercambio de archivos, atacadas con frecuencia por las grandes compañías cinematográficas y sellos discográficos, que ven vulnerados sus derechos de distribución y comercialización. Estas compañías son las que financian el grueso de la producción de música y películas, las que controlan los precios de la industria y las que se llevan la mayor parte de las ganancias generadas por la comercialización de obras sujetas a derechos de autor.
Los piratas sostienen que los objetivos originales del sistema de copyright se han perdido y que el desarrollo tecnológico volvió obsoletas unas normas que en su origen buscaban defender a los autores y promover la cultura. Para los PP, los únicos beneficiados son los lobbies y las grandes corporaciones titulares de los derechos de distribución y comercialización. Proponen que los derechos de explotación comercial de una obra artística se limiten a cinco años a partir de su publicación, y que luego pase a dominio público. Actualmente, ese plazo se extiende en Europa durante toda la vida del autor y hasta 70 años después de su muerte.
También defienden la legalización de la copia sin fines comerciales. “El intercambio de archivos y el uso de las redes P2P debería ser fomentado en lugar de criminalizado. De esta manera internet podría convertirse en la mayor biblioteca pública creada hasta el momento”, establece en su declaración de principios el PP sueco.
Consideran que, frente a los cambios tecnológicos, las empresas productoras tienen que buscarse la vida de una manera que no sea penalizando la distribución privada sin fines de lucro. “Hace un siglo había mucha gente vendiendo hielo y su sector dejó de ser necesario cuando llegó la nevera. Sería ridículo prohibir la nevera para proteger al sector del hielo, del mismo modo que sería estúpido introducir un canon o impuesto por utilizar la nevera, ¿no? Es lo que nos proponen. Si no pueden ganar dinero, que se dediquen a otra cosa, pero que no reduzcan las libertades civiles”, manifestó Christian Engström en una entrevista con el diario español Público. El “impuesto por utilizar la heladera” sería el llamado “canon digital”, una tasa que se cobra con la venta de todos los soportes capaces de almacenar contenidos sujetos a copyright y cuya recaudación se abona a las sociedades gestoras de derechos de autor. La tasa, que grava discos compactos, pen drives y reproductores de mp3, entre otros aparatos, se aplica en casi todos los países de la Unión Europea.
Contra una sociedad vigilada
Los piratas nacen en internet y puede decirse que la red de redes es su verdadera sede. Allí debaten sus programas y se comunican con sus correligionarios, publican sus arengas y exponen sus ideas. Sin embargo, consideran que internet también puede convertirse en una herramienta muy poderosa de vigilancia social. Sostienen que para defender las actuales leyes de copyright son necesarios unos mecanismos de vigilancia que vulneran el derecho a la privacidad de los ciudadanos. Se refieren, sobre todo, a las leyes que permiten registrar la información que descarga e intercambia un usuario de internet. Para detectar el contenido protegido con copyright, dicen, es preciso controlar toda la información que intercambia el usuario a través de la red, lo que violaría el derecho a la privacidad y el secreto postal. La ley que permite interrumpir la conexión a internet a aquellos usuarios que descarguen contenido protegido con derechos de autor, aprobada recientemente en Francia, y el llamado paquete Telecom de la Unión Europea, que busca establecer un marco regulatorio de las comunicaciones en el bloque, ponen en evidencia que la legislación europea sigue el rumbo que los piratas pretenden desviar.
Los piratas denuncian que todos los ciudadanos europeos pueden llegar a convertirse en sospechosos. La aplicación indiscriminada de las leyes antiterrorismo unida a las nuevas tecnologías puede desembocar, según afirman, en atentados contra la privacidad de ciudadanos comunes y corrientes. No son los únicos que llaman la atención al respecto. En Inglaterra varios grupos de defensa de los derechos y libertades civiles han alertado sobre la aplicación desproporcionada de las leyes antiterrorismo en asuntos municipales que nada tienen que ver con el crimen organizado ni el terrorismo. Varios ayuntamientos han sido denunciados por ampararse en estas leyes para colocar cámaras y hacer seguimientos secretos de personas sospechosas de faltas tan poco graves como sacar la basura el día que no les corresponde o tener perros que ladran demasiado fuerte.
Acabar con las patentes
Las patentes son otro de los objetivos de los piratas y su propuesta es acabar con ellas. “Se supone que las patentes promueven la innovación porque protegen a los inventores y a los inversores. En realidad las patentes son usadas cada vez más por las grandes corporaciones para entorpecer la competencia de las empresas pequeñas. De modo que, en lugar de impulsar la innovación, la frenan”, explican en su declaración de principios los piratas suecos.
Los PP se han pronunciado sobre todo respecto de las patentes de software y medicamentos. Sostienen que la posibilidad de patentar y mantener en secreto los códigos fuente de los programas es un obstáculo para el desarrollo de la informática y una condena para las pequeñas empresas del sector. También atacan el argumento que justifica la existencia de las patentes de medicamentos como la única forma de amortizar la enorme inversión que significa el desarrollo de nuevos fármacos.
Proponen que el dinero que los gobiernos europeos gastan en medicamentos a través de las instituciones de salud pública se invierta directamente en investigación. Dicen que las cuentas les cierran y agregan que la diferencia entre los precios de los medicamentos patentados y los genéricos permitiría a los gobiernos invertir en investigación más recursos que los que hoy invierte la industria y aun significaría un ahorro para los sistemas de salud estatales.
Un partido que no quiere gobernar
La plataforma política de los PP es tan precisa como limitada. En general no se pronuncian sobre asuntos que no guarden relación con la defensa de la privacidad, la reforma de las leyes de copyright y derechos de autor, la eliminación de las patentes y poco más. Argumentan que, como sus objetivos pasan por las reformas legislativas, constituirse en partido político y acceder directamente a la elaboración de las leyes es más efectivo que la simple militancia a través de asociaciones. También sostienen que la mayoría de los políticos responden a los intereses de los lobbies y no al interés de toda la sociedad, y que procurar centrarse en temas puntuales es una forma de mantener la unidad interna de sus partidos y no distraer esfuerzos.
“No somos los primeros”, argumentan los piratas españoles en su sitio web, “antes las leyes no tenían en cuenta la ecología, pero después de años de activismo medioambiental y de presión de partidos políticos dedicados a este tema en exclusiva, ahora las leyes tienen muy en cuenta el medio ambiente”.
No son partidos preparados para llevar adelante un gobierno y en principio tampoco se lo proponen. El PP sueco aclara este punto en su declaración de principios: “Nuestra meta es jugar un papel de desempate en el Parlamento y respaldar a una administración que conduzca los asuntos de nuestra plataforma de una manera satisfactoria. Cuando lo hagan, respaldaremos a esa administración en otros asuntos sobre los cuales hemos elegido no pronunciarnos”. Pero, ¿qué novedosísima administración eliminaría las patentes, modificaría las leyes del copyright de modo que las obras pasaran a dominio público en cinco años tras su publicación, y permitiría y fomentaría el uso de las redes P2P? ¿Qué administración actuaría así en perjuicio de empresas farmacéuticas, de la informática, de la industria del espectáculo? Los piratas parecen optimistas, tal vez porque a raíz de la presencia de uno de ellos en el Parlamento Europeo, los PP han proliferado. Hoy existen en 32 países, y 11 de ellos están inscriptos oficialmente. Sin embargo, la tendencia de la legislación en todo el mundo lleva la dirección opuesta a sus reclamos. El tiempo dirá si las reivindicaciones piratas consiguen colarse en los programas de los partidos mayoritarios como lo han hecho los reclamos de los ecologistas.
- P2P. En inglés “peer to peer”, en español “red entre pares” o “red entre iguales”. Una red P2P es una red informática que se caracteriza por no tener una cantidad limitada de servidores fijos. Cada ordenador conectado a una red P2P puede actuar como cliente y servidor a la vez. Este tipo de redes se utiliza para compartir archivos de música, video, software, etcétera. Uno de los precursores de las redes P2P fue el programa Napster. Actualmente el eMule y los programas cliente de BitTorrent se encuentran entre las aplicaciones más populares de P2P.