El lunes se publicó en el Financial Times una carta firmada por tres mujeres poderosas de la UE: la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Wallstroem, y la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Diana Wallis. En la misiva se reclama que alguno de los dos altos cargos creados por el Tratado de Lisboa, ratificado este mes, quede en manos de una mujer.
Se evalúan candidatos al cargo de presidente de la Unión Europea y ministro de Asuntos Exteriores.
Las firmantes argumentan que en el siglo XXI la democracia europea no puede permitirse usar sólo la mitad del talento, de las ideas y de la experiencia de su pueblo.
La ministra sueca de Asuntos Europeos, Cecilia Malmström, apoyó la iniciativa, pero lamentó que muy pocas mujeres fueran nominadas y que hasta ahora, muy pocas hayan sido ministras de Asuntos Exteriores o primeras ministras en sus países, porque para algunos dirigentes europeos, esa experiencia es un requisito para acceder a cualquiera de los cargos en los que se evalúan candidatos. Aun así la sueca hizo un llamado a los primeros ministros para que consideren que hay mujeres muy capaces en Europa.
También se hicieron eco de la iniciativa la comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner, el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro sueco y presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfeldt.
“Ahora es el momento de pasar de las palabras a los hechos designando a mujeres en los puestos de liderazgo de la UE”, dice la carta, pero la única mujer que fue formalmente nominada para la presidencia europea es la ex presidenta de Letonia Vaira Vike-Freiberga, conocida como la “Dama de Hierro” y crítica de los líderes de la UE por tomar decisiones a puertas cerradas.
Su nombramiento cuenta con el apoyo de los países vecinos, pero no con el de Alemania, porque la canciller Angela Merkel considera que el cargo debe ser de alguien que haya participado en Consejos de la Unión, y Letonia siempre fue representada por el primer ministro.
Otro de los nombres femeninos en danza es el de la comisaria europea de Comercio, Catherine Ashton, para el cargo de ministra de Asuntos Exteriores. Pero de aplicarse como requisito haber sido ministra de Asuntos Exteriores o primera ministra, quedaría excluida.
Incluir a mujeres en la Comisión Europea no es una idea nueva. Ya lo había propuesto el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y bajo su presidencia llegó a haber 10 comisarias, y hoy son ocho entre 27.
Suecia, que ocupa la presidencia rotativa de la UE, es la encargada de encaminar las negociaciones. Desde allí, Malmström manifestó que “sigue habiendo más nombres que cargos” y que además del equilibrio de géneros deben garantizarse muchos otros, como entre países del norte y del sur y entre conservadores y socialdemócratas.
El consenso apuntaría a que la presidencia de la UE fuera para un conservador y la política exterior para un socialdemócrata. En este marco, el favorito para la presidencia es Herman van Rompuy, primer ministro belga, un economista demócrata cristiano que acaba de superar la crisis política que amenazaba a su país.
Sin embargo, el líder del conservador Partido Popular Europeo, el belga Wilfred Martens, afirmó que si su compatriota se retira de su cargo para asumir el europeo “sumiría a Bélgica en una nueva crisis”, por lo que Van Rompuy asumiría la presidencia de la UE sólo si obtuviera un consenso de los 27.
También están dentro de los preferidos los primeros ministros de Holanda, Jan Peter Balkenende, y de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker. Mientras, Londres se mantiene en sus pedales e insiste con la candidatura del ex primer ministro británico Tony Blair, que ya ha sido rechazado incluso por los partidos socialistas y socialdemócratas europeos, emparentados ideológicamente con el laborismo del ex jerarca. Según Martens, esto podría traducirse en un “no” británico a Van Rompuy, ya que todavía se considera que el Reino Unido podría apoyar a Catherine Ashton, la comisaria europea británica.
El británico que sí logró mayor consenso fue el actual ministro del Exterior, David Miliband, para el puesto de jefe de la diplomacia europea. Pero no aceptó ser postulado al cargo y su negativa parece abrirle la puerta a Massimo D’Alema, ex presidente y ex ministro de Exterior de Italia, que a su vez es rechazado por varios conservadores por su pasado comunista.
La ronda de nombres y posibilidades parece no tener fin, y fuentes diplomáticas ya indicaron su temor de que no se llegue a una resolución mañana, frente a lo cual Malmström señaló que, en todo caso, “están el viernes, el sábado y el domingo”.