Desde hoy hasta el 18 se desarrollará la cumbre sobre cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas, en Copenhague, y la expectativa va en aumento. Una de las buenas señales es la cantidad de gobernantes que asistirán. En la mayoría de estos encuentros participan los ministros de Medio Ambiente y delegaciones relacionadas con el tema, pero en la capital de Dinamarca ya se confirmó la asistencia de 98 gobernantes de los 192 convocados, entre ellos, los 27 de la Unión Europea; el presidente estadounidense, Barack Obama; el primer ministro chino, Wen Jiabao, y el primer mandatario brasileño, Lula da Silva.

Entre delegaciones, periodistas, organizaciones no gubernamentales y agencias ecologistas, se espera más de 15 mil personas. Tan excepcional es la asistencia que el gobierno danés se vio obligado a habilitar nuevas sedes para las más de 2.500 reuniones simultáneas.

El objetivo de la cumbre es que los países firmen un nuevo tratado con el cual aseguren una reducción sustancial de las emisiones de gases contaminantes que causan el calentamiento global, y que los países más desarrollados se comprometan a apoyar económica y tecnológicamente a los países pobres para que éstos puedan combatir los avances del cambio climático y disminuir su contaminación. Este nuevo tratado, que sustituirá al Protocolo de Kioto, que expira en 2012, se está negociando hace dos años.

Otra de las señales esperanzadoras es un cambio de fechas en la agenda de Obama. El mandatario del segundo país más contaminante (China es el primero) tuvo varias idas y venidas antes de asegurar su presencia en la cumbre y la fecha de su llegada. Primero su secretaria de Estado, Hillary Clinton, se mostró muy optimista respecto del encuentro. Pero Obama se unió, pocos días después, en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, a un mensaje que catalogaba de poco realista esperar logros importantes en Copenhague y se decía que ni asistiría a la cumbre.

Unos días más tarde anunció que sí participaría en el encuentro, pero recién el tercer día de cumbre; explicaría cómo llegaría a sus objetivos de reducción de emisiones y luego se iría para recibir el premio Nobel de la Paz. Estos planes recibieron algunas críticas, ya que los principales acuerdos se logran al final de la cumbre, cuando se deciden las medidas a tomar. Y Obama volvió a cambiar de opinión el viernes, cuando un comunicado de la Casa Blanca anunció que no iría el 9, sino el 18, el día de la clausura, para que la presencia estadounidense sea “más productiva”. Esta decisión fue aplaudida desde distintos gobiernos.

Números que hablan

La propuesta de Obama será reducir 17% las emisiones de gases contaminantes para 2020 respecto de 2005 como paso inicial, lo cual, con relación a 1990, la fecha de referencia para la mayoría de los países, sería una disminución de 5%, porque Estados Unidos no había firmado el Protocolo de Kioto. Ese país continuaría con un plan escalonado para reducir las emisiones 30% para 2025, 42% para 2030 y 83% para 2050.

China planteará disminuir entre 40% y 45% la intensidad energética para 2020, o sea, la cantidad de energía usada para producir mil dólares de PIB. El país asiático espera que los países desarrollados bajen hasta 40% sus emisiones de gases contaminantes y que las naciones “pobres” reciban una importante ayuda financiera y tecnológica.

Ese país, igual que Uruguay, forma parte del Grupo 77 más China, conformado por países en vías de desarrollo que se apoyan mutuamente en las discusiones de estas cumbres de la ONU. La delegación uruguaya irá encabezada por el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Carlos Colacce, y planteará la necesidad de investigar cómo disminuir las emisiones de gases de la agricultura, que son 18% de la contaminación total (ver la diaria del 03/12/09).

Desde la región, Brasil anunció una reducción de entre 36% y 39% para 2020, además de lograr un acuerdo con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, por el cual se pedirá a los países industrializados que para 2050 reduzcan sus emisiones 50% respecto de 1990.

Desde la Unión Europea se anunció una baja de emisiones contaminantes de 20% respecto de 1990 para 2020 y se deja la puerta abierta para alcanzar 30% si otros países hacen “esfuerzos comparables”, algo similar a la propuesta japonesa, que planteó una reducción de 25% para 2020, pero anunció que si se logra un compromiso global mayor, lo aceptará, igual que un compromiso a largo plazo, para 2050, para reducir entre 80% y 95%.

Reclamos ciudadanos

El fin de semana se manifestaron miles de personas en distintas ciudades europeas, reclamando decisiones inmediatas para frenar el cambio climático. En unas diez ciudades francesas se comenzó la actividad a las 12.18, en referencia al día en que finaliza la cumbre, el 18 del mes 12. Desde Bruselas partió el tren Climate Express, que transporta una delegación de alto rango de la Unión Europea y representantes de organizaciones ecologistas. En él se realizarán mesas redondas y reuniones informales, y las propuestas que nazcan serán entregadas a la delegación de la UE en la cumbre.

En la misma ciudad se manifestaron unas 13.000 personas para reclamar un acuerdo ambicioso en Copenhague. En Londres se congregaron entre 20.000 y 40.000 personas, según la fuente que se consulte, y también se realizaron manifestaciones en Belfast, Glasgow, Berlín, Estocolmo y varias ciudades francesas. Los ecologistas italianos tienen programada una manifestación en bicicleta para el día de apertura de la cumbre.

Las cifras propuestas por los gobiernos para este encuentro no se acercan a las necesarias según los estudios de la ONU, que indican que los países industrializados deben reducir sus emisiones contaminantes entre 25% y 40% para 2020 y aportar, anualmente, 10.000 millones de dólares para ayudar a los países en desarrollo.

Las perspectivas hacia la cumbre son bastante desiguales aunque ya no se perfila hacia un torpe fracaso, como parecía unas semanas atrás. Ahora resta ver qué tanto se comprometen los países para subsanar la contaminación mundial.