El Tratado de Lisboa entró en vigor ayer y funcionará como una “constitución europea” que pretende agilizar el funcionamiento del bloque. Hasta ahora la Unión Europea (UE) basaba su regulación en dos tratados (Roma, 1957, y Maastricht, 1993), que intentaron unificar en una Constitución, lo que no fue aprobado en consulta popular en los países miembros. El nuevo Tratado de Lisboa es heredero de esa Constitución que no prosperó y pretende unificar las regulaciones ya existentes, además de agilizar la toma de decisiones en la UE.
También crea el cargo de presidente estable del Consejo Europeo, órgano máximo de la UE, y el Ministerio de Asuntos Exteriores, que tendrá la responsabilidad sobre la política exterior y la defensa del bloque. Ayer asumieron los titulares de esos cargos, electos el 19 de noviembre. El belga Herman van Rompuy es el primer presidente estable de la UE, y la baronesa británica Catherine Ashton, la nueva ministra de Asuntos Exteriores.
Son dos políticos poco conocidos en Europa y recibieron críticas y acusaciones de no ser los adecuados para moldear a su medida los nuevos cargos. Se considera que las personas que los asuman son las que darán forma a las funciones que les adjudica el Tratado.
Van Rompuy fue primer ministro de Bélgica, cargo desde el cual concilió diferentes posiciones para solucionar la crisis interna que vivía el país. Su reputación lo hace ideal para un cargo cuya principal función es encontrar consenso en el máximo órgano de la UE, el Consejo Europeo, donde se reúnen los jefes de Estado y de gobierno del bloque una vez cada tres meses. Pero se le recrimina que carece del peso internacional necesario para representar al bloque en las reuniones con líderes mundiales. Él mismo declaró ayer que será un forjador de compromisos sin buscar una gran notoriedad internacional.
Ashton fue comisaria europea de Comercio en los últimos dos meses y ocupó varios cargos en el gobierno británico, además de presidir la Cámara de los Lores. Sus críticos recalcan que tiene poca experiencia diplomática y que nunca ocupó un ministerio importante en su país. La baronesa deberá gestionar y ejecutar tanto la política exterior del bloque, con un equipo diplomático de unas 5.000 personas, como la política de seguridad común. También deberá representar a la UE en las reuniones de organismos internacionales y ser vicepresidenta de la Comisión Europea, que se encarga de redactar y aprobar las leyes.
El español Javier Solana fue quien tuvo a su cargo las relaciones exteriores durante diez años, desde el cargo de comisario, y es considerado el artífice de la actual relevancia de la UE en la escena internacional. Al retirarse de su cargo, el lunes, pidió “un papel más importante” de la UE en el mundo, y marcó su apoyo a Ashton al señalar que ella “no necesita consejos”.
Se vienen los comisarios
Pero la renovación incluye también la de la Comisión Europea, que se encarga de redactar las leyes y las directivas del bloque. La Comisión cuenta con 27 comisarios, algo así como ministros, y continuará presidida por José Durão Barroso. El Parlamento Europeo deberá aprobar en enero los programas de cada uno de los 26 comisarios propuestos (Ashton ya está designada) que deben asumir ese mes para ejercer durante cinco años. De los 27 comisarios, nueve serán mujeres, sólo un tercio, pese a que el propio Barroso reclamó a los Estados que le propusieran más mujeres para acercarse más a un equilibrio. La mayoría de los nuevos jerarcas son de derecha: 21 miembros conservadores y cinco socialdemócratas.
En tiempos de recesión, las carteras económicas son las más trascendentes. La comisaría de Competencia es una de las más poderosas en la Comisión. Debe verificar que se cumplan las reglas de la libre competencia entre las empresas de los países del bloque y es la encargada de planificar y gestionar la política industrial, por lo que tiene una fuerte incidencia en la economía. Su titular designado es el socialista español Joaquín Almunia, hombre de confianza de Barroso que hasta ahora estaba al frente de la comisaría de Asuntos Económicos y Monetarios, en la que se destaca su trabajo por manejar las situaciones complejas generadas por la crisis mundial.
Los Asuntos Económicos quedarán en manos del finlandés Olli Rehn. El liberal, que hasta ahora lideraba la Comisión de Ampliación, deberá velar por la disciplina presupuestal de los estados miembros. Mientras, la representación económica de la UE frente a la Organización Mundial de Comercio y en los tratados de libre comercio, como el que se empezará a negociar el próximo año con el Mercosur, estará a cargo del belga liberal Karel de Gucht, nuevo comisario de Comercio.
El cuarto encargado de la economía será el titular de la Comisión de Mercado Interior y Servicios Financieros, el francés Michel Barnier, a quien corresponde vigilar la libre circulación de bienes y servicios en la UE y profundizar el mercado interno.
Una de las designaciones destacadas fuera de lo económico fue la de la danesa Connie Hedegaard en la Comisaría de Clima. Ocupó el ministerio del clima en Dinamarca y tuvo un papel clave en la preparación de la conferencia de cambio climático que se realizará en Copenhague, este mes. Esta comisaría no existía y su creación sugiere que Barroso quiere que el bloque lidere los esfuerzos mundiales en este sentido.
Esto acompaña la intención inicial del Tratado de Lisboa: fortalecer el papel del bloque en el mundo para volver a posicionarse como potencia mundial.