Las tropas estadounidenses llegaron en oleadas, con el argumento de reforzar la seguridad interna de Haití y pese a las críticas que encabezaron Brasil y Francia. El presidente René Préval agradeció a Estados Unidos, en una entrevista con Radio Francia Internacional, por su “rápida llegada”. En la entrevista se le preguntó su opinión sobre el desembarco de militares ante el Palacio Presidencial. Pero Préval dijo que “las manifestaciones ideológicas deben dar paso a la caridad para poder socorrer a los heridos”.

Entre la población haitiana, las reacciones fueron distintas. Corresponsales extranjeros, como el del diario chileno La Tercera, informaron que algunos haitianos se alegraron de ver a los militares descender de los helicópteros porque pensaron que recibirían asistencia, y otros reaccionaron asustados porque la imagen les hizo pensar en una invasión militar.

Algunos países y organizaciones civiles reclamaron que se aclarara cuál es el papel de Estados Unidos. Así lo hizo la vicepresidenta del gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, quien estuvo en Haití para coordinar la ayuda europea, se reunió con representantes de otros países y reclamó a Préval que se aclare la posición de Estados Unidos. En el aeropuerto, los militares estadounidenses hacen difíciles los aterrizajes de aviones con ayuda humanitaria o alimentos enviados por otros países, además de distribuirlos con menor celeridad, informó la agencia de noticias EFE.

La alta diplomática de la Unión Europea, Catherine Ashton, aseguró que más que “ayuda militar” Haití necesita asistencia y coordinación. Por su parte, el ministro de Cooperación francés, Alain Joyandet, dijo a la radio Europe 1: “Espero que haya una decisión [y] se precisen las cosas en cuanto al rol de Estados Unidos, porque se trata de ayudar a Haití, no de ocupar Haití”, palabras que el martes fueron minimizadas por el presidente Nicolas Sarkozy, que afirmó que las autoridades francesas están “plenamente satisfechas” con la “cooperación permanente” entre Estados Unidos y Francia.

También el ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, manifestó su desacuerdo con la presencia de Estados Unidos, y dijo que ese país manejaba la ayuda humanitaria para aparecer como la única nación que colabora con Haití. Otras críticas fueron esgrimidas por los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Nicaragua, Daniel Ortega, que afirmaron de forma independiente que Estados Unidos aprovecha la tragedia para “ocupar” Haití, informó BBC.

Médicos sin Fronteras, organización que desde que ocurrió el terremoto mantiene hospitales de campaña instalados en Haití, acusó a Estados Unidos de manejar mal las operaciones de ayuda y causar retrasos severos a los doctores que van a dar una asistencia vital a las víctimas del terremoto. Según la organización civil, se perdieron tres días de trabajo sanitario, que repercutieron en infecciones, casos de gangrena y la necesidad de amputaciones, informó la agencia de noticias Reuters.

La reacción estadounidense ante los cuestionamientos consistió en enviar un comunicado conjunto con el gobierno local donde se especifica que Préval “valora como esenciales los esfuerzos del gobierno y de los ciudadanos estadounidenses en Haití” y que existe un “respeto mutuo a la soberanía” de los países. Autoridades del gobierno estadou-nidense recordaron que acudieron a Haití por un llamado de ayuda y no por decisión propia.

El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, estuvo en Puerto Príncipe el fin de semana y a su regreso señaló que “hay tropa militar [estadounidense] que no hace trabajo de ayuda, que no salva vidas, que no levanta los escombros, que no levanta cadáveres”. A su entender, se está invadiendo Haití.

Con este testimonio bajo el brazo, el presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció que pedirá a la ONU una reunión de emergencia para “repudiar y rechazar la ocupación militar de Estados Unidos”, señaló que el despliegue de fuerzas armadas es “inhumano, salvaje y oportunista”, y que confía en que la propia población de Estados Unidos rechace “el uso abusivo” de la situación para esta “intervención militar”.

Desde Naciones Unidas, el secretario general, Ban Ki-moon, aseguró que “la comunidad internacional apoya que la ONU sea el principal coordinador” de las acciones para ayudar a Haití.

Otra vez no

Ayer, una réplica de 6,1 grados en la escala Richter del terremoto del martes 12 duró varios segundos y causó la caída de muros, pero no dejó nuevas víctimas, ya que miles de personas abandonaron sus casas y están durmiendo en un gran asentamiento improvisado en la plaza central de Puerto Príncipe. Ésa fue una de las 88 réplicas que tuvo el terremoto, informó el Centro de Operaciones de Emergencia de la República Dominicana a EFE. Aunque el nuevo sismo no causó lesiones ni derrumbes, en una población golpeada como la haitiana, provocó “reacciones de pánico”, indicó la agencia de noticias ANSA.

La ONU informó que se rescataron 121 personas de entre los escombros y que las tareas de rescate continúan. También alertó sobre un creciente “riesgo de muertes por las heridas abiertas y las fracturas no curadas”, e insistió en que curar a los heridos “es una prioridad”. Al mismo tiempo, crece la preocupación por la falta de combustible para la tarea de los grupos humanitarios.

De acuerdo con una medida aprobada el martes por la ONU, el número de cascos azules en Haití aumentaría de los actuales 9.000 a 12.651, por seis meses. Según afirmó la agencia de noticias Reuters, el gobierno de Brasil ya pidió autorización al Senado para enviar 800 soldados, Filipinas evalúa aumentar su contingente, y Francia y Chile proponen enviar policías.

Las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones indican que 370.000 personas están viviendo en campamentos instalados en la capital haitiana, Puerto Príncipe. Los cálculos del gobierno hablan de 75.000 personas que murieron a causa del terremoto, y de 250.000 que sufrieron heridas, además de un millón de ciudadanos sin techo.

Campamento militar

“Respuesta unificada” se llama la misión estadounidense que arribó a Haití, y, según la información oficial estadounidense, de la Fuerza Naval, Comando Sur, “alrededor de 11.000 soldados llevan a cabo actualmente las operaciones en curso en Haití y a lo ancho de las costas”. Llegaron al país una docena de buques de guerra, medios de transporte terrestre y el portaaviones USS Carl Vinson, con 19 helicópteros Black Hawk a bordo, para transportar alimento, agua y heridos. El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, dijo que “no se puede atender las necesidades de dos millones de personas usando helicópteros”. De esos helicópteros descendieron el martes decenas de militares ante el Palacio Presidencial, que se encuentra en parte en ruinas, con el fin de ocuparse de la seguridad del edificio.

Luego se desplegaron esas fuerzas para distribuir ayuda humanitaria en Puerto Príncipe, en un procedimiento dispuesto por el Pentágono y criticado por la ONU por entender que la gente se agolpa para intentar acceder a los suministros allí donde caigan.

Según explicó Gates a la BBC, los soldados estadounidenses dejarían el papel de vigilancia a los cascos azules, aunque podían optar por defenderse y defender tanto a haitianos como a extranjeros “si algo ocurre”.