Una historia de telenovela llegó a la residencia presidencial venezolana de la mano de una de las hijas de Chávez, María. En otra edición de Aló presidente, Chávez presentó orgulloso a su yerno, Pablo, un médico chileno formado en la universidad de Cuba y nieto del presidente socialista Salvador Allende, derrocado por el golpe de Estado de 1973 en Chile.

María y Pablo se conocieron en una entrega de premios a jóvenes venezolanos que llevaba el nombre de Allende. Poco después ella visitó a Pablo en Chile y de allí viajaron los dos a la residencia del mandatario de Venezuela.

Pero en otros casos, los romances traen poco orgullo a los políticos, como en el de Iris Robinson, la esposa del primer ministro de Irlanda del Norte (ver nota arriba). Quizás el caso más famoso es el de Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos, y Monica Lewinsky, pasante de la Casa Blanca, un romance cuyos detalles ocuparon páginas y tapas de prestigiosos periódicos. Al presidente casi le costó el cargo.

En aquel momento, en 1997, Biblia en mano, Iris cuestionó a los Clinton, tanto a Bill como a Hillary, a quien acusó de perdonar a su esposo sólo para ver cumplidas sus propias aspiraciones políticas. Años después Hillary se convirtió en jefa de la diplomacia de su país, Iris quedó en el centro de un escándalo de infidelidad y corrupción; y Bill lo volvió a hacer.

El ex presidente podría protagonizar su propia telenovela, aunque no de esas que reclama Chávez. Según las revelaciones del libro Game Change, de los periodistas Mark Halperin y John Heilemann, cuyos adelantos fueron divulgados por la agencia de noticias EFE, cuando Hillary estaba en campaña electoral, de la que su marido era una cara visible, supo que Bill tenía una nueva amante. Para mantenerlo a raya decidió constituir un comité “de guerra” integrado por asesores de su confianza.

La actual secretaria de Estado estuvo a punto de no aceptar ese cargo por temor al escándalo. Cuando Obama se lo ofreció, según dijo Heilemann a CBS, Hillary le respondió: “Hay un último problema: mi marido”. Y al mejor estilo telenovelesco Obama le dijo: “Dada la crisis económica, dadas todas las cosas con las que tengo que lidiar, necesito tu ayuda”. Ella aceptó ayudarlo, pese al miedo al “circo” que podría armarse. Porque según Halperin y Heilemann, en esos días “Bill tenía un affaire y no una relación frívola de una sola noche, sino una relación romántica sostenida”.