Apenas asuma la presidencia, el 27 de enero, el mandatario electo de Honduras, Porfirio Lobo, firmará un salvoconducto para que Manuel Zelaya, el presidente hondureño derrocado en junio por un golpe de Estado, pueda salir del país y viajar a República Dominicana. Allí, Zelaya y su familia serán recibidos en calidad de “huéspedes distinguidos”. Así lo acordó Lobo con el mandatario dominicano, Leonel Fernández, con quien se reunió ayer en Santo Domingo para hablar de la crisis hondureña.

De ese tema trata también el informe Honduras: Derechos Humanos y golpe de Estado, que dio a conocer ayer al Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El documento final, del que se habían difundido conclusiones preliminares, indica que tras el derrocamiento de Zelaya hubo siete muertes comprobadas a causa de la represión en manifestaciones públicas por parte de las fuerzas de seguridad, miles de detenciones arbitrarias, tortura y abuso sexual a detenidos, y ataques a la libertad de expresión y de asociación de la oposición. Esta situación fue “consecuencia directa de la ruptura del orden constitucional”, concluyó la CIDH, de acuerdo con la agencia de noticias EFE, que difundió el informe.

Hoy el presidente derrocado cumple cuatro meses de asilo en la embajada de Brasil en Tegucigalpa. Allegados a Zelaya habían anunciado que recién el día de la asunción de Lobo Zelaya anunciaría si está en sus planes quedarse en Honduras. Hasta ayer, al cierre de esta edición, Zelaya no se había pronunciado acerca del anuncio de Lobo.

En Honduras, la situación jurídica del ex gobernante es precaria. Además de la falta de garantías judiciales que enfrentan los opositores al golpe, reportadas por la CIDH, el mandatario derrocado enfrenta acusaciones de violar la ley por intentar realizar una consulta popular, calificada de ilegal, acerca de la reelección presidencial.

Ayer, en la capital dominicana, de acuerdo con la agencia de noticias EFE, Lobo se reunió con Fernández y también con varios ex candidatos presidenciales de su país para intentar un acercamiento a la comunidad internacional, que, en general, y al igual que la oposición hondureña a la dictadura que rige en ese país, desconoce su elección como mandatario. Una excepción es el gobierno de Estados Unidos, cuyo embajador en Tegucigalpa, Hugo Llorens, anunció ayer que enviará un representante a la asunción de Lobo. Hasta ayer confirmaron asistencia a la ceremonia de traspaso de mando el gobierno de Colombia y el de Panamá.