Decepcionaron a Ban
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, estimó ayer que es “decepcionante” que “ninguna de las grandes potencias europeas ni de las economías más prósperas” haya firmado o ratificado el Convenio sobre trabajadores inmigrantes, en un discurso ante el Consejo de Europa en el 60º aniversario del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Ban se refirió al Reino Unido, Austria y Suiza, que no firmaron ni ratificaron el texto desde su adopción en los años 80. Tampoco Alemania lo hizo. Entró en vigor en España, Francia, Italia, Noruega, Holanda y Suecia. Según Ban, hay países democráticos que “reinterpretan” algunos convenios internacionales que suscribieron y además, “en algunas naciones que, justamente, alardean de una larga tradición de progreso social [...] los inmigrantes todavía ven cómo se les niegan los derechos humanos más básicos”. También defendió la diversidad cultural, y saludó el encuentro de hoy que reúne a los 47 estados miembros del Consejo de Europa en Estrasburgo para discutir la integración de los gitanos en Europa.
Entre dos y tres millones de turcos viven en Alemania y el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, los anima a mantener los lazos con la “madre patria”. Ayer, durante su estadía en Ankara, en lo que fue el primer viaje oficial de un presidente alemán a Turquía en más de una década, Christian Wulff, junto a su homólogo turco, Abdullah Gül, afirmó: “Las cosas que nos unen son muchas más que las que nos separan”. Wulff también dio el primer discurso de un jefe de Estado alemán en el Parlamento turco, y en esa ocasión solicitó que Ankara facilite la práctica de su religión a la minoría cristiana de Turquía. En Alemania, los musulmanes “pueden practicar su religión en un marco digno”, por lo que “esperamos que los cristianos en países musulmanes tengan el mismo derecho a vivir su religión de forma abierta y puedan construir iglesias”, dijo el mandatario alemán. Las palabras del presidente fueron en la misma dirección que las del cardenal de Colonia, Joachim Meissner, quien reclamó que se discutieran durante la visita a Turquía los derechos de los cristianos a practicar sus ritos.
Por su lado, Gül apeló a sus compatriotas residentes en Alemania a aprender el idioma de su país de acogida, informó la agencia de noticias EFE. Los dos mandatarios llamaron a fortalecer las relaciones bilaterales y evitar que el debate sobre el multiculturalismo dañe los vínculos.
El tema centra la atención en Alemania, desde el sábado, cuando Merkel dijo que los esfuerzos de su país por crear una sociedad multicultural habían “fracasado completamente”. Lo declaró en el momento en que una encuesta indicaba que 55% de los alemanes consideran a los musulmanes una carga para la economía, indicó la BBC. El presidente Wulff respondió en su discurso del día de la unidad, el domingo, y dijo que “el Islam forma parte de Alemania” al igual que el judaísmo y el cristianismo.
El debate sobre la integración de los inmigrantes en la sociedad alemana no deja de crecer hace semanas y enfrenta a los tres partidos de la coalición de gobierno, la Unión Democristiana, la Unión Socialcristiana de Baviera, y el Partido Liberal.
Por un lado, la ministra de Educación, la democristiana Annette Schavan, acaba de anunciar que tres de las universidades públicas -Tubinga, Münster y Osnabrück- formarán a partir de 2011 imanes y profesores de religión islámica. Schavan calificó la medida de “vital” para mejorar la integración de los musulmanes. “Queremos formar al mayor número posible de imanes pues ellos son el puente entre la comunidad de la mezquita y la comunidad en la que se encuentra esa mezquita”, dijo la ministra.
El concepto de sociedad multicultural -o simplemente de “multiculti”- es, hace décadas, despectivo para los conservadores alemanes. Para ellos, los inmigrantes deben adaptarse a la cultura del país de acogida. Lo que hizo Merkel el sábado en su discurso fue repetir el dogma de los miembros más conservadores de su partido e ir en el sentido de la opinión pública, aunque también admitió que la religión musulmana es parte de su país.
El líder de la Unión Socialcristiana de Baviera y primer ministro bávaro, Horst Seehofer, aportó a la polémica y solicitó que no ingresen al país más inmigrantes de círculos culturales distintos al europeo.
El debate fue lanzado con la publicación de un libro del socialdemócrata Thilo Sarrazin, titulado “Alemania se desintegra”, que acusa a los musulmanes de no tener capacidad ni voluntad de integración y presenta una tesis islamofóbica.
El Islam causa una desconfianza cada vez mayor en Alemania, como en otros países de Europa, y el libro de Sarrazin ya es líder de las ventas. Eso no quita que cada año, cerca de 4,5 millones de alemanes viajen a Turquía, su principal destino turístico, para disfrutar del sol y de las playas.