La esperanza que tenía el jueves el Ministerio de Salud Pública haitiano, de que el brote de una nueva enfermedad, con una “alta probabilidad” de que fuera cólera, estuviera controlado, fue atropellada el fin de semana por varias muertes y un incremento considerable en el número de afectados. Ayer las nuevas cifras confirmaron 254 muertes y 3.115 personas hospitalizadas por esta enfermedad que se había erradicado hace más de un siglo en el país, que continúa viviendo bajo las consecuencias del terremoto de enero.

El cólera provoca violentas diarreas que causan deshidratación, y en ausencia de cuidados médicos inmediatos, la situación de los pacientes puede resultar mortal. El jueves, las primeras cinco muertes ocurrieron, según se estima, luego de unas diez horas de manifestarse la enfermedad y sin siquiera visitar a un médico.

La mayoría de los hospitalizados -2.754- están en el departamento de Artibonite, y hay cinco casos confirmados en la capital. El mayor temor de las autoridades es el de que allí haya un brote de la enfermedad. En Puerto Príncipe, miles de afectados por el terremoto ocurrido en enero continúan viviendo en campamentos en condiciones de salubridad precarias, lo que facilitaría los contagios, informó la agencia de noticas AFP.

Las cinco personas contagiadas en la capital contrajeron el virus en Artibonite, indicó una portavoz de Naciones Unidas a la agencia de noticias ANSA. Ayer esas personas se encontraban aisladas.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señaló que el brote podría estar relacionado con el río Artibonite, que atraviesa el centro de Haití, incluido el departamento homónimo. Su agua es utilizada por las poblaciones de los alrededores, que suman unos 150.000 habitantes, para numerosas actividades cotidianas. La organización civil Oxfam anunció ayer que ya movilizó un equipo de técnicos para iniciar un programa de agua, saneamiento e higiene para facilitar el acceso al agua potable a los habitantes de la zona.

Pero el presidente haitiano, René Préval, aseguró a la radio local Kiskeya que el brote es “importado”, aunque no quiso decir el país de procedencia, porque “sería irresponsable y peligroso”.

Mientras organizaciones civiles denuncian que los hospitales no dan abasto y que faltan medicamentos -lo que fue rechazado por el Ministerio de Salud-, el director general de Salud Pública y de Población de esa cartera, Gabriel Timothée, anunció que para “liberar” un poco los hospitales comenzarán a atender a los afectados en carpas exteriores.

A su vez, la Organización Panamericana de la Salud advirtió que el brote puede trasladarse a República Dominicana y pidió que se extremen las medidas de higiene y que se tomen las precauciones para atender una situación de ese tipo. Como medida preventiva, República Dominicana prohibió la venta de alimentos cocidos procedentes de Haití y también la de agua o jugos caseros en la zona fronteriza.

Otras medidas fueron tomadas ayer, cuando se impidió a un grupo de religiosos haitianos ingresar en República Dominicana, donde participarían en un encuentro internacional. El ministro de Salud Pública dominicano, Bautista Rojas Gómez, resaltó que esta situación no es igual a la que siguió al terremoto, porque el cólera “tiene que tratarse en el mismo lugar donde se detectan los casos”.