La técnica de tortura llamada “submarino” o “asfixia simulada” fue defendida por el ex presidente estadounidense George W Bush en sus memorias, publicadas ayer y tituladas Decision Points (Puntos de decisión). En los fragmentos del libro citados en distintos medios, y en las entrevistas que dio por su lanzamiento, Bush reconoció que su administración recurrió a esas prácticas para obtener información en interrogatorios a sospechosos de terrorismo.

“Tres personas fueron interrogadas con la técnica del submarino y creo que esa decisión sirvió para salvar vidas”, argumentó Bush, de acuerdo a BBC. Una de esas personas fue Khalid Sheikh Mohammed, acusado de ser el autor intelectual de los ataques del 11 de setiembre de 2001.

El propio Bush dio la orden de aplicar el submarino a Mohammed, informó The New York Post. El diario señaló que cuando el periodista Matt Lauer, de NBC News, le preguntó al ex presidente por qué pensó que era legal utilizar el submarino, éste respondió: “Porque el abogado dijo que era legal [...] Él dijo que no caía en el Acta contra la tortura. No soy un abogado. Pero uno tiene que confiar en el juicio de la gente de su entorno, y yo lo hago”.

De acuerdo con el relato del ex presidente, la información obtenida con torturas sirvió para conocer planes terroristas para atacar el aeropuerto británico de Heathrow y el distrito de Canary Wharf, en Londres. “No hay duda de que el procedimiento era duro, pero expertos médicos aseguraron a la CIA que no producía daños permanentes”, agregó el ex presidente, que en otro pasaje de su libro se define como alguien “cálido, entrañable y extraordinariamente humano”, según citó el diario madrileño El País.

En sus memorias, Bush se refirió a la guerra de Irak y declaró a NBC News que en su administración él “era una voz disidente”. “No quería utilizar la fuerza” contra ese país, dijo. Pero lo hizo.

Cuando lanzó esa invasión, en 2003, el ex presidente argumentó que el régimen de Hussein contaba con armas de destrucción masiva, que finalmente no aparecieron. “Nadie se impresionó y se molestó tanto como yo cuando no encontramos las armas”, dijo Bush. Todavía siente náuseas cuando piensa que las armas no aparecieron, dijo.

Pero al hacer un balance Bush defendió la decisión de invadir Irak y reiteró que ese país y Estados Unidos están mejor ahora, sin el “dictador homicida” Saddam Hussein. Lo que lamenta es “no haber respondido de forma más rápida y enérgica” para mantener la seguridad en el país después de la invasión y haber recortado el número de tropas “demasiado rápido”.

Bush también repasó otras decisiones que tomó como presidente. Dedicó varios capítulos a su cuestionada gestión de la catástrofe que dejó el huracán Katrina en Nueva Orleans; reveló que ordenó al Pentágono estudiar la posibilidad de un ataque a Irán para “detener el reloj de la bomba [nuclear iraní]” y relató que consideró aceptar la oferta de su vicepresidente Dick Cheney de renunciar en las elecciones de 2004. “Era visto como alguien oscuro y sin corazón -el Darth Vader de la administración-”, dijo, pero “no lo había elegido para que fuese un activo político. Lo había elegido para que me ayudase con mi trabajo. Y lo había hecho”.

A modo de conclusión, Bush escribió: “Sea cual sea el veredicto sobre mi presidencia, me siento cómodo con el hecho de que yo no estaré para escucharlo. Ése es un punto de decisión al que sólo llegará la historia”.