Envueltos en banderas rojas, los militantes del Partido de los Trabajadores (PT) salían anoche a las calles a festejar los resultados de la segunda vuelta electoral. Su candidata, Dilma Rousseff, se convirtió en la primera mujer electa presidenta de Brasil. Recibió el 56% de los votos válidos y venció a su rival del Partido de la Social Democracia Brasileña, José Serra. La abstención fue de 21,44%, el voto en blanco 2,3% y el anulado 4,4%.

“Es una sensación de mucha fuerza y mucha alegría. Estoy muy feliz y agradezco a los brasileños y brasileñas por este momento”, dijo ayer Rousseff, de acuerdo al diario Folha de São Paulo, antes de dar su primer discurso después del triunfo.

En la mañana, Rousseff desayunó en un hotel de Porto Alegre con unos 150 líderes de la coalición que apoyó su candidatura. Les dijo que venía de Minas Gerais, el estado en el que nació, y que ayer se encontraba en el estado en el que se desarrolló su carrera política, Rio Grande do Sul. “Es como si hiciera la trayectoria política de mi vida. Aquí fui recibida cuando salí de las prisiones de la dictadura”, recordó, según citó Folha.

La presidenta electa nació en la capital de Minas Gerais, Belo Horizonte, en una familia de clase media-alta, hace casi 63 años, el 14 de diciembre de 1947. Estudiaba economía en la Universidad Federal de ese estado cuando comenzó su militancia estudiantil. Tras el golpe de Estado de 1964, Rousseff militó en grupos armados clandestinos que combatían la dictadura que se prolongó hasta 1985, lo que le valió una condena por subversión y dos años en la cárcel. Cuando terminó la dictadura, se doctoró en economía y retomó su militancia política, esta vez en el Partido Democrático Laborista, y ocupó cargos de gobierno estadual en Rio Grande do Sul.

Se afilió al PT en 1999 y ocupó el cargo de ministra de Minas y Energía en el primer gobierno de Lula da Silva, en 2003. Dos años después fue designada ministra de Casa Civil, un cargo equivalente al de ministra de Presidencia o jefa de gabinete. Desde ese lugar Rousseff se encargó del Programa de Aceleración del Crecimiento, un plan de inversión en infraestructura al que apostó la administración Lula. Ese cargo fue también una plataforma para lanzar su candidatura. Junto con el presidente, Rousseff hizo este año apariciones públicas inaugurando todo tipo de obras del gobierno, hasta que dejó el ministerio para dedicarse a la campaña electoral.

Fue Lula quien la eligió como candidata del PT, que nunca había ido antes a elecciones sin postularlo a él a la presidencia. “Querría que Brasil, después de mí, fuera gobernado por una mujer, y ya existe la persona adecuada: es Dilma Rousseff”, declaró el presidente en noviembre de 2009.

Desde entonces, Rousseff debió someterse a quimioterapia para superar un linfoma y en el ámbito político tuvo que vencer resistencias en el PT. Muchos dirigentes la veían como una persona demasiado nueva en el partido, con un perfil de funcionaria técnica que nunca antes había competido en elecciones por un cargo y sin el carisma necesario. La candidata, a la que dentro del gobierno llamaban la Dama de Hierro, se sometió a cambios de peinado, de vestuario y de discurso para lograr una imagen más amigable.

En todo momento contó con el apoyo de Lula, que trató de contagiarle su altísima popularidad, que llega por estos días a 83%. A medida que logró hacerse conocer, Rousseff creció en las encuestas y superó a su rival Serra, que había comenzado con ventaja en las preferencias de los votantes.

Antes de ser electa, también debió superar una campaña de grupos de presión religiosos que la acusaron de tener planes para despenalizar el aborto, algo que ella negó con insistencia. Para algunos, esa campaña fue la responsable de que el PT y sus aliados no ganaran en primera vuelta, el 3 de octubre.

El miércoles, cuando Lula cumplió 65 años, pidió como regalo el triunfo de Rousseff y ayer lo esperó en su residencia particular, con algunos militantes cercanos a él. Se informó que el presidente no participaría en los festejos públicos porque ayer era el “día de ella”.

Rousseff se convertirá en la presidenta número 40 de Brasil. Los otros 39 fueron hombres. La mandataria electa es divorciada, tiene una hija, y en plena campaña nació su primer nieto.

Ayer, en su primer discurso después de la victoria, la presidenta electa se comprometió a garantizar las libertades de prensa y religiosa, y a promover la “igualdad entre hombres y mujeres”. En ese sentido, dijo, su elección “es una demostración del avance del país”.