Este año han sido numerosos los encuentros entre el presidente y el senador del PN. Acordaron promover una reforma constitucional sobre el proceso electoral, discutieron los contratos entre ANCAP y Pdvsa, pactaron impulsar cambios en la legislación sobre adolescentes en conflicto con la ley, negociaron el proyecto de ley de flexibilización del secreto bancario y consensuaron varios aspectos del presupuesto quinquenal. El más polémico fue el de los coordinadores regionales, pero también negociaron los cambios en la regulación de las competencias de la Ursec y la duplicación de las asignaciones familiares.

El camino de Wilson

Larrañaga dice ser un "orgulloso heredero" del legado de Wilson Ferreira Aldunate, en particular del concepto de gobernabilidad. "Nos formamos bajo la doctrina de gobernabilidad de Wilson, asociando la ética de las convicciones con la ética de la responsabilidad. [...] Otros, en cambio, parecen asociarse a la ética de la conveniencia, ésa que tiene todo de oportunista y nada de ética", afirmó en una columna en El País. Larrañaga piensa que nadie debería sorprenderse de su propósito de "ser gobierno en 2015", pero aclara que para eso no está dispuesto a “destruir al gobierno con tal de acercarnos al poder”, que sería “hacer lo mismo que hacían ellos”. “No quiero ser un títere más en el veleidoso y cruel juego de la política, bastardeando sus fines en nombre de gente a la que muchas veces se le miente inescrupulosamente".

Larrañaga ha reiterado que su objetivo es apoyar "las cosas que están bien" y también "rectificar cosas que pueden venir del Poder Ejecutivo y que se pueden mejorar". "Quienes me conocen saben que no es un mero posicionamiento electoral", escribió Larrañaga en una columna en El País del domingo 26 de diciembre, defendiéndose de quienes critican que con su actitud "la oposición está ausente".

Para el viejo compañero de Mujica del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Efraín Martínez Platero la apertura de Mujica hacia la oposición, en particular hacia Larrañaga, "no es para nada llamativa".

Martínez Platero, quien hoy se define como un frenteamplista independiente, considera que esto es “la continuidad de un principio que el MLN impulsa, es herencia política" del movimiento tupamaro, en particular de la concepción de Frente Grande que propuso Raúl Sendic a la salida de la dictadura, en una apuesta a las alianzas policlasistas y polipartidistas.

El MLN nació como una confluencia de jóvenes de distintas procedencias. Martínez Platero considera que el origen blanco de Mujica jugó a favor en la relación con Larrañaga. El presidente militó en la juventud de la agrupación de Enrique Erro, en el PN, hasta que en 1962 el grupo se abrió del partido para formar la Unión Popular. Más tarde, en 1967, Mujica se unió al MLN.

Apertura y gobernabilidad

Otro ex MLN, Luis Alemañy, quien en el exilio se desvinculó del movimiento y se sumó a Por la Patria, de Wilson, tampoco se sorprende de la sintonía entre Larrañaga y Mujica. “Las raíces de los dos son las mismas y comparten una sensibilidad especial para conjuntar gente de las más diversas corrientes”, señaló Alemañy.

Para Martínez Platero, el presidente Mujica “lo hace naturalmente; no sólo como expresión de aquella línea [de Sendic] sino porque él fue partícipe de gente blanca con ese pensamiento. Erro era lo más abierto en ese aspecto”. En relación a esa apertura, Martínez Platero piensa que Ferreira Aldunate fue “demasiado leal al partido, o demasiado cobarde al no integrarse a las filas donde él veía que podían cambiar el país”. A Larrañaga “le pasa lo mismo”, considera, pero “quizás no sea tan cobarde y sea más guapo, por eso se une un poco más a Mujica”, ironizó.

Según Martínez Platero, Tabaré Vázquez “no supo” relacionarse con la oposición “con apertura”, porque tenía “la concepción de la izquierda, del socialismo”. Para Alemañy, en cambio, Vázquez intentó lograr “un acuerdo nacional”, pero “los aparatos del Frente Amplio no lo permitieron y prefirieron gobernar solos, con prescindencia de la oposición y rompiendo con una vieja tradición que ha retomado Mujica, que es la coparticipación”.

Si de perspectivas históricas se trata, Larrañaga ha fundamentado su actitud en el concepto de gobernabilidad que acuñó Wilson a la salida de la dictadura.

Sin embargo, para uno de los dirigentes más cercanos a Ferreira Aldunate, Miguel Cecilio, hoy en la corriente Wilsonismo del siglo XXI, Larrañaga “está errado” cuando recurre a la “gobernabilidad” para explicar su postura. “Wilson le dio gobernabilidad a un gobierno que no tenía mayorías. Más allá de que [Julio María] Sanguinetti había sido el artífice de su exclusión de las elecciones, Wilson tenía claro que el gobierno civil electo era de una enorme fragilidad. Entonces va y pone el lomo ancho para que haya un curso razonable para la vida del país. Hoy la coyuntura es completamente distinta, el poder está legitimado y el gobierno tiene mayorías propias”, explicó.

Cecilio considera que el principal artífice de esta alianza es Mujica: “Es una persona exótica en la izquierda uruguaya, un hombre con facilidad de diálogo, con un rango importante en la sociedad uruguaya y que no tiene el discurso esquemático de otros sectores de izquierda. Le resulta bastante factible entender a otros y que otros lo entiendan a él”. Sin embargo, para el dirigente wilsonista Larrañaga y Mujica “son muy distintos y tienen responsabilidades distintas”. “La oposición debe ser civilizada, pero tiene que tener claro su objetivo”, matizó.