Diego Beas trabaja como editor de Personal Democracy Forum Latinoamérica, que estudia la influencia de la tecnología en la política. De esto se trata el libro que acaba de presentar en Uruguay y que busca dar cuenta de los “pequeños síntomas de los cambios de gran calado que se perfilan en las prácticas políticas y en la forma en la que interactúan ciudadanía y gobierno” en Estados Unidos, según él mismo explica en el ensayo.

A su entender, el uso de la tecnología hizo posible la elección del presidente estadounidense, Barack Obama. De acuerdo a Beas, un primer factor en este sentido fue lo que califica de “maduración” de las tecnologías, que llegó a un punto clave en 2008 con la banda ancha, los videos en línea y algunas redes sociales. Un segundo factor consiste en que Obama supo poner esas herramientas al servicio de la campaña electoral de ese año, en la que logró el triunfo demócrata.

El éxito de Obama en integrar las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación se debe a que entendió “el potencial de cambiar la manera de hacer política”. De acuerdo a Beas, Obama sabía para qué integrarlas, de manera tal de involucrar a una mayor cantidad de gente y utilizar canales alternativos de comunicación, para evitar pasar por los medios tradicionales de información que tenían hasta entonces el casi monopolio de la transmisión de los mensajes políticos a los votantes. Hoy esa “reinvención” se ve también en la administración Obama, pero a menor escala porque “las instituciones del gobierno tienen una serie de limitaciones que no permiten usar los nuevos medios de la misma manera que se le permite a una campaña”, dijo Beas a la diaria en una entrevista vía Skype.

Estas limitaciones motivan críticas porque parece que Obama dejó de hacer cosas que sí hacía durante la campaña. Un ejemplo, señala Beas en su libro, es el uso del celular Blackberry que jamás abandonaba el entonces candidato presidencial. Al asumir como presidente logró conservar su Blackberry, pero como una ley de 1978 establece que todas las correspondencias del mandatario deben ser registradas y estar disponibles si algún ciudadano las solicita, hoy sólo tiene la posibilidad de enviar correos electrónicos a cinco destinatarios mediante su teléfono celular.

La agencia de seguridad de la Casa Blanca y sus abogados creen que es un riesgo demasiado grande que el presidente tenga un dispositivo a través del cual reciba mensajes de forma continua. “Las instituciones no se pensaron para la era digital, para una era en la cual la información fluyera de esta manera”, resumió el periodista. Para el autor, Obama sigue haciendo lo que hizo durante la campaña, pero ahora el presidente apunta a “adaptar las instituciones”, algo “mucho menos visible”, y que puede tomar más tiempo, “más de uno o dos gobiernos”.

Juego de roles

Los aspectos más visibles de ese proceso que impulsa Obama son los portales que lanzó el presidente. Un ejemplo destacado en el libro de Beas es la página www.data.gov, lanzada tres meses después de la asunción de Obama en la que el gobierno publica millones de documentos relativos a sus acciones y a la toma de decisiones. Para el periodista mexicano, lo que está intentando Obama es “crear una nueva cultura de la información pública”, un nuevo ámbito para tratar la información del gobierno.

El portal www.data.gov es uno entre muchos más. El primero fue www.whitehouse.gov, lanzado al instante en que asumió el actual mandatario. Con ellos la administración Obama intenta llegar, en una primera instancia, a las organizaciones no gubernamentales, a la prensa, a las personas interesadas y capacitadas para procesar esa información y así acercar esa información a la ciudadanía a través de “algún filtro, alguna organización con más recursos”, como los centros de investigación de las universidades, por ejemplo.

La intención es ampliar los filtros entre el gobierno y la ciudadanía, sostuvo Beas. Al respecto, el periodista destacó también que “el rol de la prensa del establishment está cambiando de una manera dramática, está transformándose la interacción entre gobierno, medios de comunicación y ciudadanía”. A su entender, “una de las consecuencias es que la prensa tradicional está siendo desplazada, o por lo menos está cambiando sus funciones, y por otro lado está cambiando la posibilidad de la ciudadanía de involucrarse en las decisiones de gobierno”. Para Beas, esta participación ciudadana ya no estará limitada a las elecciones cada cuatro años. Aunque aclara que no se está avanzando hacia una democracia directa, opina que sí se están estableciendo, gracias a las tecnologías de la información “metodologías de consulta y de participación más eficaces”.

Ahora, en particular desde el polo tecnológico de Silicon Valley, surgen propuestas que incentivan que el gobierno integre nuevas tecnologías, y en eso Estados Unidos está a la vanguardia, opinó Beas. El polo de innovación tecnológica está impulsando un cambio en la legislación para que los ciudadanos ya no deban solicitar información pública, sino que ésta tenga que estar disponible en internet en un plazo determinado.

Los límites de innovar

Beas relata en su libro el experimento que se hizo a fines de marzo de 2009, con el primer foro virtual organizado por la Casa Blanca. En él Obama tuvo que responder las preguntas más votadas de sus ciudadanos, seleccionadas a través de la web. En esa instancia, grupos a favor de la legalización de la marihuana lograron que una pregunta al respecto tuviera respuesta del presidente. Pero Obama contestó con una pirueta y dijo que no, que la producción de marihuana no sería una medida adecuada para hacer crecer la economía. Esto mostró a su administración los límites de la interactividad y hasta hoy ese ejercicio innovador no se repitió, dijo el periodista.

La innovación tecnológica también es utilizada por la oposición y el Tea Party recurrió a ella en las legislativas de noviembre. “Siempre los partidos que no están en el poder son los que intentan experimentar con fórmulas nuevas”, afirmó Beas.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo en enero que el libre acceso a la información -lo que incluye internet- es una prioridad de la política exterior del gobierno de Estados Unidos. Al respecto, Beas estimó que con las revelaciones de Wikileaks, la administración Obama “está siendo probada de una manera brutal respecto a cómo aplica ese propio criterio ante otras personas que utilizan la red para fines que son contrarios a sus intereses”. Recordó que Wikileaks estaba albergando parte de su sitio en los servidores de Amazon y que el gobierno de Obama presionó a la compañía para que bajara el sitio.

“Yo creo que es una decisión muy grave que tendrá consecuencias a largo plazo sobre cómo Estados Unidos puede mantener ese discurso a pesar de haber tomado acciones como ésta; creo que ha habido en estos últimos días una acción excesivamente punitiva”, estimó Beas. El periodista consideró que es muy interesante observar esta reacción y que también lo será el debate por venir. Pero consideró: “No podemos pretender que todo sea público”.

Beas también destacó que la tecnología no sustituye en ningún modo la democracia. La tecnología es muy útil “en países donde anteriormente existía una cultura democrática”. Afirmó que en América Latina existe la idea de que usar Twitter “equivale a ser más democrático, más participativo y más abierto”. El periodista señaló que él “no le daría ningún crédito a un candidato, a un político que simplemente tiene su cuenta en Twitter y tiene 10.000 seguidores”. Ese dato, dijo, es “absolutamente irrelevante” a menos que se esté utilizando esa herramienta para establecer un diálogo diferente con la ciudadanía e involucrarla en la resolución de problemas.