La llegada del presidente boliviano, Evo Morales, a la cumbre climática de Cancún fue precedida por un portazo del embajador de su país ante Naciones Unidas (ONU), Pablo Solón, quien se enojó por la presunta existencia de negociaciones al margen de la cumbre, algo que ya sucedió en la última conferencia del clima en Copenhague, Dinamarca.
En México las reuniones cuentan con representantes de 194 países y los acuerdos deben ser unánimes. Hasta ayer, pese a los esfuerzos realizados hasta último momento del cierre de la cumbre de hoy, no se habían logrado acuerdos. La canciller mexicana y presidenta de la conferencia, Patricia Espinosa, mostró confianza: “Creo que hay un paquete de decisiones al alcance, pero no podemos decir que ya lo tengamos en la mano”.
Sin embargo, los expertos consultados por las diferentes agencias de noticias y organizaciones sociales verdes indicaron que son casi nulas las posibilidades de que desde esta cumbre nazca un nuevo acuerdo global para reducir la emisión de gases contaminantes, que pueda sustituir al Protocolo de Kioto que expira en 2012. Lo mismo había advertido meses atrás Espinosa.
En Copenhague, que terminó en fracaso, una de las buenas señales era la presencia de unos cien jefes de Estado, entre ellos el estadounidense Barack Obama, los 27 de la Unión Europea, el chino Wen Jiabao y el brasileño Lula da Silva. A la cumbre de Cancún, que empezó el 29 de noviembre con delegaciones de menor nivel, no asistirán ni Obama, ni Wen, ni Lula, que no sólo canceló su asistencia, sino que lo hizo argumentando que la cumbre “no resultará en nada”.
“No va ningún gran líder, a lo sumo ministros de Medio Ambiente, ni sé si van los ministros de Exteriores; entonces, no va a haber un avance”, argumentó Lula, quien aseguró que su país cumplirá con sus metas, publicó el diario Folha de São Paulo.
Sí irá Morales, quien no sólo participará en la cumbre, sino también en la concentración en las afueras, donde hay manifestaciones de representantes de los movimientos sociales del mundo, según indicó el portavoz de Presidencia, Iván Canelas. Estos representantes han realizado pequeñas demostraciones ante el centro de conferencias, donde se expresa su disconformidad, informó la agencia de noticias ANSA.
Los principales obstáculos para un acuerdo son los mismos que se señalaron al final de Copenhague: Estados Unidos y China no quieren comprometerse a una cifra de reducción de emisiones, y como consecuencia, otros países también se niegan, como Japón, Canadá o Rusia. En paralelo, los países en desarrollo exigen llegar a un mínimo acuerdo para continuar con las negociaciones. También se exige que se concrete en cifras el fondo para el clima al que aportan los países más desarrollados, responsables de la mayor cantidad de daño acumulado, para que los países en desarrollo puedan tener una mayor financiación a la hora de tomar medidas.
Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) -que fue divulgado en Cancún- develó que la región latinoamericana vería disminuido cada año en un 1% su PBI, entre 2010 y 2100, si no se logra un consenso para mitigar los efectos del cambio climático, pese a que los países de América Latina y el Caribe no figuran entre los más contaminantes. En la cumbre ya estuvo Rafael Correa, el presidente de Ecuador, que junto a los demás países de la Alternativa Bolivariana (Alba) indicó que si no se avanza en la renovación del Protocolo de Kioto, ellos no firmarán ningún compromiso, indicó la agencia de noticias EFE.
Kioto obliga a los países ricos a reducir sus emisiones, pero exige menos a las naciones en desarrollo. Esta postura llevó a que se señalara al Alba como un boicoteador de la cumbre, indicó BBC. Ayer Correa sostuvo que “los que están boicoteando la cumbre son los países desarrollados”. Además defendió que “en Copenhague fue la posición de la Alba la que impidió muchos abusos, por ejemplo que entre seis y ocho autodenominados dueños del mundo decidan por todos. Eso era absolutamente inconcebible y Alba alzó su voz muy clara para denunciar aquello”, aseguró.