-¿Qué relación hubo entre el PN y el MLN?
-Siempre se vinculó mucho a los tupamaros con las líneas menos ortodoxas de los blancos, no del PN. Las luchas de blancos como Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia eran tenidas en cuenta por la juventud de los años 50, que es cuando empieza todo el proceso de profundización ideológica. Mi padre era blanco y un montón de compañeros del Coordinador del MLN provenían del PN. Eleuterio Fernández Huidobro era de la juventud del Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), liderado por Ariel Collazo, que era blanco, y Mujica era de Erro. Alberto Titito Heber [miembro por el PN del Consejo Nacional de Gobierno entre 1962 y 1966] siempre hablaba de que todos los tupamaros eran blancos. Embromaba con eso, pero nunca se tomó en serio. Es gente que se va radicalizando dentro los partidos tradicionales, aunque conservando algo.
-¿Qué explica el vínculo entre Larrañaga y Mujica?
-El Frente Grande es fundamental. Nosotros nos separamos de la izquierda tradicional uruguaya porque ahí no se podía hacer más nada. La concepción de Mujica reafirma ese camino del MLN, y su línea respecto a los partidos tradicionales también es una herencia política. Lo que no entendió la izquierda cuando reacciona contra el Frente Grande de Sendic es que la izquierda creció por la gente que se ha ido de los partidos tradicionales, que no tiene una concepción de carácter izquierdista o marxista.
-¿Cómo reacciona ahora la izquierda?
-No sé cuál va a ser la respuesta. Pero les tengo más miedo al dogmatismo y al sectarismo de la izquierda uruguaya, tratando de hacerle pagar a los partidos tradicionales, que a éstos y a las tendencias derechistas de la estructura social del país.
-¿Ve en Larrañaga un posicionamiento electoral?
-Hay parte de eso, pero no es el argumento central. Lo veo como una comodidad de parte de él. Larrañaga siempre se ubicó a la izquierda de [Luis Alberto] Lacalle. Es más de izquierda después que terminan las elecciones que durante la campaña, pero eso porque la mayoría del PN es lacallista. Mujica ha logrado que para [Pedro] Bordaberry su enemigo número uno no sea Lacalle sino Larrañaga. La oposición, en vez de pelearse contra el gobierno, se pelea entre sí.
-Entonces, ¿no es llamativo el relacionamiento entre Mujica y Larrañaga?
-Para nada. Es más, pienso que hay jóvenes que están viendo que el proceso del país correrá por vías distintas a partir de este gobierno. Que no solamente aceptan este vínculo, sino que lo van a fortalecer. El Frente Grande está acercándose a su objetivo.