Presidentes reelectos con perfil propio y referenciales por sus proyectos, como el plan Bolsa Familia en Brasil o el concepto de seguridad democrática en Colombia, dejan sus mandatos con banderas que izan sus herederos para tratar de absorber algo de sus altas popularidades. Habrá un antes y un después de Lula y de Uribe, más allá de sus fronteras.

Las elecciones brasileñas son “muy relevantes para la región porque pueden afectar mucho a la integración”, advirtió a la diaria Daniel Rótulo, investigador del departamento de Estudios Internacionales de la Universidad ORT y especialista en política exterior brasileña. Rótulo recalcó que en la gestión de Lula hubo una “fuerte incidencia para tratar de avanzar en una agenda internacional con un componente regional importante”, y que, si gana la oposición, “la política exterior va a cambiar porque hay diferencias sustantivas en el énfasis regional de las relaciones internacionales”.

El especialista recordó que el debate sobre la política exterior brasileña ya estuvo presente en las elecciones de 2006, cuando Lula enfrentó al candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el gobernador de San Pablo, José Serra, que, todo indica, será el candidato presidencial opositor nuevamente. Lula no aspirará otra vez a la presidencia porque no puede optar por una tercera reelección, y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) irá a las urnas con la ministra de la Presidencia, Dilma Rousseff, para las elecciones del 3 de octubre.

Rótulo señaló que las percepciones del contexto internacional son muy distintas. La visión del PSDB, que fue la del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, “ve la hegemonía de Estados Unidos no como un gran problema”, incluso percibía que “aseguraba cierta estabilidad global y que Brasil debía partir de la aceptación de esa unipolaridad para manejarse en el mundo como pudiera”. “La visión del gobierno de Lula fue más crítica de la globalización. Es una posición que señala los riesgos que tiene un sistema internacional gobernado por una sola potencia, porque además tampoco es bueno para que Brasil se pueda insertar en el plano global”, afirmó.

Otro de los aspectos que el catedrático considera que se modificarán en caso de que cambie el partido de gobierno -algo que se repite en varios países latinoamericanos- es lo que se denomina “política sur-sur”. “La oposición siempre criticó que Lula tuviera un énfasis en la diplomacia en esa dirección y no una diplomacia más orientada hacia el norte”, indicó. Brasil ha efectuado un proceso de integración a dos niveles, en el marco del Mercosur y en relaciones bilaterales con una agenda de proyectos concretos, fundamentalmente en infraestructura.

Seguramente, en un escenario en que gobierne Serra, “toda la política sur-sur pasará a un segundo plano, sería una política exterior mucho más centrada en los foros globales de la concertación internacional y menos preocupado por los distintos círculos y foros de integración regional que se han ido creando”. Ni hablar del Mercosur. “Va a haber un enfriamiento mucho mayor al actual [...] La derecha sólo quiere un Mercosur comercial, Lula fue un defensor del Mercosur político y si tuviéramos un gobierno de Serra, muchas cosas de este tipo van a quedar obstaculizadas”.

En caso de que continúe el PT, “uno puede pensar que los principios rectores de la política internacional serán muy similares”, aunque en algunas cosas el panorama va a cambiar. “Uno ve a Dilma y no ve la capacidad de negociación de Lula”, indicó Rótulo, capacidad que el presidente utilizó en las relaciones bilaterales, principalmente en la región. “El alcance global que consiguió la popularidad y el liderazgo de Lula como líder no sólo regional, sino también global”, es difícil de repetir: “Jugó mucho su carisma personal”.

Cesar Zucco, doctorado en ciencias políticas y profesor asociado del Instituto Universitario de Encuestas de Río de Janeiro, opinó que no es sólo lo que hizo Lula “sino la forma como lo hizo”. “Brasil está mucho más presente internacionalmente, pero se logró de una forma muy rara”, afirmó, refiriéndose a la gran cantidad de abstenciones que tuvo Brasil en las Naciones Unidas en cuanto a los temas globales y a que la imagen reflejada no tiene tanto respaldo en hechos concretos: “Fue mucha retórica”, sentenció. Zucco coincidió en que Lula tiene una capacidad negociadora y un carisma que permiten mantener una gran neutralidad, y que “ahora va a ser más difícil para quien sea electo” cuando deba enfrentar esas decisiones.

Rótulo destacó en este sentido que “Brasil se cuida mucho y se va a seguir cuidando sea quien sea el gobernante, de jugar roles de mediación entre cualquier grupo de países”, especialmente en la región.

El caso Colombia

En el otro extremo, la salida de Uribe no afectaría la ecuación en la región, porque, según Rótulo, “Colombia se ha cuidado mucho de moverse en el eje fundamentalmente con Estados Unidos”; aunque sí con su entorno cercano, especialmente con Venezuela, que “es un factor de complejidad mayor, ahí sí se puede pensar en ciertos enfrentamientos”.

En este sentido, Lincoln Bizzozero, doctor en Ciencia Política y especialista en política colombiana, celebró que haya elecciones en su país y que la justicia haya determinado que no es posible la reelección de Uribe porque “da transparencia y legitimidad al proceso”. Para Bizzozero, como para el resto de los consultados, en las elecciones nacionales del 30 de mayo vencerá el uribismo con el candidato del Partido de la U, el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Recordando varias asperezas que mantuvieron el gobierno de Uribe, y Santos en particular, con Ecuador y Venezuela, vinculadas con la política de combate a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y a la cercanía con el gobierno de Estados Unidos (ver la diaria del 17/3/10), Bizzozero indicó que “va a haber una perspectiva de conflictividad latente” en la región más cercana a Colombia, también considerando que no se esperan grandes cambios en la política exterior colombiana o una mayor integración con América Latina.

“Los colombianos nos creemos el ombligo del mundo”, dijo Felipe Botero, doctor en Ciencia Política y profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, quien recientemente hizo un estudio al respecto. “Lo internacional en Colombia es un tema que despierta muy poco interés”, aseguró, y por eso vaticinó que la postura internacional de Colombia seguirá “siendo muy parecida”. También mencionó los roces de Santos con Ecuador y Venezuela como elementos conflictivos a tener en cuenta.

“La campaña [para las elecciones legislativas] fue particularmente vacía. El único tema era si los candidatos estaban con Uribe o no”, además del referendo sobre sus reelección, señaló el especialista. También remarcó que el aumento de la votación para “la U sigue siendo un apoyo a Uribe” y que “la U, a diferencia de otros partidos, transmite información como partido, mientras que en los otros tienen una relación más personalista”. Además, resaltó que es una muestra de que “que la popularidad de Uribe se tradujo en apoyo a sus candidatos al Congreso” y a un continuismo político, especialmente a la seguridad democrática, que, aseguró, todos dicen que van a continuar y profundizar.

Otro factor para el continuismo político es la fragmentación de la oposición: “Es importante lo que pase ahora, cómo se va a constituir como bloque para las elecciones presidenciales, porque no es automático”, aseguró Botero. “Lo que uno oye es que todos los candidatos dicen ‘bienvenidos los que se me quieran unir’, pero nadie dice ‘está bien, yo me sacrifico y me voy’”. Botero señaló que para el próximo período de gobierno se puede esperar en Colombia un multipartidismo moderado, con más políticas de derecha y una prevalencia del Partido de la U.

Mientras, el politólogo uruguayo Daniel Buquet, especializado en sistemas políticos latinoamericanos, señaló que depende de que Uribe consolide con el paso del tiempo el traspaso de su liderazgo a Santos y a su partido. En caso contrario “podremos ver una especie de paulatino retorno al sistema político tradicional electoral colombiano bipartidario” entre el Partido Conservador y el Partido Liberal.

El caso Brasil

En el caso de Brasil, Buquet destacó que “se viene forzando una estabilidad muy importante, que antes parecía poco probable”; ahora se estabilizaron “los principales actores políticos, cinco o seis partidos en el sistema, y no ha habido grandes variaciones en las votaciones de los partidos”. Aun así, también en Brasil quedaría un panorama fragmentado entre alianzas de centroderecha y centroizquierda, independientemente de los resultados: “Gane quien gane va a tener que hacer una coalición multipartidaria”, auguró Buquet.

El PT perdió la adhesión de algunos de los sectores de la izquierda, lo que genera que probablemente se presente fragmentada en los comicios, algo contra lo que Lula luchó, intentando negociar con distintas fuerzas políticas para aumentar la alianza detrás de Rousseff. El presidente señaló públicamente cierto temor ante el ejemplo chileno, en que el derechista Sebastián Piñera ganó las elecciones frente a tres partidos de izquierda que se presentaron divididos.

“El PT como tal no es un partido particularmente exitoso”, sostuvo Buquet, “a no ser por la promoción de la figura de Lula en la presidencia”, y recordó que como partido ha obtenido votaciones de alrededor del 20% de respaldo. Respecto de la votación de la izquierda por fuera del PT, el especialista indicó que en las elecciones anteriores “consiguió 6% de los votos, porcentaje que quizás crezca, pero no en términos de decidir el resultado electoral”.

El especialista brasileño Zucco consideró que la pérdida de adhesión de la izquierda en el PT se debe a que “el gobierno no fue de izquierda”, ya que Lula cuenta con el apoyo también de sectores no izquierdistas, y que la clave para que continúe en el gobierno está en transferir esas adhesiones a Rousseff. Zucco dijo, en favor de la candidata y ministra de Presidencia, que tuvo en buena parte sobre sus hombros la tarea de gobernar, en los últimos años, y que esto asegura la continuidad de las políticas de gobierno si ella es electa. Aun así, señaló que todos los candidatos proponen mantener la mayoría de las políticas de Lula.

En este sentido, Buquet destacó que hoy en día “los partidos no suelen cuestionar las políticas sociales; eso tiene más que ver con el discurso neoliberal de los 80 y los 90”. Agregó que las políticas sociales impulsadas por Lula le representaron un fuerte apoyo en la reelección de 2006, por lo que sería lógico pensar que ese apoyo se traslade a Rousseff. El supuesto candidato del PSDB, Serra, aún no oficializó su candidatura y desde el partido lo presionan para que lo haga, porque Rousseff ganó más notoriedad y creció en las encuestas. Zucco comentó que “hay gente que dice que [Serra] no se candidateó porque sabe que no va a ganar y que a último momento no va a salir”, y dijo que, como político, Serra no es bueno “para una campaña electoral nacional”. “Si fuera Aécio [Neves, quien en su momento anunció que sería candidato pero luego se bajó de la contienda] quizás fuera más probable” que ganara la oposición, pero añadió que “Aécio no se hubiera bajado de la carrera electoral si existiera la posibilidad de que gane la oposición”.

El especialista arriesgó que los “potenciales candidatos tienen miedo de candidatearse”, lo cual le resulta sorprendente cuando no está Lula en la contienda electoral y teniendo en cuenta que el nombre de Rousseff no es tan fuerte como podrían haber sido otros del PT que “se perdieron en el mensalão porque estuvieron vinculados de una u otra forma”. Agregó que Lula salió bien del escándalo de corrupción del PT, pero el partido quedó muy mal parado: “perdió muchos de los nombres tradicionales, tanto que Lula tuvo que traer a una persona de afuera para que sea su heredera”, refiriéndose a que Rousseff pertenece al PT desde hace siete años -proviene del Partido Democrático Laborista-.

Pensando en una virtual victoria de Rousseff, Zucco advirtió que las relaciones entre el gobierno y el PT podrían ser tensas, justamente porque es “petista pero más o menos”. Agregó no saber “si el partido va a soportar eso”, y por eso advirtió que “va a ser más difícil para el PT, como partido, si gana”.

Grandes hombres

Para Botero el caso del candidato colombiano Santos es diferente: “Él fue construyendo su posición, es una persona muy hábil”; aun así, “si le preguntaran a Uribe, diría que su sucesor era Arias, pero Santos supo ubicarse delante de él estratégicamente”, en referencia al ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, del Partido Conservador. En paralelo, Zucco definió la designación de Rousseff como candidata del PT como un “dedazo” de Lula.

“A los líderes políticos más importantes no les gusta que los hereden, por lo menos en vida, no son líderes a pesar de su voluntad, son personalidades ambiciosas”, señaló Buquet, explicando por qué los presidentes son, por lejos, las figuras más fuertes y con mayor liderazgo en sus partidos. “Es una mezcla de características personales, de coyuntura, y de embocarle con el mensaje”, graficó Buquet. Ni Santos ni Rousseff fueron sucesores naturales pero ella por el apoyo de Lula y él por “habilidad” llegarán a las elecciones, blandiendo aquellas grandes banderas y haciendo todo lo posible para heredar también esas altísimas popularidades de los presidentes salientes.